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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como “cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía”. Ese organismo es claro en recomendar actividades físicas aeróbicas moderadas durante al menos 150 a 300 minutos; o actividades físicas aeróbicas intensas durante al menos 75 a 150 minutos para adultos por día. Hay una razón: la actividad física, tanto moderada como intensa, mejora la salud, en especial, ayuda a reducir los riesgos cardiovasculares y de mortalidad por todas las causas Pero, al parecer, no lo hace siguiendo el mismo camino en hombres y mujeres. (Puede ver: El niño que se curó de un cáncer cerebral)
Un nuevo estudio publicado en Journal of the American College of Cardiology analizó los datos de 412.413 adultos estadounidenses que proporcionaron información sobre actividad física en el tiempo libre. Los científicos examinaron asociaciones por múltiples variables de sexo, medidas de actividad física (frecuencia, duración, intensidad) con mortalidad por todas las causas y cardiovascular desde 1997 hasta 2019.
Durante el período de seguimiento (que abarcó más de 4.9 millones de años-persona) se registraron 39,935 muertes, incluyendo 11,670 por enfermedades cardiovasculares. El estudio reveló que la participación regular en actividad física en el tiempo libre se asoció con un 24% menos de riesgo de mortalidad por todas las causas en mujeres y un 15% en hombres. Los hombres obtenían el máximo beneficio de supervivencia con 300 minutos por semana de actividad moderada a vigorosa, mientras que las mujeres alcanzaban un beneficio similar al de ellos, realizando 140 minutos de actividad física por semana.
Es decir, las mujeres, en comparación con los hombres, obtuvieron mayores beneficios en la reducción del riesgo de mortalidad cardiovascular y por todas las causas con dosis equivalentes de actividad física en el tiempo libre. (Puede ver: Sí, han aumentado los casos de covid-19, pero no hay que alarmarse)
Hay varias hipótesis que podrían explicar esto. Los científicos escriben que se sabe desde hace mucho tiempo que los hombres tienen una capacidad de ejercicio considerablemente mayor que las mujeres en todas las edades. “Esto puede deberse en parte a atributos que incluyen, en promedio, corazones proporcionalmente más grandes, vías respiratorias pulmonares más anchas, mayor capacidad de difusión pulmonar y fibras musculares más grandes en los hombres en comparación con las mujeres”.
Por ejemplo, los hombres tienden a tener alrededor de un 38% más de músculo en sus cuerpos en comparación con las mujeres. Debido a esta diferencia, cuando se trata de la capacidad de que los vasos sanguíneos se ensanchen durante el ejercicio, las mujeres pueden experimentar una mejora proporcionalmente mayor al fortalecer sus músculos a través de la actividad física.
Es decir, el ejercicio que fortalece los músculos puede ser especialmente beneficioso para las mujeres, ya que pueden obtener mejoras proporcionales mayores en comparación con los hombres, a pesar de tener una masa muscular inicialmente menor. A pesar de que los autores del estudio creen que sus resultados deben ser validados en otras investigaciones, también creen que tienen varias implicaciones. “La suposición convencional de larga data ha sido que los hombres y mujeres de todos los grupos de edad deben realizar la misma cantidad de actividad física regular para obtener el mismo beneficio”, escriben.
Esta suposición ha motivado la atención de la salud pública sobre algo llamado “brecha de actividad física”, que consiste básicamente en que las mujeres desde la infancia en adelante son consistentemente aproximadamente entre un 6% y un 10% menos activas físicamente que sus homólogos masculinos.
Sin embargo, los hallazgos de la investigación sugieren que, en realidad, las mujeres pueden obtener proporcionalmente más beneficios en la reducción del riesgo de problemas cardíacos y mortalidad general al realizar la misma cantidad de ejercicio que los hombres. “Esto podría cambiar la forma en que abordamos la actividad física, centrándonos más en igualar los niveles de participación en lugar de la cantidad específica de ejercicio”, escriben los autores del estudio. Y finalizan: considerar las diferencias entre hombres y mujeres al diseñar recomendaciones y programas de ejercicio podría ser clave para mejorar la salud y la participación en la actividad física, especialmente para las mujeres.
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