La reducción de la contaminación del aire mejora el desarrollo pulmonar de los niños
La investigación, realizada en Suecia, llega días después del décimo aniversario de la muerte de Ella Kissi-Debrah en Londres, una de las primeras personas en el mundo cuya acta de defunción apunta a la contaminación del aire como causa de muerte.
Ella Kissi-Debrah se convirtió en febrero de 2013 en la primera persona en el Reino Unido en tener la contaminación del aire como la causa de muerte en su certificado de defunción. Debrah murió, según el análisis forense, por insuficiencia respiratoria aguda, asma grave y exposición a la contaminación del aire, por encima de las pautas de la Organización Mundial de la Salud. Durante la vida de la niña, las emisiones de dióxido de nitrógeno en Lewisham, donde vivía, excedieron los límites legales.
Aunque se suele discutir mucho sobre la necesidad de reducir la contaminación, el efecto beneficioso de mejorar la calidad del aire en el desarrollo de la función pulmonar aún no se ha estudiado en profundidad. Una investigación, recientemente publicada en European Respiratory Journal, apunta a que un mejor aire está asociado directamente con una mejor tasa de crecimiento de la función pulmonar.
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Los investigadores siguieron una cohorte de 1.509 niños en Estocolmo nacidos entre 1994 y 1996 hasta que todos ellos cumplieron 24 años, con mediciones de la función pulmonar recopiladas a los ocho, 16 y 24 años respectiavemente. Durante esos años, la calidad del aire (medida en material particulado PM 2.5 y PM 10 entre otros) se redujo para la mayoría, aunque no para todos. El equipo encontró que las reducciones en la contaminación estaban asociadas con una mayor tasa de crecimiento de función pulmonar.
Por ejemplo, la tasa media de crecimiento del volumen espiratorio forzado en un segundo aumentó 4,63 ml al año por cada 2,19 μg/m 3 de disminución de PM2,5. También se observaron asociaciones similares para las reducciones de carbono negro y óxidos de nitrógeno. Los científicos hicieron ajustes de esas mediciones a medida que las personas crecían evaluando condiciones como el asma, la sensibilización alérgica, el sobrepeso, la exposición a la contaminación del aire en los primeros años de vida o la ingesta dietética de antioxidantes, sin que los resultados cambiasen.
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“Ese es un fuerte mensaje para los legisladores y urbanistas de que las acciones para disminuir el nivel de contaminación del aire y la exposición darán sus frutos a largo plazo, definitivamente, para los niños y a lo largo del curso de la vida”, dijo, citado por The Guardian, Erik Melén, coautor del nuevo estudio. “A la larga, cualquier mejora incremental en la función pulmonar tendrá un efecto positivo en el riesgo de adquirir enfermedades crónicas en la edad adulta, o incluso en la esperanza de vida”.
Ella Kissi-Debrah se convirtió en febrero de 2013 en la primera persona en el Reino Unido en tener la contaminación del aire como la causa de muerte en su certificado de defunción. Debrah murió, según el análisis forense, por insuficiencia respiratoria aguda, asma grave y exposición a la contaminación del aire, por encima de las pautas de la Organización Mundial de la Salud. Durante la vida de la niña, las emisiones de dióxido de nitrógeno en Lewisham, donde vivía, excedieron los límites legales.
Aunque se suele discutir mucho sobre la necesidad de reducir la contaminación, el efecto beneficioso de mejorar la calidad del aire en el desarrollo de la función pulmonar aún no se ha estudiado en profundidad. Una investigación, recientemente publicada en European Respiratory Journal, apunta a que un mejor aire está asociado directamente con una mejor tasa de crecimiento de la función pulmonar.
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Por ejemplo, la tasa media de crecimiento del volumen espiratorio forzado en un segundo aumentó 4,63 ml al año por cada 2,19 μg/m 3 de disminución de PM2,5. También se observaron asociaciones similares para las reducciones de carbono negro y óxidos de nitrógeno. Los científicos hicieron ajustes de esas mediciones a medida que las personas crecían evaluando condiciones como el asma, la sensibilización alérgica, el sobrepeso, la exposición a la contaminación del aire en los primeros años de vida o la ingesta dietética de antioxidantes, sin que los resultados cambiasen.
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“Ese es un fuerte mensaje para los legisladores y urbanistas de que las acciones para disminuir el nivel de contaminación del aire y la exposición darán sus frutos a largo plazo, definitivamente, para los niños y a lo largo del curso de la vida”, dijo, citado por The Guardian, Erik Melén, coautor del nuevo estudio. “A la larga, cualquier mejora incremental en la función pulmonar tendrá un efecto positivo en el riesgo de adquirir enfermedades crónicas en la edad adulta, o incluso en la esperanza de vida”.