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La urgencia de regular el alquiler de vientre en Colombia

Esta semana la Corte Constitucional le ordenó al Congreso regular la gestación subrogada. El procedimiento se lleva a cabo hoy en clínicas de fertilidad y tiene riesgos en la salud mental y física de las mujeres. A algunas no se les informa de esos riesgos.

Juan Diego Quiceno
09 de septiembre de 2022 - 02:00 a. m.
Las parejas que acceden a este “servicio” en Colombia son mayoritariamente extranjeras.
Las parejas que acceden a este “servicio” en Colombia son mayoritariamente extranjeras.
Foto: Getty Images/iStockphoto - Visual Generation
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Daniela Galván tiene 28 años, nació y vivió hasta hace poco en un poblado cerca a Cartagena, desde donde una noche de domingo conoció en un programa de televisión que podía “alquilar” su vientre.  “Era un reportaje en el que decían que uno podía ayudar a una pareja que no podía tener hijos”, dice. Hoy lleva en su vientre a un bebé de cinco meses de gestación que no tiene nada de su genética: el óvulo y el espermatozoide que lo fecundó son de una pareja suiza que todos los días le habla al WhatsApp con ayuda de un traductor.

La situación de Daniela y de muchas mujeres más ha estado en el debate público los últimos días a raíz del pronunciamiento de la Corte Constitucional, en el que le ordena al Congreso regular el “alquiler” de vientre. Hay una laguna sobre el tema: no está prohibido, pero tampoco hay un marco que estipule cómo se debe hacer. “Eso ha creado un vacío en el que están pasando muchas cosas”, afirma Angélica Bernal, magíster en bioética de la Universidad Javeriana.

Bernal ha estudiado el mercado de la gestación subrogada en Colombia. “Creo que las personas no se alcanzan a imaginar lo usual que es hoy en día que mujeres colombianas alquilen su vientre”, asevera. Se hace a través de las clínicas de fertilidad que captan a mujeres de 20 a 30 años (máximo) con condiciones de excelente salud, con al menos un hijo y que hayan tenido máximo una cesárea. Luego vienen estudios y análisis. (También puede leer: La historia de las 72 personas que han recibido sangre de cordón umbilical en Colombia)

“A uno le hacen muchos exámenes de sangre para encontrar enfermedades. Pasé también por varios psicólogos que me preguntaron si estaba segura de lo que iba a hacer”, cuenta Daniela. Esa evaluación física y de salud mental, en la que además la mujer tiene que dar su consentimiento, antecede el inicio del procedimiento médico y es vital y de preocupación hoy para los investigadores en el tema. “Lo que sucede con muchas mujeres es que el consentimiento es un papel que les dan para firmar y ya. No hay intención de concientizar sobre los riesgos médicos”, señala Bernal.

La ciencia de la subrogación

Hay dos formas de subrogación: en una la gestante sustituta no tiene ninguna relación genética con el embrión, es decir, el óvulo fecundado pertenece a otra mujer y ella “solo” lo alberga; en la otra modalidad, la mujer dona su propio óvulo. Esto último es cada vez menos usado debido a los problemas legales que podría acarrear para las parejas que acceden al “servicio”, pues el bebé tendría genética de la gestante sustituta, y por ende, si quisiera, ella podría reclamar derechos maternos sobre un ser humano que tendría su material genético.

Sea cualquiera de las dos formas, la mujer tiene que someterse a un procedimiento de fertilización in vitro, lo que implica múltiples inyecciones de hormonas en su cuerpo. Los efectos de esas hormonas suelen ser episodios de vómito, un ardor en la zona de la pelvis y falta de apetito. “Al inicio fue muy duro. Eso depende mucho de la mujer, hay algunas a las que no les da nada, pero no fue mi caso. Yo vivía mareada, tenía algo de dolor, no podía trabajar”, dice Daniela. ¿La clínica de fertilización le informó de los efectos o riesgos del procedimiento? “No, me dijeron que esto no tenía ningún tipo de riesgo médico”.(Le puede interesar: ¿Cuáles son los cánceres más frecuentes y los que más muertes causan en Colombia?)

La hormonización que implica la fertilización in vitro puede también generar un síndrome llamado hiperestimulación ovárica que, aunque es muy raro, es posible y puede acarrear la muerte. “En la inseminación también hay riesgos como la perforación de órganos o hemorragias. En el embarazo las mujeres pueden sufrir preeclampsia e hipertensiones altas”, agrega Bernal. Por lo menos dos estudios publicados en los últimos años en las revistas Fertility and Sterility y American Journal of Obstetrics and Gynecology, sugieren, tras seguimiento a gestantes sustitutas, que los embarazos de este tipo pueden tener más riesgos de complicaciones como la diabetes gestacional, la placenta previa y la cesárea.

Hay también riesgos en la salud mental. Hay mujeres que se arrepienten y que caen en una depresión posparto. La diferenciación entre gestación y maternidad es algo que sigue despertando debate. “Hay estudios que demuestran que el vínculo entre una mujer y el bebé comienza en los nueve meses de gestación: durante ese tiempo el bebé siente las emociones de la mujer”, dice Bernal. Los contratos que se firman no permiten el arrepentimiento, pues son renuncias al derecho sobre el embrión. “A mi me preguntan si me va a doler separarme del bebé. Yo ya me he concientizado: yo sé que este bebé no es mío, pero por eso es que una tiene que estar muy segura cuando se mete a esto”, dice Daniela.

La ansiedad es otra consecuencia usual, pues la mayor cantidad del dinero que se paga por ese servicio se entrega solo hasta que el bebé nace. Y si las mujeres no lo entregan “bien”, pues no les pagan. “Conozco casos de bebés en Colombia que no son recibidos porque nacen con alguna malformación, por ejemplo. O de mujeres que les roban, que nunca les terminan de pagar”, dice Bernal. Cuánto pagan por alquilar un vientre en Colombia, ante la ausencia de la regulación, depende de la mujer y de la zona del país. La profesora de la U. Javeriana encontró en su investigación que un proceso completo está costando alrededor de 100 millones de pesos, de los que 40 millones pueden llegar a la mujer gestante sustituta.

“En mi caso, está lejos de esa cifra. La plata sirve, claro, pero a mí no me dan tanto”, dice Daniela. En Facebook solo basta poner “alquilar vientres en Colombia” para encontrar anuncios que van desde ofertas de 20 millones de pesos hasta 60 millones de pesos. Algunos ofrecen que además de pagar esa cifra, van a afiliar a la mujer a una EPS. “No se puede perder de vista que las mujeres que acceden a alquilar su vientre son personas de muy bajo estrato socioeconómico cuya principal motivación es el dinero”; finaliza Bernal, y por eso, agrega, todo esto está atravesado de una inequidad social: “No es común ver a mujeres de estrato 6 en Colombia alquilando sus vientres. Si fuera altruista eso pasaría”.

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