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En la mañana del jueves 17 de junio un grupo de activistas de Greenpeace se reunió en el centro de Bogotá para pedir, con tubos de oxígeno, camillas y enfermos postrados en una cama, que la empresa Eternit deje de fabricar y comercializar productos con asbesto. Elementos que, en su mayoría, son destinados para la construcción, pero que podrían estar causando diversas enfermedades a los trabajadores.
Según explicó Silvia Gómez, coordinadora local de Greenpeace en Colombia, “desde su fundación, Eternit ha cubierto más de 300 millones de metros cuadrados con sus tejas, ha servido a 1 millón y medio de viviendas con sus tanques y ha extendido cerca de 40.000 km de tubería de acueducto y alcantarillado. Esto representa un peligro silencioso, pero mortal para los colombianos. Por eso invitamos a la ciudadanía a que le reclame a Eternit para que detenga la producción de asbesto en el país”.
Según un informe elaborado en forma conjunta entre la Universidad de los Andes y Greenpeace, el asbesto -en particular la variedad llamada “crisotilo” que se utiliza actualmente en Colombia- tiene serios impactos en la salud, provocando enfermedades por la inhalación de pequeñas fibras que se desprenden de los productos que las contienen y se desplazan de manera imperceptible por el aire.
Las consecuencias del asbesto para la salud son críticas, aunque los síntomas pueden demorar décadas en aparecer. Sin embargo, se estima que cada año mueren más de 100.000 personas en el mundo por cáncer de pulmón, mesotelioma y asbestosis debido a la exposición a la sustancia.
En el evento también estuvo presente Daniel Pineda, viudo de Ana Cecilia Niño, quien murió en enero de este año luego de padecer una enfermedad debido a su larga exposición al asbesto. “Es hora de que el Congreso, después de varios fracasos, tramite de una buena vez una ley que prohíba el uso y comercialización de asbesto. Hago un llamado a los colombianos para que se sumen a esta exigencia y terminemos con esta amenaza a nuestra salud”, aclaró Pineda.