Las familias también son aliadas en el tratamiento en salud mental
Las familias no son culpables de las enfermedades mentales de sus miembros, pero sí tienen la responsabilidad de jugar un papel esencial la recuperación de su ser querido.
Juanita Gempeler R*
Maritza Rodriguez Guarín**
Muy a menudo, los familiares de las personas que se enfrentan a trastornos mentales como la ansiedad, la depresión, los trastornos adictivos o de la alimentación, preguntan con vergüenza y con sensación de culpa: “¿qué fue lo que hicimos o lo que dejamos de hacer para que esto pasara?”. La respuesta a esta pregunta es muy clara: las familias no son culpables de las enfermedades mentales de sus miembros, pero sí tienen la responsabilidad de jugar un papel activo en el manejo y la recuperación de su ser querido.
La pregunta es lógica, puesto que, al concebir un hijo, le trasmitimos la carga genética que viene de ambos padres, y luego ese hijo se cría en un ambiente familiar en el que generalmente están sus padres y que puede ser más o menos favorable para su desarrollo. Sin embargo, lo que hay que tener claro es que la genética, que sin lugar a duda incide en lo que un individuo puede llegar a ser, en una especie tan compleja como la nuestra, lo que transmite son posibilidades, no determinantes del comportamiento. Es decir, se trasmiten opciones, pero el sujeto no necesariamente tiene que desarrollarlas.
La crianza siembra los pilares para la futura expresión de esas posibilidades y, junto con las experiencias que el individuo va teniendo en la vida, se facilita o no su aparición. Lo que no podemos olvidar es que esto es válido para las vulnerabilidades, pero también para los factores de protección, que son todos aquellos atributos, circunstancias, características y condiciones vinculados al comportamiento prosocial, que potencian las capacidades de un individuo para afrontar con éxito determinadas situaciones adversas. El ser humano al desarrollarse se convierte en un ser independiente y distinto de sus padres, no es la extensión de ellos, en lo bueno y en lo malo, en lo que nos gusta y en lo que no.
El trabajo con familias es conocido de larga data en el área de la salud mental. Ha habido momentos en la historia en los cuales las familias han sido señaladas como culpables de los problemas de sus hijos y, de hecho, en muchos momentos se ha hablado de la necesidad de separar a los hijos de las familias, lo que se ha conocido como “parentectomía”. Esto sigue siendo utilizado hoy en día cuando se identifica que un entorno familiar puede ser perjudicial para el hijo o que la presencia de un hijo, por su problemática, puede ser perjudicial para otros miembros de la familia. Sin embargo, hoy en día esta es la excepción y no la regla.
En Colombia, los grupos multifamiliares vienen siendo utilizado desde hace varios años en instituciones públicas y privadas, y en entornos urbanos y rurales, con resultados muy satisfactorios y con una buena aceptación de los pacientes y sus cuidadores. El trabajo con familias enfatiza las dinámicas entre los miembros y busca el apoyo que el paciente necesita en su círculo cercano. Vale la pena señalar que estos tratamientos no son terapias familiares (que también pueden ser muy útiles), sino que buscan centrarse en cómo los familiares pueden facilitar o mantener la expresión de los síntomas en sus seres queridos.
La experiencia multifamiliar va más allá del espacio grupal y se constituye como una forma novedosa de vivir las dificultades emocionales y psicológicas, de compartir con otras personas y de aprender junto a los demás. Este enfoque se puede utilizar en una variedad de entornos para la terapia para pacientes hospitalizados y ambulatorios, con diversos grados de intensidad. Los miembros de la familia pueden encontrar útil aprender de otras familias cómo afrontar los problemas. Una ventaja importante de la intervención multifamiliar es que es menos costosa y facilita que los miembros de la familia puedan establecer conexiones entre ellos para crear sus propios grupos de apoyo para ayudarse fuera de las sesiones.
En Colombia se reportan varias experiencias que vale la pena resaltar: los grupos de Al-Anon, Alateen y Nar-Anon, son grupos multifamiliares que existen a nivel mundial y están diseñados para todos aquellos afectados por la adicción de alguien más. Funcionan en nuestro país desde el año 1959 y son de gran ayuda para la comprensión y el manejo de las dinámicas familiares en los temas adictivos. La evidencia de su utilidad es inmensa.
En su aplicación a otras problemáticas, queremos resaltar algunas experiencias en Colombia en los últimos años: Caycedo et al. (2009), de la universidad del Rosario en Bogotá, usaron esta metodología en una unidad de cuidado de salud mental y concluyeron que este tipo de intervenciones estratégicas breves son costo efectivas y bien recibidas por pacientes y terapeutas. Jordán et al. (2022) reportan el uso de una intervención multifamiliar para niños con problemas conductuales y emocionales en población semirrural, en Aranzazu, en el norte de Caldas, Colombia. Esta intervención multifamiliar tuvo una muy buena aceptación de los participantes, tanto cuidadores como niños y terapeutas.
En el área de los trastornos de la alimentación (TCA), Equilibrio viene trabajando, desde hace más de ocho años, con grupos multifamiliares para el entrenamiento en habilidades de manejo de seres queridos con TCA en dos modalidades: un grupo de corte psicoeducativo con opción de hacer preguntas y compartir experiencias al finalizar cada sesión (Programa Vínculo), el cual ha entrenado a más de 1470 familias a nivel nacional e internacional, y otra opción dirigida a un máximo de 8 familias simultáneamente (Grupos Multifamiliares) que ha llegado a más de 87 familias a la fecha, en el que se busca desarrollar habilidades de solución de problemas de las familias frente al reto de vivir con un ser querido con un TCA.
Las familias encuentran estas alternativas como útiles, generadoras de esperanza. Al ver a otras familias en el camino de la recuperación, se sienten acompañadas. Estos grupos son viables, bien aceptados y se constituyen en un complemento para el tratamiento de sus seres queridos.
*Psicóloga clínica, FAED, codirectora científica Equilibrio
** M.D. Psiquiatra, MSc Epidemiología, codirectora científica Equilibrio
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Muy a menudo, los familiares de las personas que se enfrentan a trastornos mentales como la ansiedad, la depresión, los trastornos adictivos o de la alimentación, preguntan con vergüenza y con sensación de culpa: “¿qué fue lo que hicimos o lo que dejamos de hacer para que esto pasara?”. La respuesta a esta pregunta es muy clara: las familias no son culpables de las enfermedades mentales de sus miembros, pero sí tienen la responsabilidad de jugar un papel activo en el manejo y la recuperación de su ser querido.
La pregunta es lógica, puesto que, al concebir un hijo, le trasmitimos la carga genética que viene de ambos padres, y luego ese hijo se cría en un ambiente familiar en el que generalmente están sus padres y que puede ser más o menos favorable para su desarrollo. Sin embargo, lo que hay que tener claro es que la genética, que sin lugar a duda incide en lo que un individuo puede llegar a ser, en una especie tan compleja como la nuestra, lo que transmite son posibilidades, no determinantes del comportamiento. Es decir, se trasmiten opciones, pero el sujeto no necesariamente tiene que desarrollarlas.
La crianza siembra los pilares para la futura expresión de esas posibilidades y, junto con las experiencias que el individuo va teniendo en la vida, se facilita o no su aparición. Lo que no podemos olvidar es que esto es válido para las vulnerabilidades, pero también para los factores de protección, que son todos aquellos atributos, circunstancias, características y condiciones vinculados al comportamiento prosocial, que potencian las capacidades de un individuo para afrontar con éxito determinadas situaciones adversas. El ser humano al desarrollarse se convierte en un ser independiente y distinto de sus padres, no es la extensión de ellos, en lo bueno y en lo malo, en lo que nos gusta y en lo que no.
El trabajo con familias es conocido de larga data en el área de la salud mental. Ha habido momentos en la historia en los cuales las familias han sido señaladas como culpables de los problemas de sus hijos y, de hecho, en muchos momentos se ha hablado de la necesidad de separar a los hijos de las familias, lo que se ha conocido como “parentectomía”. Esto sigue siendo utilizado hoy en día cuando se identifica que un entorno familiar puede ser perjudicial para el hijo o que la presencia de un hijo, por su problemática, puede ser perjudicial para otros miembros de la familia. Sin embargo, hoy en día esta es la excepción y no la regla.
En Colombia, los grupos multifamiliares vienen siendo utilizado desde hace varios años en instituciones públicas y privadas, y en entornos urbanos y rurales, con resultados muy satisfactorios y con una buena aceptación de los pacientes y sus cuidadores. El trabajo con familias enfatiza las dinámicas entre los miembros y busca el apoyo que el paciente necesita en su círculo cercano. Vale la pena señalar que estos tratamientos no son terapias familiares (que también pueden ser muy útiles), sino que buscan centrarse en cómo los familiares pueden facilitar o mantener la expresión de los síntomas en sus seres queridos.
La experiencia multifamiliar va más allá del espacio grupal y se constituye como una forma novedosa de vivir las dificultades emocionales y psicológicas, de compartir con otras personas y de aprender junto a los demás. Este enfoque se puede utilizar en una variedad de entornos para la terapia para pacientes hospitalizados y ambulatorios, con diversos grados de intensidad. Los miembros de la familia pueden encontrar útil aprender de otras familias cómo afrontar los problemas. Una ventaja importante de la intervención multifamiliar es que es menos costosa y facilita que los miembros de la familia puedan establecer conexiones entre ellos para crear sus propios grupos de apoyo para ayudarse fuera de las sesiones.
En Colombia se reportan varias experiencias que vale la pena resaltar: los grupos de Al-Anon, Alateen y Nar-Anon, son grupos multifamiliares que existen a nivel mundial y están diseñados para todos aquellos afectados por la adicción de alguien más. Funcionan en nuestro país desde el año 1959 y son de gran ayuda para la comprensión y el manejo de las dinámicas familiares en los temas adictivos. La evidencia de su utilidad es inmensa.
En su aplicación a otras problemáticas, queremos resaltar algunas experiencias en Colombia en los últimos años: Caycedo et al. (2009), de la universidad del Rosario en Bogotá, usaron esta metodología en una unidad de cuidado de salud mental y concluyeron que este tipo de intervenciones estratégicas breves son costo efectivas y bien recibidas por pacientes y terapeutas. Jordán et al. (2022) reportan el uso de una intervención multifamiliar para niños con problemas conductuales y emocionales en población semirrural, en Aranzazu, en el norte de Caldas, Colombia. Esta intervención multifamiliar tuvo una muy buena aceptación de los participantes, tanto cuidadores como niños y terapeutas.
En el área de los trastornos de la alimentación (TCA), Equilibrio viene trabajando, desde hace más de ocho años, con grupos multifamiliares para el entrenamiento en habilidades de manejo de seres queridos con TCA en dos modalidades: un grupo de corte psicoeducativo con opción de hacer preguntas y compartir experiencias al finalizar cada sesión (Programa Vínculo), el cual ha entrenado a más de 1470 familias a nivel nacional e internacional, y otra opción dirigida a un máximo de 8 familias simultáneamente (Grupos Multifamiliares) que ha llegado a más de 87 familias a la fecha, en el que se busca desarrollar habilidades de solución de problemas de las familias frente al reto de vivir con un ser querido con un TCA.
Las familias encuentran estas alternativas como útiles, generadoras de esperanza. Al ver a otras familias en el camino de la recuperación, se sienten acompañadas. Estos grupos son viables, bien aceptados y se constituyen en un complemento para el tratamiento de sus seres queridos.
*Psicóloga clínica, FAED, codirectora científica Equilibrio
** M.D. Psiquiatra, MSc Epidemiología, codirectora científica Equilibrio
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