Las estudiantes de especialidades médicas también sufren acoso sexual y laboral
Insinuaciones sexuales, toques inapropiados y humillaciones públicos son algunos de los testimonios que muestran la situación que viven algunas de las residentes de cirugía en el país. Un estudio muestra que el 49% de ellos sufre acoso laboral, y más del 27% acoso sexual.
Luisa Fernanda Orozco
Uno de los médicos que supervisaba a Antonia*, con el que ella no tenía ningún tipo de confianza, le puso la mano en el hombro, se le acercó al oído y le dijo que “estaba muy buena”. Una situación similar le pasó a Daniela*: notó miradas lascivas, inapropiadas, por parte de uno de sus superiores. Cuando ella le reclamó, él le respondió “yo no le estoy mirando nada, pero no puedo negar que tiene unas tetas muy lindas”. “Luego me empezó a sobar la espalda, me sobaba y me sobaba. Le dije: ‘doctor, no me sobe más por favor’, y él me preguntó: ‘¿por qué? ¿Le dan cositas ahí abajo?’ Y yo: ‘pues doctor, la verdad me siento incómoda’. Desde eso, me la montó” (Lea también: ¿Qué ha pasado con las denuncias de homofobia en colegio privado de Medellín?).
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Uno de los médicos que supervisaba a Antonia*, con el que ella no tenía ningún tipo de confianza, le puso la mano en el hombro, se le acercó al oído y le dijo que “estaba muy buena”. Una situación similar le pasó a Daniela*: notó miradas lascivas, inapropiadas, por parte de uno de sus superiores. Cuando ella le reclamó, él le respondió “yo no le estoy mirando nada, pero no puedo negar que tiene unas tetas muy lindas”. “Luego me empezó a sobar la espalda, me sobaba y me sobaba. Le dije: ‘doctor, no me sobe más por favor’, y él me preguntó: ‘¿por qué? ¿Le dan cositas ahí abajo?’ Y yo: ‘pues doctor, la verdad me siento incómoda’. Desde eso, me la montó” (Lea también: ¿Qué ha pasado con las denuncias de homofobia en colegio privado de Medellín?).
Ambos testimonios, el de Antonia y Daniela, los conocimos luego de que conversáramos con la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR). Aunque no tenían datos muy claros sobre la situación actual del acoso laboral y sexual en residentes de medicina, o sea los médicos graduados que están especializándose, diseñaron un breve cuestionario y lo divulgaron por sus grupos de WhatsApp. Bastaron 24 horas para que, entre el 22 y 23 de junio, el buzón se llenara con 64 respuestas y 14 testimonios (No se pierda: Así es exigir justicia para las personas LGBTIQ+ en el sur de Córdoba y Bajo Cauca).
No solo contaron sus historias quienes sufrieron algún tipo de acoso, sino también compañeros preocupados por los actos inapropiados que vieron. Álex*, por ejemplo, cuenta que vio cómo una de sus compañeras fue acosada sexualmente por un cirujano: la encerró en un consultorio y le pidió que se cambiara su ropa de quirófano frente a él para determinar si era “apta para realizar procedimientos quirúrgicos”. Otras personas mencionaron situaciones diferentes, como humillación, gritos y maltrato frente a compañeros, pacientes y otros especialistas.
Los casos reunidos por la ANIR no son aislados. El 30 de junio de este año, la revista Biomédica, una de las más importantes en temas de salud en el país, publicó un estudio que ayuda a dimensionar lo que está sucediendo alrededor del acoso laboral y sexual en residentes. Uno de sus autores, Luis Carlos Domínguez, profesor de cirugía de la Universidad de la Sabana, explica que para realizar la investigación tuvo en cuenta al 80 % de residentes de cirugía del país.
Los resultados muestran que de los 302 hombres y mujeres que participaron de la investigación, el 49 % dijo haber sufrido algún tipo de acoso laboral y el 14,9 % acoso sexual. “El hallazgo más frecuente de acoso sexual fue hacia mujeres, y la mayor parte de los casos ocurrieron en las principales ciudades del país, sobre todo Bogotá, Medellín y Cali”, cuenta Domínguez.
Aunque el estudio se hizo durante 2020, en plena pandemia, tuvo en cuenta hechos ocurridos seis meses antes de que todo cambiara por el covid-19. Además, abarcó los 20 programas de residencia quirúrgica en Colombia, que cuentan con un riguroso proceso de selección de sus estudiantes. Cuando son aceptados, los residentes pasan allí la mitad de sus días, o más, durante 4 años, en promedio.
Álvaro Romero, psiquiatra de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (Ascofame), cuenta que sus turnos son largos, impredecibles, y la característica principal es el rigor y la competitividad. Así, a medida que avanza el tiempo, adquieren diversas capacidades y conocimientos en un ambiente donde la prioridad es garantizar el bienestar de las personas enfermas.
“La condición de los pacientes puede oscilar rápido entre la vida y la muerte, y eso genera mucha presión para los residentes”, dice Romero, quien también explica que, además de esas situaciones de tensión y responsabilidad, también hay un clima de claras jerarquías: la superioridad de los profesores y especialistas respecto a los residentes, e incluso entre los residentes mismos según el tiempo que lleven en el hospital. “No se trata de que el rigor esté mal porque, al fin y al cabo, lo que está en juego es la vida del paciente. Se trata de que los comportamientos entre el personal médico, en medio de tanta hostilidad, pueden cruzar los límites de lo que debería ser permitido. Eso termina convirtiéndose en caldo de cultivo para que el acoso sexual y laboral sucedan”, continúa Romero.
Lo que el estudio de Domínguez dice sobre el acoso sexual es que el 80 % de las personas que afirmaron sufrirlo, contaron que lo vivieron en forma de comentarios o actos sexuales indeseados. También se encontraron tres casos en los que los participantes dijeron sufrir de coerción, o sea intercambios sexuales con el fin de lograr ciertos objetivos.
Para Isabela Saavedra, médica residente de Pediatría y miembro de la junta directiva de ANIR, no es novedad que exista acoso sexual entre los residentes de cirugía. Incluso, ella dice que entre las mujeres es un secreto a voces. “Muchas de las médicas se advierten entre sí sobre cuáles cirujanos, especialistas y demás son los que tienen fama de acosadores”, cuenta.
Eso lo evidencia uno de los testimonios que obtuvo la ANIR en su sondeo. Laura* cuenta que recibió un mensaje de una de sus compañeras advirtiéndole que un docente iba en camino a la habitación donde ella estaba descansando luego de estar 24 horas en el hospital. “Salí corriendo de la pieza, porque esa persona tenía fama de haber acosado a una interna e incluso se rumora que salió de otro centro de salud por acoso sexual. Al sol de hoy, continúa trabajando en una de las instituciones más prestigiosas”, asegura.
Uno de los principales miedos de las víctimas, según Saavedra, es que haya repercusiones académicas y profesionales en su contra al denunciar. Romero coincide, pues, “los residentes tendrán que pasar los próximos 4 años de sus vidas en estos lugares de práctica. Por eso, a veces levantar la voz se vuelve tan complicado”.
Leonel Vega, presidente de la ANIR, opina que, en casos de acoso sexual y laboral, cuando el victimario tiene un cargo superior y la víctima uno menor, se genera una situación de sumisión. “Eso es muy difícil de manejar. El residente va a estar una buena parte de su tiempo en ese centro médico y no va a querer tener problemas. Eso se traduce en que las denuncias por presunto acoso sexual o laboral contra cirujanos de mayor experiencia a veces queden en la impunidad”, dice Vega.
¿Qué pasa con el acoso laboral?
Luego de salir de su jornada, Sandra* nos contó por teléfono la situación de acoso laboral que vivió durante una de sus rotaciones, o sea el mes en que tuvo que desempeñarse en otra área específica del hospital. “Un día, yo estaba al lado de un profesor. Estábamos hablando mientras él escribía, pero de un momento a otro se detuvo y me miró. Me dijo: doctora, usted que no es una mujer tetona, le va a ir muy mal en otra rotación” (Lea también: Ser lesbiana en Medellín: entre visibilidad y prejuicios).
Sandra quedó muy incómoda después de esa conversación. “Esa rotación fue una tortura. Los comentarios y humillaciones frente a otros especialistas y compañeros no paraban. Recuerdo mucho que, una vez, el mismo sujeto me dijo: doctora, usted sabe que las mujeres son como los labradores. Monas y brutas” (No se pierda: El 91% de la población colombiana considera que la maternidad no debe ser forzada).
La rotación debía durar un mes, en el que se supone que Sandra tendría que continuar aceptando ese tipo de comentarios a diario, que no solo eran sobre su apariencia física sino también sobre su desempeño profesional. Pero ella, en un acto de valentía, decidió escalar el caso. Primero habló con el coordinador de residentes, luego con integrantes del hospital y recursos humanos hasta que, en últimas, el proceso resultó en el despido del profesor, que se desempeñaba como urgentólogo.
Para Sandra fue muy difícil porque temía que eso perjudicara su calificación a final de mes. “Pensé en no decir nada, pero, luego de que escalé el caso, en recursos humanos no dudaron de mi palabra y por eso tomaron medidas correctivas”, cuenta ella. Sin embargo, su ambiente de trabajo se volvió hostil, pues algunos de sus compañeros, profesores y otros supervisores no tuvieron la misma reacción. Incluso llegaron a acusarla de “inventarse” los testimonios y ser responsable de un despido injustificado.
El caso de Sandra es uno entre muchos. En el estudio de Domínguez, se explica que el acoso laboral en residentes de cirugía puede presentarse cuando se reciben órdenes por encima de sus competencias o cuando sus puntos de vista son ignorados. También puede considerarse como tal la crítica permanente de los errores, los monitoreos con exhaustividad y las llamadas de atención excesivas que rayan, incluso, en la ridiculización frente a otros compañeros, superiores o pacientes. Cuando le preguntaron a los residentes quiénes cometían en mayor medida estos actos, los cirujanos se llevaron el primer puesto. Ciudades como Bogotá, Medellín y Cali concentraron el mayor número de casos.
Romero, de Ascofame, dice que el acoso laboral actual es menor al que podía existir hace 20 o 30 años, pues hoy hay más vías de apoyo para que los residentes denuncien lo que les sucede. “A veces suelen decir que las generaciones de hoy en día no aguantan nada, ni un comentario o chiste, pero eso le enseña a las generaciones pasadas que muchos de esos comportamientos, que afectan la autoestima y el desempeño laboral de una persona, son inaceptables”, afirma.
A veces denunciar también resulta difícil porque los residentes están en una especie de doble militancia: deben responderle a su universidad y también al centro médico donde trabajan. En caso de que se presente un acoso sexual o laboral, ambas instituciones tienen conductos regulares diferentes, y eso, según Vega, puede representar un obstáculo. “Incluso, a veces, los centros de salud no tienen cercanía con la universidad. Eso hace que los estudiantes se encuentren desprotegidos dentro de cada uno de los servicios por donde están rotando”, dice.
Es por eso que Domínguez hace énfasis en que es muy importante generar mayor conciencia sobre rutas de atención para acoso sexual y laboral. Incluso, afirma él, su estudio no pudo abarcar muchos puntos esenciales, como las líneas a las que los residentes pueden acudir para pedir ayuda, aunque él espera que en un futuro pueda hacerse una investigación más detallada.
La necesidad urgente de cuidar la salud mental
Las situaciones de acoso sexual y laboral también parecen influir en el rendimiento de los residentes. Sandra, por ejemplo, dice que ella sintió mucha desmotivación cuando sufrió acoso laboral por parte de uno de sus docentes. Romero va más allá: asegura que algunos estudiantes deciden desertar por exceso de presión y hostilidad en su ambiente de trabajo.
Al preguntarle sobre los residentes de cirugía, Vega afirma que el síndrome de burnout, o sea el desgaste físico y mental en el trabajo, también es una realidad. “Esto se debe a la alta carga laboral y emocional. Según la Ley del residente (1917 de 2018), ellos no se pueden pasar de las 66 horas semanales de trabajo, pero aunque esto ha intentado implementarse, algunas instituciones prestadoras de servicios de salud incumplen porque usan a sus residentes como mano de obra barata”, explica Vega.
Aunque en décadas anteriores no era un tema de conversación frecuente, hoy la salud mental del quienes trabajan en el mundo médico se ha convertido en un asunto prioritario. Cada vez hay más evidencias de los desafíos por resolver, especialmente después de la pandemia. En el caso de los residentes también hay algunas investigaciones que ayudan a entender la situación.
En mayo de este año, por ejemplo, la Revista Colombiana de Psiquiatría, publicó los resultados de un estudio liderado por la doctora María Adelaida Posada Uribe, psiquiatra de la Clínica CardioVID, en Medellín. El equipo evaluó el bienestar mental de quienes estaban haciendo alguna especialización médica y la percepción del “ambiente educacional” en un centro de Medellín.
Entre otras cosas, detectaron que la percepción era menos positiva entre los residentes de gineco obstetricia, cirugía general y urología, lo que significó “menor bienestar mental en este grupo de médicos”. Un buen “entorno educacional”, recordaban los autores, tiene una relación clara con el bienestar mental de esos alumnos.
En 2019, otro grupo de investigadores publicó en The New England Journal of Medicine otros resultados de un estudio que muestran una situación similar en otros países. De una encuesta hecha a 7.409 residentes de los 262 programas de residencia quirúrgica de Estados Unidos. El 31,9 % de ellos informó discriminación basada en su género; el 30,3 % informó abuso verbal o físico (o ambos) y el 10,3 % reportó acoso sexual.
“Las tasas de todas las medidas de maltrato fueron más altas entre las mujeres; El 65,1% de ellas denunciaron discriminación de género y el 19,9% denunciaron acoso sexual”, apuntaron los autores.
Más adelante desvelaban una de las posibles consecuencias de ese escenario: “El 38,5% de los residentes informaron síntomas de agotamiento semanal y el 4,5% informó haber tenido pensamientos suicidas durante el último año”.
Un par de cifras más que publicó un equipo de profesores en junio del año pasado en la revista World Journal of Surgery, resume lo que está ocurriendo en ese entorno de educación médica. Tras analizar 25 estudios de diferentes países que se publicaron entre 2010 y 2020 y que sumaban, en total, datos de 29.980 residentes de cirugía, concluyeron que más del 60% sufrieron bullying, 29% acoso y 27% acosos sexual. La conclusión, en últimas, siempre es la misma: las mujeres residentes experimentaron todos esos comportamientos con más frecuencia.