Grandes victorias en la eterna batalla contra el dengue
El aumento de los casos de infecciones de dengue ha vuelto a prender las alarmas. Hoy 715 municipios están en riesgo de presentar brotes de esa enfermedad transmitida por el “Aedes aegypti”. Aunque suele parecer una pelea perdida, Meta y Medellín han demostrado que hay caminos para ganarla.
- Redacción Vivir
Desde hace muchos años, los epidemiólogos han tratado de responder una pregunta sin mucho éxito: ¿cómo atacar al mosquito Aedes aegypti, portador del chikunguña, la fiebre amarilla, el zika, la malaria y el dengue? Las respuestas han sido variadas. Fumigaciones, campañas de pedagogía y hasta el lanzamiento de una vacuna que no tuvo el éxito esperado, en 2017, son algunas de las propuestas con las que el mundo médico ha intentado resolver ese eterno problema que hoy vuelve a inquietar a las autoridades de salud colombianas, pues el número de infectados ha vuelto a dispararse y las alarmas se han encendido de nuevo.
“Hay 715 municipios que están en riesgo de presentar brotes de dengue”, dijo este jueves en Cali el ministro de Salud, Juan Pablo Uribe. “Debemos seguir cortándoles las alas. Hay que superar este reto de salud pública”. Solo hasta finales de marzo, según el Instituto Nacional de Salud (INS), se han reportado 23.769 casos. La Guajira, Bolívar, Cesar, Magdalena, Meta, Putumayo, Casanare, Arauca, Guaviare, Córdoba, Huila, Norte de Santander y Sucre son los 13 departamentos que presentan una alta tasa de infectados.
¿De qué manera frenar este problema? ¿Cómo contener esa epidemia? Aunque en la historia de la batalla contra el Aedes aegypti hay varios casos de éxito, hoy Meta y Antioquia son dos de los buenos ejemplos de las rutas que se pueden tomar para derrotar a este insecto originario de África, que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, causa más de 390 millones de infecciones por dengue cada año.
Controlar la reproducción de mosquitos, el secreto en Meta
Yorleny Rey, de 37 años, ha vivido toda su vida en el barrio El Brillante, zona rural a una hora de Villavicencio, capital del Meta. Su casa, que antes era de cartón, no contaba con un servicio de acueducto. Tenía que acumular agua en tanques, lo que convertía su hogar en un potencial criadero del Aedes aegypti, ya que estos depósitos de agua estancada son el lugar perfecto para que la hembra de esta especie deposite sus huevos.Yorleny no asistió a las primeras capacitaciones que ofreció la Cruz Roja y al cabo de un tiempo cayó enferma. “Un día me levanté y le dije a mi esposo que me dolían las piernas y me fui al baño. A gritos le pedí que me llevara a la cama porque no las sentía. Luego me enteré de que tenía chikunguña”, cuenta.
Meta es uno de los departamentos más golpeados por el dengue, porque reporta la mayor cantidad de casos en el año (3.274). Por eso, la Cruz Roja ha realizado acompañamientos y capacitaciones a sus habitantes, explicándoles cómo se reproduce el mosquito y cuáles son las condiciones en las que lo hace. Para la entidad, el secreto para controlar el vector es frenar su reproducción.
Estas actividades las hacen en veredas con mujeres embarazadas, niños y adultos mayores: la población más vulnerable. En Villavicencio tienen instaladas tres sedes para que las madres, acompañadas de sus hijos, realicen ejercicios físicos. Además, les enseñan a identificar los síntomas para que eviten automedicarse; una práctica muy frecuente entre los habitantes. “Fiebre, malestar general, dolor en el cuerpo y una baja en las plaquetas son los síntomas más comunes. Las personas que deben estar más alerta son las que habitan en zonas por debajo de los 1.800 metros”, explica Juan Carlos Perdomo, coordinador local del proyecto en Meta.
Luego de que sus hijos y esposo presentaran alguna de estas enfermedades tropicales, Yorleny decidió presentarse a las capacitaciones de la Cruz Roja. Consiguió cambiar la estructura de su casa. Ya no es de cartón, sino de ladrillo y latas. Semanalmente va por su barrio, en donde las carreteras están acompañadas de lodo y polvo, explicándoles a los vecinos cómo deben lavar sus tanques y las razones por las que no deben dejar acumular agua. Cuenta que cuando comenzó a hacer parte del programa en su casa se podían encontrar entre 100 y 120 huevos; ahora esa cifra es de apenas dos o tres.
Sin embargo, no todos escuchan sus recomendaciones. Algunas personas, dice, ni siquiera acatan las medidas de prevención. Tampoco ponen las trampas caseras que permiten capturar el mosquito. Ovitrampas es como las llaman en el mundo médico y son importantes por una razón: indican quién está haciendo la tarea de evitar aguas estancadas de manera correcta.
Yorleny junto a sus hijos Yesica, Andrés Felipe, Jesús David y María del Pilar.
Wolbachia, la bacteria para combatir el dengue
El dengue se presenta con brotes epidémicos cada tres o cuatro años. Tradicionalmente Cali ha sido la ciudad con mayores casos, seguida de Medellín. Es un panorama que ha ido cambiando, pues este año, hasta finales de marzo, Medellín estaba en el puesto 32 y Cali en el 31. Aunque aún no se explican las razones de la disminución de casos, desde diferentes frentes se hacen esfuerzos para combatir estas enfermedades. Es el caso del World Mosquito Program (WMP), proyecto que comenzó en la Universidad de Monash (Australia) en 2011 y que parece sacado de la ciencia ficción”.El proyecto consiste en inyectar al Aedes aegypti una bacteria (la Wolbachia) presente en el 60 % de las especies de insectos y que impide propagar los virus de las enfermedades tropicales. Como estaba ausente en el mosquito culpable del dengue, los científicos de este programa hicieron una deducción: si eran capaces de inyectar esta bacteria a los huevos de este vector tal vez reducirían las tasas de infección. La idea era que estos nuevos insectos fueran liberados para que, posteriormente, se aparearan con los mosquitos locales y transmitieran la Wolbachia a las nuevas generaciones.
En Colombia los primeros huevos de Aedes aegypti con Wolbachia llegaron en 2013. El científico colombiano Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet), de la Universidad de Antioquia, es el encargado de dirigir el laboratorio que tiene sede en el sector La Aguacatala, en Medellín. Allí trata de mantener una temperatura entre 27 y 30 grados Celsius para conservar las larvas que, luego, se convertirán en pupas y al final en adultos. El programa funciona en las 16 comunas de Medellín y las 11 de Bello en el norte del Valle de Aburrá, y este año comenzará a implementarse en Cali.
La Wolbachia, explica Vélez, posibilita trabajar con dos cepas. La primera disminuye el tiempo de vida del mosquito; una opción que, a los ojos del científico, se debe descartar. “Cada ser vivo representa un eslabón en el ciclo animal”, dice. “El Aedes aegypti tiene propiedades polinizadoras”. La segunda cepa es la que usa en Antioquia e impide que los virus se transmitan a los humanos.
Paris, uno de los barrios más antiguos del municipio de Bello, fue escogido para hacer el plan piloto. Vélez explica que allí estaban las condiciones adecuadas: la geografía, el clima y la cantidad de casos registrados (más de uno por 1.000 habitantes). Los primeros experimentos se hicieron en 2015. Extraer la bacteria e inyectarla en un huevo sin romperlo le tomó varios ensayos al equipo de científicos de Australia.
“Era algo parecido a picar una bomba con una aguja y sacarla sin que se estallara”, señala. “Los huevos son separados en dos grupos. Unos se guardan para mantener la población, mientras otros se incuban para futuras liberaciones. En cada liberación soltamos entre 100 y 150 mosquitos. Siempre hemos recibido respaldo de la comunidad, aunque al comienzo les daba mucho miedo. No entendían que el mosquito con Wolbachia no contagia a los humanos”, dice el director. Los esfuerzos culminaron en resultados exitosos. En la comuna Paris de Bello, el 80 % al 90 % de los Aedes aegypti ya tienen esta bacteria.
Los costos de mantener un programa como el WMP en realidad son bajos. Vélez explica que proteger a un habitante cuesta US$2,2. Con los aportes internacionales de la fundación Bill Gates y de otros organismos internacionales han sacado adelante los experimentos en Medellín y Bello. En el Valle de Aburrá la inversión hoy supera los US$8 millones.
Con los datos en la mano, el llamado de Vélez hoy es simple: el Gobierno debería implementar estos programas si quiere empezar a ganar esa eterna batalla contra el Aedes aegypti. Ya Australia, dice, demostró que la victoria es posible. Tras implementar este proyecto, sus bases de datos no registran ningún caso de las enfermedades causadas por el mosquito.
Desde hace muchos años, los epidemiólogos han tratado de responder una pregunta sin mucho éxito: ¿cómo atacar al mosquito Aedes aegypti, portador del chikunguña, la fiebre amarilla, el zika, la malaria y el dengue? Las respuestas han sido variadas. Fumigaciones, campañas de pedagogía y hasta el lanzamiento de una vacuna que no tuvo el éxito esperado, en 2017, son algunas de las propuestas con las que el mundo médico ha intentado resolver ese eterno problema que hoy vuelve a inquietar a las autoridades de salud colombianas, pues el número de infectados ha vuelto a dispararse y las alarmas se han encendido de nuevo.
“Hay 715 municipios que están en riesgo de presentar brotes de dengue”, dijo este jueves en Cali el ministro de Salud, Juan Pablo Uribe. “Debemos seguir cortándoles las alas. Hay que superar este reto de salud pública”. Solo hasta finales de marzo, según el Instituto Nacional de Salud (INS), se han reportado 23.769 casos. La Guajira, Bolívar, Cesar, Magdalena, Meta, Putumayo, Casanare, Arauca, Guaviare, Córdoba, Huila, Norte de Santander y Sucre son los 13 departamentos que presentan una alta tasa de infectados.
¿De qué manera frenar este problema? ¿Cómo contener esa epidemia? Aunque en la historia de la batalla contra el Aedes aegypti hay varios casos de éxito, hoy Meta y Antioquia son dos de los buenos ejemplos de las rutas que se pueden tomar para derrotar a este insecto originario de África, que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, causa más de 390 millones de infecciones por dengue cada año.
Controlar la reproducción de mosquitos, el secreto en Meta
Yorleny Rey, de 37 años, ha vivido toda su vida en el barrio El Brillante, zona rural a una hora de Villavicencio, capital del Meta. Su casa, que antes era de cartón, no contaba con un servicio de acueducto. Tenía que acumular agua en tanques, lo que convertía su hogar en un potencial criadero del Aedes aegypti, ya que estos depósitos de agua estancada son el lugar perfecto para que la hembra de esta especie deposite sus huevos.Yorleny no asistió a las primeras capacitaciones que ofreció la Cruz Roja y al cabo de un tiempo cayó enferma. “Un día me levanté y le dije a mi esposo que me dolían las piernas y me fui al baño. A gritos le pedí que me llevara a la cama porque no las sentía. Luego me enteré de que tenía chikunguña”, cuenta.
Meta es uno de los departamentos más golpeados por el dengue, porque reporta la mayor cantidad de casos en el año (3.274). Por eso, la Cruz Roja ha realizado acompañamientos y capacitaciones a sus habitantes, explicándoles cómo se reproduce el mosquito y cuáles son las condiciones en las que lo hace. Para la entidad, el secreto para controlar el vector es frenar su reproducción.
Estas actividades las hacen en veredas con mujeres embarazadas, niños y adultos mayores: la población más vulnerable. En Villavicencio tienen instaladas tres sedes para que las madres, acompañadas de sus hijos, realicen ejercicios físicos. Además, les enseñan a identificar los síntomas para que eviten automedicarse; una práctica muy frecuente entre los habitantes. “Fiebre, malestar general, dolor en el cuerpo y una baja en las plaquetas son los síntomas más comunes. Las personas que deben estar más alerta son las que habitan en zonas por debajo de los 1.800 metros”, explica Juan Carlos Perdomo, coordinador local del proyecto en Meta.
Luego de que sus hijos y esposo presentaran alguna de estas enfermedades tropicales, Yorleny decidió presentarse a las capacitaciones de la Cruz Roja. Consiguió cambiar la estructura de su casa. Ya no es de cartón, sino de ladrillo y latas. Semanalmente va por su barrio, en donde las carreteras están acompañadas de lodo y polvo, explicándoles a los vecinos cómo deben lavar sus tanques y las razones por las que no deben dejar acumular agua. Cuenta que cuando comenzó a hacer parte del programa en su casa se podían encontrar entre 100 y 120 huevos; ahora esa cifra es de apenas dos o tres.
Sin embargo, no todos escuchan sus recomendaciones. Algunas personas, dice, ni siquiera acatan las medidas de prevención. Tampoco ponen las trampas caseras que permiten capturar el mosquito. Ovitrampas es como las llaman en el mundo médico y son importantes por una razón: indican quién está haciendo la tarea de evitar aguas estancadas de manera correcta.
Yorleny junto a sus hijos Yesica, Andrés Felipe, Jesús David y María del Pilar.
Wolbachia, la bacteria para combatir el dengue
El dengue se presenta con brotes epidémicos cada tres o cuatro años. Tradicionalmente Cali ha sido la ciudad con mayores casos, seguida de Medellín. Es un panorama que ha ido cambiando, pues este año, hasta finales de marzo, Medellín estaba en el puesto 32 y Cali en el 31. Aunque aún no se explican las razones de la disminución de casos, desde diferentes frentes se hacen esfuerzos para combatir estas enfermedades. Es el caso del World Mosquito Program (WMP), proyecto que comenzó en la Universidad de Monash (Australia) en 2011 y que parece sacado de la ciencia ficción”.El proyecto consiste en inyectar al Aedes aegypti una bacteria (la Wolbachia) presente en el 60 % de las especies de insectos y que impide propagar los virus de las enfermedades tropicales. Como estaba ausente en el mosquito culpable del dengue, los científicos de este programa hicieron una deducción: si eran capaces de inyectar esta bacteria a los huevos de este vector tal vez reducirían las tasas de infección. La idea era que estos nuevos insectos fueran liberados para que, posteriormente, se aparearan con los mosquitos locales y transmitieran la Wolbachia a las nuevas generaciones.
En Colombia los primeros huevos de Aedes aegypti con Wolbachia llegaron en 2013. El científico colombiano Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet), de la Universidad de Antioquia, es el encargado de dirigir el laboratorio que tiene sede en el sector La Aguacatala, en Medellín. Allí trata de mantener una temperatura entre 27 y 30 grados Celsius para conservar las larvas que, luego, se convertirán en pupas y al final en adultos. El programa funciona en las 16 comunas de Medellín y las 11 de Bello en el norte del Valle de Aburrá, y este año comenzará a implementarse en Cali.
La Wolbachia, explica Vélez, posibilita trabajar con dos cepas. La primera disminuye el tiempo de vida del mosquito; una opción que, a los ojos del científico, se debe descartar. “Cada ser vivo representa un eslabón en el ciclo animal”, dice. “El Aedes aegypti tiene propiedades polinizadoras”. La segunda cepa es la que usa en Antioquia e impide que los virus se transmitan a los humanos.
Paris, uno de los barrios más antiguos del municipio de Bello, fue escogido para hacer el plan piloto. Vélez explica que allí estaban las condiciones adecuadas: la geografía, el clima y la cantidad de casos registrados (más de uno por 1.000 habitantes). Los primeros experimentos se hicieron en 2015. Extraer la bacteria e inyectarla en un huevo sin romperlo le tomó varios ensayos al equipo de científicos de Australia.
“Era algo parecido a picar una bomba con una aguja y sacarla sin que se estallara”, señala. “Los huevos son separados en dos grupos. Unos se guardan para mantener la población, mientras otros se incuban para futuras liberaciones. En cada liberación soltamos entre 100 y 150 mosquitos. Siempre hemos recibido respaldo de la comunidad, aunque al comienzo les daba mucho miedo. No entendían que el mosquito con Wolbachia no contagia a los humanos”, dice el director. Los esfuerzos culminaron en resultados exitosos. En la comuna Paris de Bello, el 80 % al 90 % de los Aedes aegypti ya tienen esta bacteria.
Los costos de mantener un programa como el WMP en realidad son bajos. Vélez explica que proteger a un habitante cuesta US$2,2. Con los aportes internacionales de la fundación Bill Gates y de otros organismos internacionales han sacado adelante los experimentos en Medellín y Bello. En el Valle de Aburrá la inversión hoy supera los US$8 millones.
Con los datos en la mano, el llamado de Vélez hoy es simple: el Gobierno debería implementar estos programas si quiere empezar a ganar esa eterna batalla contra el Aedes aegypti. Ya Australia, dice, demostró que la victoria es posible. Tras implementar este proyecto, sus bases de datos no registran ningún caso de las enfermedades causadas por el mosquito.