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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                La historia de cómo llevar salud a una de las favelas más grandes de São Paulo

                                                                                                                                En Paraisópolis viven más de 100.000 personas en poco más de 12 kilómetros cuadrados. La media de muerte de los hombres es 20 años menor que la que tienen sus vecinos del barrio Morumbí, de los más ricos de São Paulo. Visitamos un enorme complejo de más de cinco mil metros cuadrados que busca llevar salud, educación y empleo.

                                                                                                                                Juan Diego Quiceno

                                                                                                                                Periodista de Vivir
                                                                                                                                Paraisópolis y al fondo el barrio rico de Morumbí
                                                                                                                                Foto: AP - Andre Penner
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Cerca de ese límite, a menos de 10 minutos dentro de ese caserío, un hombre de no más de 20 años espera hoy en una esquina de Paraisópolis con un celular. Le explican que estamos allí en una visita, que venimos con el Hospital Israelita Albert Einstein, que estaremos dos horas o poco más y partiremos de nuevo. Él escucha sin decir palabra, evitando cualquier contacto visual y golpeando lenta y suavemente la palma de su mano con el celular. Asiente solo una vez, guarda por fin el aparato y nosotros podemos seguir. (Puede leer: En Colombia están a punto de vencerse 190 mil dosis de vacunas para el covid-19)

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Sobre esa cifra pueden y recaen diversas condiciones: desde la deficiencia en atención sanitaria, hasta desigualdad social y económica. La fundación cree que este es un mejor diagnóstico de la desigualdad social en todas sus dimensiones presentes allí. (Le puede interesar: Gobierno autoriza aplicación de cuarta dosis para colombianos de 18 a 49 años)

                                                                                                                                Y es que Paraisópolis no es solo una favela más, es la segunda más grande de la urbe: en apenas 10 kilómetros cuadrados viven hacinadas más de 100.000 personas en 21 mil viviendas, estructuras de máximo dos pisos, amontonadas unas sobre otras y atravesadas (y unidas) por pequeños callejones que serpentean entre ellas y sirven como campo de batalla de organizaciones delincuenciales.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                ****

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                                                                                                                                Foto: Foto Reinaldo Canato - Foto Reinaldo Canato

                                                                                                                                Los fines de semana las calles de Paraisópolis se llenan de miles de jóvenes del resto de la ciudad que llegan a la favela a bailar al ritmo del funk carioca, un ritmo musical que se hizo famoso en Río de Janeiro y que combina el hip hop y la electrónica con letras de rap de contenido sexual. “Son bailes muy promiscuos”, explica Telma, con algo de razón. Durante esos días de bullicioso frenesí, el complejo de más de cinco mil metros cuadrados que lleva su nombre se cierra y con él todas las operaciones sociales y sanitarias que lleva a cabo.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Durante los últimos 24 años el PECP ha entendido la salud como un concepto integral que implica educación, empleo, cultura y deporte, además de lo sanitario. Así lo viene insistiendo la Organización Mundial de la Salud cuando habla de los determinantes sociales de la salud y de la visión integral de una persona, desde sus hábitos hasta el contexto.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Tenemos acción en seis grandes núcleos: arte y comunicación, formación profesional, educación, deporte, salud y servicio social”, explica Erika Kawamorita, coordinadora del programa. Ella es enfermera de formación y no nació en Paraisópolis. Llegó un día y creyó que era necesario hacer algo urgente, se encontró con Telma y se quedó. “Es una historia más difícil, pero desde entonces trabajamos especialmente con mujeres y niños en todas esas dimensiones”. El edificio es un interminable juego de salones conectados por pasillos decorados con fotografías, dibujos infantiles y mensajes de cuidado sexual y reproductivo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En uno de esos salones, una profesora toma un pañal, lo abre y lo ubica a un lado. Señala esas pequeñas pegatinas que se deben despegar y volver a juntar cuando ya esté puesto, explica cómo se debe hacer, que el pañal quede sujeto, lo suficiente para que no se caiga, lo flexible para que pueda mover las piernas. Antes hay que limpiarlo, echarle un poco de talco, sonreír mientras se esté haciendo: “Ellos sienten”. Lo hace con un muñeco, las mujeres que la atienden, la mayoría menores de 25 años, lo harán pronto con sus bebés de carne y hueso.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Todas ellas, si lo desean, pueden acceder a un dispositivo intrauterino (DIU) para planificar, pero no todas lo hacen. Casi la mitad de las familias que viven en Paraisópolis están encabezadas por mujeres con un ingreso bajo. A pocos metros de la clase de pañales, un olor a dulce de leche y a crema batida inunda el pasillo. Unas cinco mujeres están horneando pastel. “Un examen”, señala la maestra. Un par de tortas permanecen intactas. “La idea es que todas ellas puedan lograr encontrar un trabajo que les permita independencia laboral. Se trata de cursos de 4 o 5 meses que les otorga certificación”, explica Kawamorita. A veces los profesionales del centro tienen que intervenir en conflictos intrafamiliares, aunque ese no es su papel. En esos casos se concentran en la población infantil de las familias. (Puede leer: Hambre extrema se dispara en África y el Caribe, puntos críticos de la crisis climática)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los niños pasean por toda la institución, aprenden programación, reciben alimentación, conocen y juegan con otros que van vestidos con la camiseta amarilla de la selección de Brasil. Tienen contacto y trabajan con las familias desde la planificación hasta los dos años de los niños y niñas. Durante casi dos décadas, médicos, nutricionistas, psiquiatras y psicólogos han realizado más de seis millones de consultas y visitas. Elevar las condiciones de vida es un trabajo continuo. La esperanza es que a largo plazo los hombres y mujeres de Paraisópolis puedan llegar a vivir los mismos años que sus vecinos, de apenas diez minutos de distancia.

                                                                                                                                “Esta es una tarea que aún no es suficiente. La pandemia echó para atrás muchos de los esfuerzos, pero seguiremos aquí”. asevera Telma, antes de quedarse mirando en uno de los salones a un grupo de niños que practican en coro una canción siguiendo el compás de una maestra y su guitarra.

                                                                                                                                Paraisópolis y al fondo el barrio rico de Morumbí
                                                                                                                                Foto: AP - Andre Penner
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Cerca de ese límite, a menos de 10 minutos dentro de ese caserío, un hombre de no más de 20 años espera hoy en una esquina de Paraisópolis con un celular. Le explican que estamos allí en una visita, que venimos con el Hospital Israelita Albert Einstein, que estaremos dos horas o poco más y partiremos de nuevo. Él escucha sin decir palabra, evitando cualquier contacto visual y golpeando lenta y suavemente la palma de su mano con el celular. Asiente solo una vez, guarda por fin el aparato y nosotros podemos seguir. (Puede leer: En Colombia están a punto de vencerse 190 mil dosis de vacunas para el covid-19)

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Y es que Paraisópolis no es solo una favela más, es la segunda más grande de la urbe: en apenas 10 kilómetros cuadrados viven hacinadas más de 100.000 personas en 21 mil viviendas, estructuras de máximo dos pisos, amontonadas unas sobre otras y atravesadas (y unidas) por pequeños callejones que serpentean entre ellas y sirven como campo de batalla de organizaciones delincuenciales.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                ****

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                                                                                                                                Foto: Foto Reinaldo Canato - Foto Reinaldo Canato

                                                                                                                                Los fines de semana las calles de Paraisópolis se llenan de miles de jóvenes del resto de la ciudad que llegan a la favela a bailar al ritmo del funk carioca, un ritmo musical que se hizo famoso en Río de Janeiro y que combina el hip hop y la electrónica con letras de rap de contenido sexual. “Son bailes muy promiscuos”, explica Telma, con algo de razón. Durante esos días de bullicioso frenesí, el complejo de más de cinco mil metros cuadrados que lleva su nombre se cierra y con él todas las operaciones sociales y sanitarias que lleva a cabo.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Tenemos acción en seis grandes núcleos: arte y comunicación, formación profesional, educación, deporte, salud y servicio social”, explica Erika Kawamorita, coordinadora del programa. Ella es enfermera de formación y no nació en Paraisópolis. Llegó un día y creyó que era necesario hacer algo urgente, se encontró con Telma y se quedó. “Es una historia más difícil, pero desde entonces trabajamos especialmente con mujeres y niños en todas esas dimensiones”. El edificio es un interminable juego de salones conectados por pasillos decorados con fotografías, dibujos infantiles y mensajes de cuidado sexual y reproductivo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En uno de esos salones, una profesora toma un pañal, lo abre y lo ubica a un lado. Señala esas pequeñas pegatinas que se deben despegar y volver a juntar cuando ya esté puesto, explica cómo se debe hacer, que el pañal quede sujeto, lo suficiente para que no se caiga, lo flexible para que pueda mover las piernas. Antes hay que limpiarlo, echarle un poco de talco, sonreír mientras se esté haciendo: “Ellos sienten”. Lo hace con un muñeco, las mujeres que la atienden, la mayoría menores de 25 años, lo harán pronto con sus bebés de carne y hueso.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Todas ellas, si lo desean, pueden acceder a un dispositivo intrauterino (DIU) para planificar, pero no todas lo hacen. Casi la mitad de las familias que viven en Paraisópolis están encabezadas por mujeres con un ingreso bajo. A pocos metros de la clase de pañales, un olor a dulce de leche y a crema batida inunda el pasillo. Unas cinco mujeres están horneando pastel. “Un examen”, señala la maestra. Un par de tortas permanecen intactas. “La idea es que todas ellas puedan lograr encontrar un trabajo que les permita independencia laboral. Se trata de cursos de 4 o 5 meses que les otorga certificación”, explica Kawamorita. A veces los profesionales del centro tienen que intervenir en conflictos intrafamiliares, aunque ese no es su papel. En esos casos se concentran en la población infantil de las familias. (Puede leer: Hambre extrema se dispara en África y el Caribe, puntos críticos de la crisis climática)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los niños pasean por toda la institución, aprenden programación, reciben alimentación, conocen y juegan con otros que van vestidos con la camiseta amarilla de la selección de Brasil. Tienen contacto y trabajan con las familias desde la planificación hasta los dos años de los niños y niñas. Durante casi dos décadas, médicos, nutricionistas, psiquiatras y psicólogos han realizado más de seis millones de consultas y visitas. Elevar las condiciones de vida es un trabajo continuo. La esperanza es que a largo plazo los hombres y mujeres de Paraisópolis puedan llegar a vivir los mismos años que sus vecinos, de apenas diez minutos de distancia.

                                                                                                                                “Esta es una tarea que aún no es suficiente. La pandemia echó para atrás muchos de los esfuerzos, pero seguiremos aquí”. asevera Telma, antes de quedarse mirando en uno de los salones a un grupo de niños que practican en coro una canción siguiendo el compás de una maestra y su guitarra.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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