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No es sorprendente que en medio de una sociedad que se lo cuestiona todo, hasta la efectividad de las vacunas, los medicamentos antidepresivos empezaran a perder popularidad. La mezcla de escepticismo sobre si un fármaco realmente puede mejorar el estado de ánimo de las personas, creer que en muchos casos se trataba más bien de un efecto placebo o pensar que era un negocio promovido por las farmacéuticas, hicieron que a nivel mundial se abriera un debate sobre qué tan efectivos son o no los antidepresivos.
Al recetarlos, los psiquiatras suelen advertir que, efectivamente, no todo está en manos del fármaco. Como parte del tratamiento contra la depresión también se necesita asistir a una terapia psicológica –casi siempre la terapia de comportamiento cognitivo– y la voluntad que tenga el paciente para salir de ahí.
Por esto, buscando darle fin a una discusión que venía dando vueltas desde hace varios años, la revista científica The Lancet publicó uno de los estudios a mayor escala que se han realizado sobre el tema. Su conclusión apunta a que, a pesar de todas las dudas, los antidepresivos sí son efectivos, aunque algunos más que otros.
Para atreverse a cerrar así este debate, un grupo de médicos y profesores de varias universidades, entre ellas la de Oxford, analizaron los datos publicados y no publicados que existían sobre 21 antidepresivos. El trabajo, que duró seis años, incluyó más de 500 estudios en los que se analizaban los efectos de alguno de estos fármacos hasta ocho semanas después de ser tomados y se comparaban con el efecto placebo o con otras medicinas.
Prozac, el antidepresivo que más fama ha ganado y que ahora se vende bajo el nombre genérico de fluoxetina, quedó clasificado como uno de los menos efectivos, pero mejor tolerados por el organismo de los pacientes. Mientras, la amitriptilina se ganó el puesto del antidepresivo más efectivo, pero quedando en el sexto lugar de tolerancia.
Por su parte, las tres drogas que mejor clasificaron, teniendo en cuenta ambos factores, tanto efectividad como tolerancia, fueron la agomelatina, el escitalopram y la vortioxetina. La fluvoxamina, la reboxetina y la trazodona, en cambio, se llevaron la peor parte.
“Los primeros tres podrían ser considerados como la primera elección de los médicos. Aunque para depresiones severas las dos con mayor efectividad, la amitriptilina y la venlafaxina, también son una opción”, señaló al periódico The Guardian Sagar Parkh, médico psiquiatra de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, quien no estuvo involucrada en la investigación.
Sin embargo, ante esto, el doctor Andrea Cipriani, líder del estudio, también aclaró que la investigación no hace recomendaciones de por sí, pues cada droga trabaja de forma particular en cada paciente. Lo que sí afirmó es que, con esta publicación, queda comprobado que “el debate que giró alrededor de los antidepresivos fue más que todo ideológico”.
En general, siempre se ha creído que tanto los antidepresivos como la terapia cognitiva conductual han tenido un efecto similar. Una tasa de éxito que es del 60 % cuando son consistentes durando dos meses, cuando se reducen casi el 50% de los síntomas depresivos. El problema es que las estadísticas también han demostrado que la mayoría de los pacientes dejan el tratamiento cuando llegan al mes.
Es por esto por lo que varios expertos han advertido que es tiempo de repensar nuevos tratamientos. La mayoría de fármacos que se usan actualmente son los conocidos Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS), los cuales alivian la depresión al elevar los niveles de este neurotransmisor en el cerebro.
El problema es que debido a su creciente “mala fama”, muchos de los laboratorios farmacéuticos dejaron de invertir en nuevas fórmulas para aliviar la depresión. Así que mientras tanto, médicos y pacientes tendrán que contentarse con lo que hay, que, no sobra decir, no es algo malo.