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El catálogo de sueños más antiguo que se conoce se atribuye a Artemidoro, un viajero que recorrió el mundo helenístico durante el siglo II d. C. La Interpretación de los sueños, compuesta de cinco volúmenes, fue por muchos siglos el libro al que millones de hombres y mujeres intrigados por el contenido de sus mundos oníricos recurrieron en busca de interpretaciones.
Para el siglo XIX el viejo sistema de clasificación se fue haciendo obsoleto y un nuevo paradigma entró en escena. Sigmund Freud privilegió el sexo y la agresión como dos códigos centrales al buscar mensajes cifrados y los detalles de su sistema de clasificación quedaron plasmados en un libro que obsesionó al mundo entero por varias décadas La interpretación de los sueños.
Desde entonces hasta hoy el intento por ordenar la desordenada lógica de nuestros sueños no ha parado. Se estima que existen más de 150 escalas de análisis de contenido y clasificación de los sueños. Apoyados en esa tradición, Alessandro Fogli, del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Roma III y sus colegas Luca María Aiello y Daniele Quercia se dieron a la tarea de combinar herramientas de análisis de lenguaje y computación para explorar patrones comunes en nuestros sueños.
Para esto recurrieron a Dream Bank, el mayor depósito público en línea de informes de sueños escritos. Contiene más de 38 mil descripciones de sueños recopiladas de una variedad de fuentes verificadas y estudios de investigación. Los informes de sueños están anotados con sus fechas de grabación, que abarcan seis décadas (de 1960 a 2015), y están vinculados a descripciones de texto libre de los soñadores, que contienen información sobre su género, edad (entre 7 y 74), profesión e historia personal.
“Diferentes estudios han proporcionado un fuerte apoyo a lo que los científicos del sueño denominan la “hipótesis de la continuidad”: la mayoría de los sueños son una continuación de lo que sucede en la vida cotidiana”, explicaron en su investigación publicada por The Royal Society.
Fogli y sus colaboradores se concentraron en cinco factores. Por un lado querían verificar si existen diferencias en los contenidos entre hombres y mujeres. Por otro, si es o no cierto que los sueños varían en etapas diferentes de la vida y, específicamente, si los sueños de un adolescente se caracterizan por emociones más negativas. También las variaciones entre personas como veteranos de guerra, en personas ciegas y, por último, el impacto de agresiones cotidianas.
“Descubrimos que la mayoría de los informes de sueños eran, de hecho, una continuación de lo que probablemente experimentarían nuestros soñadores en la vida real”, concluyeron los investigadores.
En cuanto a las diferencias entre los mundos oníricos de hombres y mujeres corroboraron lo planteado por otros informes. En los sueños reportados por hombres detectaron más marcadores de agresión y, como resultado, más emociones negativas. Por el contrario, los informes femeninos contenían emociones más positivas e interacciones más amistosas.
En el caso de los sueños de adolescentes el trabajo advierte una debilidad, pues se basó en este punto en los registros de una sola persona, conocida como Izzy, que tomó nota de casi 4.300 sueños que experimentó entre los 12 y 25 años. En ese registro documentaron un cambio hacia emociones negativas y agresión durante la adolescencia, seguido de interacciones sexuales en la vida adulta temprana.
“Dado que estos resultados se basan en un solo soñador, no podemos decir que nuestra hipótesis haya sido verificada”, aclararon
Entre los informes de veteranos de guerra efectivamente detectaron más contenidos de agresión, más personajes masculinos y menos interacciones sexuales al comparar con el resto del conjunto de sueños. Y en cuanto a las personas ciegas, sus informes tendían a contener más personajes femeninos e imaginarios.
Quizás el hallazgo más interesante surgió al estudiar qué ocurre en tiempos de agresión. “Entre todos los soñadores, de 1960 a 2000, el nivel de agresión en los informes de sueños fue más alto en la década de 1960 y luego disminuyó constantemente, lo que coincide con las estadísticas oficiales de crímenes violentos en Estados Unidos”, anotaron.
Los investigadores reconocieron varias debilidades en su trabajo como un sesgo hacia una población educada y de Estados Unidos, el número limitado de reportes como en el caso de adolescentes y veteranos de guerra, entre otros. De ahí su invitación a otros para profundizar y ampliar este tipo de herramientas computacionales en una nueva interpretación de los sueños.