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Infectar mosquitos con una bacteria, la novedosa estrategia para detener la malaria

Una bacteria natural, cuando es hospedada por los mosquitos, “detiene el desarrollo del parásito de la malaria en sus intestinos”, apunta una reciente investigación publicada en Science.

04 de agosto de 2023 - 09:08 p. m.
El descubrimiento fue hecho en un centro de investigación de GlaxoSmithKline (GSK) en España.
El descubrimiento fue hecho en un centro de investigación de GlaxoSmithKline (GSK) en España.
Foto: Getty Images
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Desde hace décadas, los médicos y científicos en gran parte del mundo vienen trabajando para desarrollar una vacuna que pueda proteger de manera completa contra la malaria, también conocida como paludismo. Las existentes, como la R21, una de las más recientes, protege en un 75 % frente a la malaria grave. (Puede leer: Nueva ley de maternidad en 2023 amplía el periodo de lactancia)

Por otra parte, los insecticidas que se han creado para contener a los mosquitos anofeles, que son quienes transmiten a los humanos el parásito Plasmodium, que es el que causa la enfermedad, no han sido efectivos, pues los insectos han desarrollado resistencia a dichos productos.

Mientras tanto, la malaria sigue afectando a más de 230 millones de personas actualmente y, para 2021, ocasionó la muerte de 593.000 más, según los datos del Informe Mundial sobre la Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 95 % de los casos, así como el 96 % de las muertes, se produjeron en África. (Le puede interesar: La primera cirugía pediátrica contra la epilepsia en Colombia se hizo en Kennedy)

Sin embargo, una nueva ventana para el tratamiento de esta enfermedad se abrió recientemente, según una investigación publicada hace algunas horas en la reconocida revista académica Science. Según explica la publicación, los científicos encontraron una bacteria natural que, cuando es hospedada por los mosquitos, “detiene el desarrollo del parásito de la malaria en sus intestinos”.

El descubrimiento fue hecho en un centro de investigación de GlaxoSmithKline (GSK) en España, cuando un grupo de científicos identificó que los mosquitos anofeles que estaban utilizando para investigar la malaria, se infectaban menos con el parásito Plasmodium. (También puede leer: Las células ‘robadas’ de una mujer revolucionaron la medicina. Ahora su familia será compensada)

Como cuentan en el estudio, encontraron que estos insectos albergaban algunas células de la bacteria Delftia tsuruhatensis TC1, la cual produce un alcaloide tóxico conocido como harmano. Los científicos encontraron que este alcaloide “inhibía el desarrollo de los gametos femeninos del parásito Plasmodium en el intestino del mosquito”.

Aunque los investigadores no saben cómo llego la bacteria hasta el mosquito, identificaron que aquellos insectos con D. tsuruhatensis tenían un 75 % menos de ooquistes de Plasmodium que, como explica la revista, son “estructuras parecidas a huevos que el parásito forma en el intestino del insecto”. (Puede interesarle: Encuentran irregularidades por más de $28.500 millones de la EPS Emssanar)

La siguiente fase fue realizar un experimento en roedores. Allí, dejaron que un grupo de mosquitos con la bacteria y otros sin la bacteria, picaran a dos grupos diferentes de ratones. Al analizar los resultados de este experimento, encontraron que solo un tercio de los roedores picados por los mosquitos con la bacteria desarrollo la enfermedad. En el otro grupo, el 100 % de los ratones presentó infección del parásito.

Para los científicos a cargo del descubrimiento, esta bacteria tiene el potencial de ser desplegada en criaderos de mosquitos para controlar la malaria. Explican que bastaría con dejar bolas de algodón con azúcar y la bacteria para que tres cuartas partes de los mosquitos sean colonizados con D. tsuruhatensis. (También puede leer: La mitad de la población podría desarrollar un trastorno mental a lo largo de su vida)

Science consultó a Carolina Barillas-Mury, directora del laboratorio de investigación sobre malaria y vectores de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, quien no hizo parte de la investigación. En la misma línea de los investigadores, Barillas-Mury aseguró que este método tiene “un gran potencial de ser aplicado sobre todo en zonas donde la malaria sigue siendo endémica”.

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