Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Medellín se despertó hace poco con la noticia de que el indicador de desnutrición crónica de su población infantil (de cero a cinco años) creció en 2021. Según el programa Medellín Cómo Vamos, pasó de 7,4% en 2020 a 7,8% en 2021. El dato generó una gran polémica y varios señalamientos cruzados.
La cifra aparece en el informe más reciente sobre primera infancia que realiza Medellín Cómo Vamos, una alianza interinstitucional privada miembro de la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos. Desde 2006 esta organización hace seguimiento y análisis a la calidad de vida en la ciudad. Su reporte sobre desnutrición crónica durante el 2021 en niños y niñas de cero a cinco años es el más alto que haya monitoreado en los últimos ocho años.
“Eso nos preocupa porque estamos en una ciudad que tiene el segundo presupuesto de inversión más grande de Colombia. Nuestra labor siempre ha sido señalar aspectos buenos y malos y para nosotros es fundamental explicar que esta situación se debe a la pandemia, a la inflación que estamos viviendo, pero también a problemas de gestión de la administración —dice Luis Fernando Agudelo Henao, director de Medellín Cómo Vamos— La agudización de la conflictividad política no está sirviendo para resolver los problemas”.
Esa “conflictividad política” se refleja, por ejemplo, en la reacción al informe que tuvo el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, el 18 de octubre en el Consejo de Gobierno de la ciudad. Allí explicó lo que definió como un “sabotaje”. “La gente de Medellín Cómo Vamos, financiados por Sura, son juez y parte. Ellos fueron creados por el GEA (Grupo Empresarial Antioqueño), son financiados por Sura, por Proantioquia, son responsables fiscalmente de Hidroituango y son los que reportaron 61% menos de los niños para subir la tasa de desnutrición crónica, a pesar de que el número de casos ha bajado”, dijo Quintero. (También puede leer: Vacuna contra la viruela del mono: la incertidumbre de su llegada)
Pero, ¿se trata realmente de un sabotaje? Para entender esta supuesta teoría, primero hay que comprender de dónde sale la tasa de desnutrición crónica que presentó Medellín Cómo Vamos. “El indicador se construye sobre la base de los niños a los que efectivamente se les hacen tamizajes nutricionales”, explica Agudelo. Medellín tiene una población de cero a cinco años que alcanza los 176.000 niños, pero la cifra de desnutrición crónica no sale de ese total, sino de otro, más pequeño, que se refiere a los niños y niñas que van a citas de control en las que se les mide su talla y su peso.
Precisiones sobre la desnutrición
La desnutrición es un retraso en el crecimiento, la incapacidad de una persona de alcanzar la altura potencial para una edad determinada. Esas citas de control (es decir, el tamizaje) son desarrolladas por instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF), programas como Buen Comienzo y también por las EPS e IPS, y son reportadas a una base de datos llamada Sistema de Seguimiento Nutricional Infantil. En 2021, 97.080 niños y niñas de Medellín fueron a esas citas. De este total se calcula la tasa de desnutrición crónica.
En su Consejo de Gobierno, el alcalde Quintero mostró una gráfica que indicaba cuál sería la desnutrición crónica de Medellín si el cálculo se hiciera sobre la base de la población total de niños y niñas de la ciudad (176.000), y no sobre el dato de a cuántos se les mide talla y peso (97.080). Era mucho menor, claro, pero tenía un gran problema: era un cálculo equivocado que no se hace ni en Medellín ni en el resto de Colombia. Por el contrario, las tasas de desnutrición se basan en la información de la población que va a citas de control.
El alcalde Quintero también sugirió que esa cifra de niños y niñas con control de peso y talla, había sido “saboteada”. Según él, EPS como SURA no reportaron al Sistema de Seguimiento Nutricional Infantil todos los controles que hicieron. “Eso afecta la cifra. Al reducirse el número de casos reportados, que es la base, nos aumenta la tasa. Y ellos saben eso”, dijo. En otras palabras, las acusó de no reportar los controles de peso y talla. (Le puede interesar: Más de 190 mil personas conocieron su diagnóstico de VIH entre 2019 y 2022)
Pero hay varias cosas por aclarar. Es cierto que la población infantil que fue a controles de peso y talla durante 2021 en Medellín es menor que la que fue en 2018 (114.496 niños) o 2019 (115.464). ¿Y por qué varía esa cifra? El control de peso y talla se toma en el seguimiento de crecimiento y desarrollo que realizan, como ya se señaló, actores como el ICBF, programas como Buen Comienzo y entidades como las EPS. En el esquema ideal, las familias deben asistir a controles cada tres meses durante los primeros dos años de vida del niño. Después, y hasta los cinco años del niño, los controles se desarrollan cada seis meses. Y finalmente, entre los 5 y los 10 años, los controles se realizan una vez al año.
“Durante la pandemia, y debido a los confinamientos y a la presión sobre el sistema de salud, muchas familias dejaron de asistir a esos controles. Es cierto que no hemos recuperado los niveles que teníamos antes de la pandemia” dice Natalia Garay Molina, analista senior de Medellín Cómo Vamos en temas de nutrición y alimentación. Hay más elementos, agrega Garay: algunas familias no llevan los niños a las citas por miedo a las repercusiones que creen que tendría que sus hijos tengan una talla o un peso inadecuado y otras prefieren hacer esos controles con entidades privadas (aunque es probable que esos niños que van a consulta privada no tengan desnutrición, no hay cifras para saberlo).
Pero esta variación no explica el crecimiento en la tasa de desnutrición crónica durante 2021 en Medellín y un ejemplo para entenderlo es comparar las cifras de 2021 y 2018.
En 2018 se realizaron controles a 114.496 niños y se encontraron 7.857 casos de desnutrición crónica en la ciudad. En 2021, en cambio, se realizaron 97.080 controles (17 mil controles menos que los que se hicieron en 2018) y aun así se encontraron 7.543 casos de desnutrición crónica. “Si yo en 2021 tengo una base de niños que se hicieron los controles de crecimiento y desarrollo mucho más pequeña y encuentro casi el mismo o incluso más número de casos, significa que posiblemente la realidad sea más grave que la que está capturando el indicador, porque hay muchos niños que no se están midiendo”, dice Garay.
Para ella, además, la acusación de sabotaje del alcalde no apunta solo a las EPS sino también a decenas de profesionales técnicos en salud pública que trabajan, incluso, en la misma Secretaría de Salud de la Alcaldía de Medellín, a quien consultamos para esta nota, pero cuyo contacto fue imposible hasta el cierre de esta edición. (Le recomendamos: En Santander encuentran un hongo que protegería al cacao de un metal tóxico)
“Estas cifras de Medellín Cómo Vamos son exclusivamente de fuente de la Secretaria de Salud de Medellín, que está llena de personas absolutamente juiciosas. Pero no solo eso, son números que también revisan en Bogotá, en el Ministerio de Salud. Aquí no hay que darle vueltas a un denominador para que nos vaya bien en la gestión pública —señala Garay— Es claro que tenemos un problema de desnutrición infantil en Medellín”.
Igual de claro le parece el panorama a José Alberto Betancur, presidente de la Sociedad Colombiana de Pediatría en Antioquia. “Ese aumento lo hemos sentido en los centros de hospitalización de varias instituciones médicas de la ciudad, que han estado recibiendo más casos por mes. Ese incremento para nosotros es evidente. Lo que esperamos es que haya una reacción rápida de la institucionalidad”.
Despejadas las dudas sobre la cifra, la siguiente pregunta es la que hoy se hacen todos en Medelín: ¿Por qué subió la desnutrición crónica en la segunda ciudad con más presupuesto público de Colombia?
Una variedad de razones
El aumento de la desnutrición crónica infantil en Medellín es una confirmación más de las advertencias que organismos como las Naciones Unidas han hecho desde finales de 2020: la pandemia de covid-19 ha supuesto un golpe en la lucha contra la desnutrición global.
Según un informe que publicaba la FAO en julio pasado, hasta 828 millones de personas han padecido hambre en 2021: 46 millones de personas más que el año anterior y 150 millones más que en 2019. 149 millones de niños menores de cinco años sufrían retraso en el crecimiento y el desarrollo debido a la falta crónica de nutrientes esenciales en su dieta.
“Innegablemente, la pandemia afectó mucho en Medellín, como lo hizo en el resto del mundo. También es un hecho que estos indicadores siempre son multifactoriales. Una reducción o un crecimiento no se debe, nunca, a solo un componente. Ahora, ¿qué elementos particulares hay en nuestra ciudad? Lo que encontramos es que la calidad de vida de los niños de Medellín tiene una alta dependencia de lo que suceda con el programa Buen Comienzo. Cerca de la mitad de todos los niños de 0 a 5 de esta ciudad están en el programa. Y evidentemente allí hubo problemas”, señala Agudelo. (Puede leer: Regular el cannabis: que no se nos escape la discusión sobre salud pública)
Buen Comienzo es una estrategia de la Alcaldía de Medellín que reúne los esfuerzos institucionales para promover el desarrollo integral de los niños y sus familias durante sus primeros cinco años de vida a través de diferentes modalidades de atención. A inicios de 2021 el alcalde Daniel Quintero anunció cambios importantes en el funcionamiento del programa, que pasó de operar bajo la Secretaría de Educación, a convertirse en una unidad administrativa independiente. Esa transición implicó impactos que incluyeron, entre otros muchos, dos escenarios que aún son motivo de preocupación.
El primero tiene que ver con el seguimiento a la nutrición de los niños de Buen Comienzo. Tradicionalmente, eran los operadores (las fundaciones u organizaciones privadas que la Alcaldía contrata para brindar atención a los niños y sus familias) los que hacían el seguimiento del desarrollo nutricional de los niños en Medellín. En 2021 la administración decidió que esa tarea ya no sería de ellos, sino del Hospital Infantil Concejo de Medellín. “En nuestra opinión —dice Agudelo—, eso generó una escisión del problema de nutrición de los operadores, como si ese asunto ya no fuera responsabilidad de ellos”.
“Yo creo que es todo lo contrario”, responde Hugo Díaz, director de Buen Comienzo. “El seguimiento nutricional de los niños se realizaba cada tres meses, no era el idóneo. En el 2021 separamos la prestación del servicio del seguimiento nutricional, para hacerlo más frecuente: a los nutricionistas de los operadores les dejamos tareas como la educación nutricional o las dietas alimentarias, mientras conformamos un grupo independiente para hacer seguimiento a las medidas de los niños y niñas. Creo que hoy el programa funciona mucho mejor que antes”.
Para Díaz, de hecho, la gestión de Buen Comienzo durante 2021 sirvió de “contención” para que la cifra de desnutrición crónica no creciera aún más en la ciudad. “Lo que hacemos es contener el fenómeno, eso lo refleja que nuestra cifra de desnutrición crónica es menor”, dice. El programa calcula que entre los niños y niñas que atiende, la tasa de desnutrición crónica fue de 6.35% para 2021.
Si bien esta cifra de Buen Comienzo no es comparable a la que reporta Medellín Cómo Vamos porque este último organismo incluye niños que no necesariamente están en la atención del primero, sí sirve para dimensionar desde otro ángulo el panorama de la desnutrición crónica en Medellín. Aún siendo mucho más bajo, el dato de Buen Comienzo también creció respecto a 2020, cuando el indicador fue 6.31% (aunque sigue siendo más bajo que en 2017, que fue de 9,7%).
“Las dificultades que se tuvieron con la operación de la modalidad entorno familiar también están superadas”, reafirma Díaz. Se refiere, precisamente, a la segunda gran preocupación que concentra el informe de Medellín Cómo Vamos respecto a Buen Comienzo.
Según Medellín Cómo Vamos, “el año 2021 significó el inicio de operación más tardío de Entorno Familiar (la modalidad de Buen Comienzo que se encarga de atender a las madres gestantes y a los niños hasta dos años) de los últimos 7 años, debido a que solo se adjudicó el 22 de abril de 2021 y pudo iniciar los primeros días de mayo de 2021″. En 2018 o 2019 la operación había logrado iniciar el 1 de marzo. (Le puede interesar: A 400 km de Bogotá encuentran pistas de un hongo que preocupa al mundo)
“Los controles y la alimentación de la mujer en ese período y del niño, después de nacer, son vitales para su desarrollo”, explica Betancur, de la Sociedad Colombiana de Pediatría en Antioquia. “A pesar de que luego se compensó en días atendidos, el tiempo que se perdió no se recupera”, agrega Agudelo.
Durante los meses en los que no hubo operación de esa modalidad en 2021, Buen Comienzo señala que distribuyó más de 25 mil paquetes alimenticios entre las madres gestantes inscritas desde 2020. “Sabemos que la niñez en Medellín y en cualquier parte del mundo es una población frágil que en términos de pandemia fue más susceptible que el resto. Lo que queremos decirle a la ciudad es que todos los días nos levantamos para hacerlo mucho mejor y que todas las dificultades que se tuvieron por la transición, han sido resueltas”, finaliza Hugo Díaz, de Buen Comienzo.
Con esa última apreciación puede estar de acuerdo, en algún grado, Medellín Cómo Vamos. Para la Alianza es cierto que la situación se ha ido estabilizando en el programa. Para Agudelo, de hecho, las respuestas institucionales, si bien reactivas, están siendo adecuadas: “Más allá de las discusiones políticas que no están ayudando a resolver los problemas de ciudad, los datos siguen siendo los mismos, incluso si se presentan en un fondo negro, sin interpretación. El llamado es a cambiarlos”.
👩⚕️⚕️🩺 📄¿Quieres conocer las últimas noticias sobre salud? Te invitamos a verlas en El Espectador. 💉🩹🌡️