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La Colaboración Cochrane es una organización que no necesita presentación. Desde que nació, a principios de los años noventa, se ha convertido en un referente en el mundo médico. Sus profundos análisis, que promueven la llamada “medicina basada en la evidencia”, combinan estadísticas con conocimiento científico. ¿Qué funciona en realidad? ¿Qué es mito en la medicina? ¿Qué es falso? Esta son algunas de las preguntas que ha ayudado a resolver en casi tres décadas de funcionamiento, en las que ha sumado más de 11 mil revisores independientes de 43 países. (Lea: Reumatólogos y biotecnológicos, una relación incómoda)
Hoy la fundación atraviesa por uno de sus más difíciles momentos. Tras una reunión, su junta principal decidió expulsar a uno de sus cofundadores y miembros más reconocidos: Peter Gøtzsche, quien se desempeñaba como director del Nordic Cochrane Centre en Copenhague. Su salida, criticada por muchos, ha desatado una intensa polémica que engloba un problema muy complejo: los conflictos de interés con la industria farmacéutica. (Lea Los riesgos de los suplementos nutricionales)
La historia es la siguiente: a finales de julio de este año, Gøtzsche, junto con Lars Jørgensen, del Nordic Cochrane Centre, y Tom Jefferson, del Centro de Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford, publicaron un artículo en el British Medical Journal, en el que criticaban con dureza una revisión hecha por la Fundación sobre la vacuna para el virus del papiloma humano. (Lea Las normas que la industria farmacéutica quiere que frene el nuevo ministro de Salud)
Sus argumentos los explicaban a lo largo de ocho puntos, en los que, en resumen, advertían que el artículo no podía ser considerado como una “evidencia confiable”. “Algunos de los autores de la revisión Cochrane tienen conflictos de interés con las empresas fabricantes”, “la revisión Cochrane omite casi la mitad de los ensayos elegibles”, “no se controló el sesgo de financiación de los ensayos clínicos utilizados”, eran algunas de las críticas que le hacían a la publicación. “Recomendamos que los autores de las revisiones Cochrane hagan todos los esfuerzos posibles para identificar los ensayos y sus limitaciones, y realizar revisiones consecuentemente”.
El comentario no le cayó nada bien a la Colaboración Cochrane. Sus editores respondieron. “El artículo exageró sustancialmente sus críticas. Sus autores “han hecho alegatos que no están justificados y han realizado un análisis inexacto y un informe sensacionalista”, concluyeron luego de contestar uno a uno los reparos. (Lea Estos son los medicamentos más caros y más vendidos en Colombia)
Tras su réplica, los editores del British Medical Journal respondieron a Cochrane, tal y como lo muestra el portal español No Gracias: “Creemos que el artículo provoca un debate saludable y plantea preguntas importantes sobre la necesidad de asegurar que toda la evidencia disponible se incluya en las revisiones sistemáticas para informar adecuadamente las decisiones de atención sanitaria”.
La discusión, como se sabe, culminó con la expulsión de Gøtzsche por causar descrédito a la organización. No todos la aceptaron. Cuatro miembros de la junta renunciaron en protesta. La acción, advirtieron, va en contra del espíritu Cochrane.
Según le dijo Gøtzsche a la revista Science, las relaciones entre la Fundación y la industria estaban generando inconvenientes en los últimos años y es probable que se haya enfrentado a presiones, críticas y quejas. “Como la mayoría de la gente sabe, gran parte de mi trabajo no es muy favorable a los intereses financieros de la industria farmacéutica. Debido a esto, Cochrane se ha enfrentado a presiones, críticas y quejas. Mi expulsión es uno de los resultados de estas campañas", advirtió.
La noticia cayó muy mal en el mundo médico. En una columna de opinión en el British Medical Journal, Ray Moynihan, reconocido divulgador e investigador del Centro de Investigación en Práctica Basada en Evidencia de la Universidad de Bond (Australia), resumía las inquietudes a las que se enfrenta el gremio de la salud al ver la intensa disputa: “Lo que está en juego es el futuro de la evidencia fiable y confiable en un mundo de creciente falsedad y noticias falsas (...). Este artículo es una súplica personal desesperada a las muchas cabezas de la familia Cochrane para que traten de calmar esta crisis, sanen las divisiones y conviertan este desafío en una oportunidad para aumentar la confianza del público”.
Más adelante apuntaba: "Desearía mucho éxito a aquellos en el Coloquio Cochrane en Edimburgo esta semana, que deberán esforzarse en las reuniones hasta altas horas de la madrugada para tratar de curar las heridas tan rápido como sea posible (...) El desafío actual puede servir como una oportunidad. El problema más serio aquí es la amenaza a la confiabilidad de la evidencia en el cuidado de la salud y la confianza pública que plantea el enredo financiero poco saludable entre la industria y quienes evalúan y utilizan sus productos".
Ya hace más de una semana el diario New York Times reveló las complicaciones que puede generar esta delicada relación. En un extenso artículo revelaron que el prestigioso oncólogo Josep Baselga, director del Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, no había declarado su relación con la industria en sus investigaciones. Como consecuencia de la publicación, hace unos días Baselga anunció su renuncia.