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Un grupo de investigadores de la Universidad de Lehigh y la Universidad de Bentley en Estados Unidos acaban de publicar lo que según ellos es el primer estudio que confirma una relación causal entre el plomo en el agua y resultados adversos para la salud fetal. La evidencia fue publicada en la revista el Journal of Health Economics. Los investigadores centran su estudio en Newark, una ciudad de Nueva Jersey que detectó en 2016 niveles elevados de plomo en el agua en 30 escuelas públicas. El 20 de septiembre de 2017 la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos confirmó que la presencia de plomo en el agua potable era de 27 partes por mil millones, el doble del máximo en el que las autoridades exigen medidas.
Antes de ir al estudio, hay que tener claro que el plomo es un metal pesado que puede llegar al agua potable cuando se disuelve o se desprende en escamas de las tuberías y accesorios de plomería. La EPA y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos coinciden en que no se conoce un nivel de plomo en la sangre de un niño, de un bebé o de un feto, que no sea peligroso.
“Una dosis de plomo que produciría poco efecto en un adulto puede producir un efecto significativo en un niño. En los niños, los bajos niveles de exposición se han relacionado con daños en el sistema nervioso central y periférico, problemas de aprendizaje, de crecimiento, discapacidad auditiva, y problemas de formación y función de los glóbulos”, dicen los CDC.
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La EPA estima que el agua potable puede representar el 20 % o más del total de la exposición al plomo de una persona. En los bebés que consumen en su mayoría leche hecha con agua, el agua potable puede representar del 40 % al 60 % de su exposición al plomo. Las autoridades norteamericanas reconocen que las casas construidas antes de 1986 tienen más probabilidades de tener tuberías, elementos fijos y soldaduras de plomo. La crisis en Newark expuso a altos niveles de plomo a mujeres embarazadas y niños, los investigadores utilizaron datos sobre las direcciones exactas de las casas de las mujeres embarazadas y encontraron evidencia de impactos adversos para la salud.
Entre los hallazgos más importantes, la Universidad de Lehigh resalta que la exposición prenatal al plomo aumentó la probabilidad de bajo peso al nacer en un 18 % y aumentó la probabilidad de parto prematuro en un 19 %. “Estos hallazgos tienen implicaciones políticas importantes, especialmente a la luz de la cantidad sustancial de tuberías de agua con plomo que siguen en uso como parte de la infraestructura envejecida y el cálculo de costo-beneficio de las intervenciones de reducción de plomo” señaló, citado por la universidad, Muzhe Yang, investigador principal.
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La EPA explica que “el plomo puede acumularse en nuestros cuerpos con el tiempo, y almacenarse en los huesos junto con el calcio. Durante el embarazo, el plomo es expulsado de los huesos como calcio materno y suele ayudar a formar los huesos del feto. Esto sucede en especial si la mujer no cuenta con suficiente calcio en su dieta. El plomo también puede cruzar la barrera placentaria, lo que expone el feto al plomo. Esto puede tener como consecuencia efectos graves en la madre y en el desarrollo de su feto, por ejemplo crecimiento limitado del feto y nacimiento prematuro”.