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“El covid-19 parece tener un origen en la crisis climática. Es como si fuera el primer campanazo de lo que nos espera”.
La frase la dijo Gustavo Petro en medio de un discurso en la Loma, César, donde estaba inaugurando el parque solar más grande de Colombia. Luego de que varios medios de comunicación la replicaran, varios críticos señalaron la “falta de rigor” del presidente a la hora de hablar de uno de los temas que ha atravesado su agenda: el cambio climático.
Es difícil saber con precisión a qué se refería Petro a la hora de establecer esa posible asociación. Si lo que quería decir era que el cambio climático fue el culpable de la aparición y transmisión el virus SARS-CoV-2, causante del covid-19, la respuesta corta es que se trata de una relación inexacta.
Varios grupos de investigación han indagado por la posible “intersección” que hay entre ambos fenómenos y han detectado puntos de encuentro, pero ninguno ha señalado al cambio climático el responsable de la aparición del coronavirus.
Una revisión de literatura que hizo el equipo liderado por Sheryl M. Zang, del College of Nursing, en Estados Unidos, y que fue publicado en Public health nursing en 2021, muestra que hay algunos elementos interconectados entre el cambio climático y la pandemia del covid-19. Por ejemplo, la pandemia, escribe, es un reflejo de la necesidad de que, desde la salud pública, se aborden con más frecuencia los diversos impactos ambientales en la salud de los seres humanos.
Una muestra de ello es que la destrucción de ecosistemas puede obligar a algunas especies a cambiar de hábitat, o puede acercar a los humanos a ciertos animales que podrían transmitirnos ciertos virus (basta recordar el caso del ébola). La alteración del hábitat, recordaban en un apartado, es uno de los principales impulsores de la “pérdida de biodiversidad”.
Otros grupos de investigadores también han hecho un esfuerzo por comprender si ciertas variables climáticas como la temperatura, la humedad o las precipitaciones podían incidir en la propagación del covid-19. Sin embargo, una revisión sistemática, es decir, un análisis de la evidencia disponible, publicada en 2023, muestra que encontrar una relación es algo que requiere de mucho más estudio.
Ese análisis, que apareció en la revista especializada Advanced Biomedical research, indica que, pese a que varios autores investigaron el papel de esas variables en la transmisión del covid-19, “la mayoría de los estudios tuvieron resultados contradictorios”. Su sugerencia es que sigan indagando.
De manera que una cosa es hacer un esfuerzo por detectar elementos que se pueden “interconectar” entre la “crisis climática” con lo que sucedió en la pandemia, y otra muy distinta es atribuirle a ese fenómeno el origen del covid-19, como lo hizo el presidente Gustavo Petro.
¿Cuál fue el origen, entonces? Aunque todavía no es del todo claro cuál fue el animal desde el que saltó el SARS-CoV-2 a los humanos, al parecer los murciélagos fueron el “huésped natural”, como sintetiza un grupo de profesores de la Universidad Médica de Shanxi (China) en este artículo del 2023 publicado en Transboundary and Emerging Diseases. De allí, posiblemente, saltó a otra especie. Las sospechas han recaído sobre los pangolines, cuya carne se comercializa en el mercado de Wuhan, donde se detectó el primer caso de covid-19, pero aún hace falta completar piezas de ese rompecabezas.
Sin embargo, pese a que Gustavo Petro hizo una asociación equivocada, no se puede omitir un hecho sobre el que hay cada vez más advertencias: el cambio climático sí está incidiendo en nuestra salud y es uno de los factores que pueden jugar un papel clave en futuras epidemias.
Cambio climático y los problemas de salud
Una buena manera de entender cuál es el impacto que ya está teniendo el cambio climático en la salud humana es darle una mirada al último informe Lancet Countdown (2023). En su elaboración se unieron estudiosos de asuntos climáticos con investigadores en temas de salud para demostrar la estrecha relación entre estos fenómenos.
Entre los 47 indicadores que reunieron hay uno muy cercano a Colombia: el dengue. El potencial de transmisión del dengue por Aedes aegypti ha aumentado en las últimas décadas, aseguran.
“Nuestra investigación revela que la mayor frecuencia de olas de calor y sequías de los últimos años aumentó en 127 millones la cantidad de personas afectadas de inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021 en comparación con el período 1981‑2010″, escribía también en las páginas de El Espectador la directora de ese informe, Marina Romanello.
Romanello tenía una buena frase que sintetizaba los resultados: “Con el agravamiento del cambio climático, sus efectos sobre la salud física y mental de las personas dejan de ser hipotéticos. Nuestra investigación revela que la mayor frecuencia de olas de calor y sequías de los últimos años aumentó en 127 millones la cantidad de personas afectadas de inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021 en comparación con el período 1981‑2010″.
“Abordar las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar que los riesgos para la salud relacionados con el clima no excedan la capacidad de adaptación de los sistemas que apoyan la salud es un imperativo para la salud”, señalaban los autores del documento el año pasado.
De hecho, si alguien quisiera dejar en evidencia la relación entre los combustibles fósiles con la salud, hay una buena cifra que resaltaba ese reporte: “La quema de carbón fue responsable de 560.000 muertes relacionadas con la exposición a material particulado (PM) 2,5 en 2020. Los impactos a largo plazo en la salud de la contaminación del aire derivada del carbón se cobrarán vidas durante décadas”.
Parte de sus recomendaciones, era transitar hacia las energías renovables limpias y justas, que permitan reducir la quema de combustibles fósiles.
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