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En la actualidad, el trastorno depresivo mayor (TDM) o depresión, es la principal causa de la discapacidad mental entre los jóvenes de 10 a 24 años en todo el mundo. Recientemente, los científicos han determinado que aproximadamente el 37 % de los trastornos depresivos aparecen antes de los 25 años.
Pese a la complejidad del panorama, la depresión ha sido bien estudiada en los adultos; sin embargo, se sabe poco de los cambios en los jóvenes con trastorno depresivo mayor. Hasta ahora, dice un grupo de investigadores de Australia, China, Estados Unidos y Reino Unido, “los estudios sobre la conectividad cerebral en el TDM juvenil se han basado en muestras bastante pequeñas y heterogéneas, lo que ha dado lugar a resultados discrepantes”.
Por eso, agregan, existe la necesidad de realizar estudios en cohortes más amplias y diversas para trazar un mapa sólido de los circuitos cerebrales afectados por la depresión en los jóvenes. Con ese panorama en mente, un equipo de 25 científicos llevaron a cabo un mega-análisis de la conectividad funcional de 810 jóvenes a través de 7 cohortes independientes. Los resultados de su investigación fueron publicados recientemente en la revista académica Nature Mental Health.
Del total de participantes, 440 jóvenes tenían TDM, mientras que los restantes 370 estaban sanos. A ambos grupos les realizaron resonancias magnéticas funcionales, que sirvieron para realizar mapeos de las conexiones entre todas las regiones cerebrales.
Saltándonos algunos detalles técnicos del análisis que realizaron los científicos, al cotejar los resultados de las resonancias magnéticas de los participantes, se pudieron identificar los circuitos cerebrales disfuncionales, lo que podría aportar nuevas luces sobre la terapia de estimulación cerebral.
Además, los investigadores apuntaron a que “la adolescencia, que coincide con un período prolongado de cambios cerebrales, incluyendo la maduración del núcleo y las transiciones psicosociales, podría, por tanto, representar una ventana de mayor vulnerabilidad a la disfunción de la red cerebral”.
Aunque los científicos aseguran que este estudio arroja nueva y valiosa información sobre la depresión en los jóvenes, señalan que aún no es claro por qué se dan las diferencias en los circuitos cerebrales. Este conocimiento, dicen, “ampliaría sustancialmente este estudio y ayudaría a arrojar luz sobre la utilidad clínica de los circuitos cerebrales funcionales como indicadores pronósticos para guiar la selección del tratamiento”.
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