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La “mala soledad” y el aislamiento social fueron reconocidos un problema de salud pública a nivel mundial por parte de la Organización Mundial de la Salud. Pero, todavía hay varias cosas que la ciencia no entiende sobre estos fenómenos y cómo afectan la salud.
Al estudiarla, es común hacer la distinción entre el aislamiento social, que son aquellas personas que tienen un círculo social muy reducido, nulo o con el que han perdido contacto. Mientras tanto, la “mala soledad” es entendida como la sensación de estar solo, a pesar de contar con un círculo social, y que esto genere malestar.
“Cualquier persona, en cualquier lugar, puede sentirse sola o socialmente aislada. En todas las edades y regiones, la soledad y el aislamiento social tienen graves repercusiones en nuestra salud física y mental, y en el bienestar de nuestras comunidades y de la sociedad”, escribía la OMS en 2023 con el lanzamiento de la comisión sobre Conexión Social, que busca generar acciones a nivel mundial para hacerle frente a este problema.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, encontró en un estudio publicado recientemente el mecanismo detrás de las afectaciones que la soledad puede generar en la salud física.
Los investigadores analizaron la información recopilada por el BioBank UK, un proyecto que contiene la información biológica y contextual de alrededor de 500.000 ciudadanos de Reino Unido. Allí, analizaron a más de 40.000 personas a las que se les había hecho seguimiento durante 14 años.
Al estudiarlas, encontraron que las personas que habían reportado sentirse solas o estar socialmente aisladas, presentaban en sus muestras de plasma proteínas que están relacionadas con el desarrollo de algunas enfermedades.
“Las proteínas vinculadas a estos constructos estuvieron implicadas en la inflamación, las respuestas antivirales y los sistemas del complemento. Más de la mitad de estas proteínas se vincularon prospectivamente con la enfermedad cardiovascular, la diabetes tipo 2, el accidente cerebrovascular y la mortalidad durante un seguimiento de 14 años”, escribieron los investigadores en el artículo.
Los científicos ya tenían pistas sobre esto desde hace varios años, cuando se encontró que el aislamiento social y la soledad podrían estar vinculados con la inflamación, debido a que son comportamientos sociales que generan estrés y pueden alterar el sistema inmune.
“La cantidad de proteínas significativamente vinculadas al aislamiento social es seis veces mayor que las asociadas con la soledad”, señalan en el texto. Esto podría indicar una mayor repercusión en la salud de aquellas personas que no cuentan con vínculos significativos.
Además, el estudio encontró que estos comportamientos sociales podrían tener una relación con la mortalidad que se genera vinculada a esas enfermedades.
Aunque se trata del primer estudio de este tipo que se hace en el mundo, los científicos creen que es un punto de partida importante para entender con mayor profundidad los vínculos entre la salud física y mental, con el fin de brindar atenciones oportunas y pertinentes a la población.
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