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Una de los desafíos técnicos que trajo al sector salud la pandemia de COVID-19, es el diagnóstico mediante pruebas especializadas de biología molecular. El tener capacidad para hacer las pruebas de PCR se convirtió así en un indicador temprano de la capacidad territorial para hacer frente a la pandemia.
Una de los desafíos técnicos que trajo al sector salud la pandemia de COVID-19, es el diagnóstico mediante pruebas especializadas de biología molecular. El tener capacidad para hacer las pruebas de PCR se convirtió así en un indicador temprano de la capacidad territorial para hacer frente a la pandemia. Colombia, como país y gracias al Instituto Nacional de Salud, pudo hacer diagnósticos rápidamente. Sin embargo, a nivel de las entidades territoriales, hubo grandes diferencias que indican el nivel de interés político y la capacidad técnica y de gestión, que han tenido gran influjo en la forma diferencial que ha tenido la pandemia, a lo largo y ancho del país. Si bien esto es una causa política de inequidad, requiere un análisis más profundo que podemos dejar para más adelante, y pasar mientras a hechos más concretos de la cotidianidad de los ciudadanos.
Las indicaciones de cuando hacer una prueba diagnóstica han sido definidas claramente por el Instituto Nacional de Salud en diferentes momentos, contando con el apoyo científico de la Asociación Colombiana de Infectología y otras sociedades científicas. Es decir, en relación a lo técnico-científico siempre se contó con un muy buen respaldo, y la sociedad colombiana puede estar tranquila de que se hizo lo mejor posible, dentro de la incertidumbre científica de cada momento. Sin embargo, indicaciones, lineamientos y políticas no son suficientes si no se llevan a cabo de manera adecuada, y con un enfoque que busque eliminar, o por lo menos disminuir, las desigualdades e inequidades sociales. Y esto es responsabilidad de las autoridades locales y las EPS a las que estemos afiliados. Veamos algunos casos que sirven para ilustrar como las inequidades sociales históricas en el país pesan a la hora de tener un adecuado manejo de la pandemia, expresado en la realización de pruebas diagnósticas. En algunos casos el dinero, en otros el poder permiten tener un acceso más rápido a las pruebas diagnósticas.
Varias noticias han aparecido en los medios indicando algunos hechos que sugieren que las pruebas diagnósticas no han sido usadas de manera equitativa. Una pregunta para saber si hemos participado de esta inequidad sin saberlo es ¿cuántas pruebas me han realizado? Si alguien contesta que ha tenido varias pruebas, es posible que esté participando en el incremento de las brechas sociales o sea parte de un grupo que no está cumpliendo con el distanciamiento físico. En este segundo caso, la cuestión que empieza a tener importancia es el nivel de empatía, solidaridad y conciencia ciudadana de cada persona. Sin duda habrá otras razones para tener muchas pruebas de PCR, pero su ocurrencia será menor pues no hay muchos casos de vigilancia usando estas pruebas de manera rutinaria dado su costo.
Los medios han reportado que algunos gobernantes y personas de reconocimiento público han tenido muchas pruebas. Uno de los casos más conocidos es el de la alcaldesa de Bogotá que hasta hace pocos días había tenido 12 pruebas, todas negativas (1). Los motivos en este caso parece son por razón a su trabajo o viaje al exterior, siguiendo así la normatividad vigente. Otro caso célebre es el del fiscal general que después de infectarse en el mes de septiembre tuvo 4 pruebas pese a que su cuadro clínico fue leve, pues nunca dejó el cargo y estuvo aislado en su domicilio, y la noticia era que la infección se le había demorado más de lo habitual.
Esto pese a que para esa época el Ministerio de Salud y la Asociación Colombiana de Infectología ya no recomendaban el tener un resultado de prueba negativa para definir el momento de recuperación. Recordemos que en julio se cambió la indicación de prueba para indicar recuperación de la infección; sólo era requerido que pasará un tiempo y se consideraba “recuperado”, a menos que fuera un caso donde el cuadro clínico lo ameritara.
También hubo casos de familiares de gobernantes que mostraban su recuperación con pruebas negativas de PCR. Es, por ejemplo, el caso de la esposa del gobernador de Santander, del que en twitter se informó del hecho. ¿Hasta qué punto se cumplió el lineamiento institucional de hacer pruebas con prioridad a grupos de riesgo, personas hospitalizadas, trabajadores de la salud o con síntomas de moderados a graves? Sin duda se podrá decir que los médicos indicaron se hicieran las pruebas, pues el lineamiento lo permitía, pero en casos leves o asintomáticos todo sugiere que es más un diferencial de calidad en la atención médica de acuerdo al grupo poblacional al que se pertenezca.
Contrastemos ahora los casos mencionados con los de un ciudadano común. Hay mil historias que llegan a nuestros oídos de personas que estuvieron en contacto cercano con otra que tenía un diagnóstico positivo, y pese a la insistencia ante su EPS no logran tener una prueba, o cuando lo logran sus resultados demoran muchos días, lo que obstaculiza las acciones de la vigilancia en salud pública. Si se pudieran hacer los análisis de las tasas de realización de pruebas diagnósticas comparando grupos étnicos o estratos socioeconómicos, por poner dos ejemplos, se podría evidenciar esta desigualdad innecesaria. Esto resulta muy importante dado que ahora estamos empezando un nuevo desafío relacionado con las vacunas, lo que sin duda abre un sinnúmero de complejidades que esperamos el gobierno nacional y las autoridades locales sean capaces de manejar con un enfoque que disminuya las brechas sociales. No es solo tener capacidad económica para tener vacunas y los equipos e insumos para su aplicación, sino la conciencia de que los más necesitados son los más vulnerables y requieren prioridad y manejos más cuidadosos.
Para los que quedan con la duda, finalizo señalando que a la fecha solo he tenido una prueba rápida a comienzos de la pandemia y otra de antígenos a finales de 2020, ambas con resultado negativo, por haber estado reunido con autoridades que resultaron positivas. Y sí, soy un favorecido dentro de una sociedad altamente inequitativa.
*Alvaro J Idrovo, Médico, PhD Epidemiología- profesor Titular, Universidad Industrial de Santander