Lo que debe saber en caso de que la “viruela del mono” llegue a Colombia
Aunque no se ha confirmado la presencia de este virus en el país, no debería ser presa de pánico con los titulares de las próximas semanas. A diferencia del SARS-CoV-2, este organismo lo conocemos hace varias décadas y, aunque hay preguntas por resolver, también hay suficientes indicios para creer que no desatará otra pandemia.
Sergio Silva Numa
Es posible que en las próximas semanas usted encuentre varios titulares que anuncian el primer caso de la viruela símica o “viruela de los monos” en Colombia. Si lo detectan, la noticia será tendencia en redes sociales y ocupará un lugar especial en los medios de comunicación. Como pasó con el covid-19, habrá una gran ola de información e incluso, como ya sucedió hace unos días, circularán rumores sobre el “primer infectado” registrado en el país. (Lea ¿Come carne en Colombia? Debería leer sobre este parásito (pero sin alarmarse))
Hoy es difícil saber con certeza si el monkeypox, como se conoce en inglés a este virus, “entrará” a Colombia. Es, dice Carlos Álvarez, infectólogo y profesor de la U. Nacional, algo “potencialmente posible, pero no inminente, como aseguran algunos medios”. Con las fronteras abiertas y los vuelos activados en su totalidad, una enfermedad infecciosa puede “viajar” a la velocidad de Boeing. Si eso pasa, lo primero que debe recordar es algo crucial: no estamos frente a un microorganismo como el SARS-CoV-2.
Como cuenta Álvrarez, es natural que después de una pandemia tengamos una tendencia a hacer comparaciones y a imaginarnos escenarios similares, pero “ni los virus son iguales ni las epidemias tienen el mismo comportamiento. La gente no puede olvidar que cada microorganismo tiene características propias”. A diferencia del coronavirus, el monkeypox, por ejemplo, fue identificado por primera vez en la década del cincuenta y en 1970 lo detectaron en humanos. El primer caso fue un niño de 9 años de la República Democrática del Congo, en África.
“Eso ya lo hace completamente diferente. Implica que no estamos partiendo de ceros sino que ya tenemos un conocimiento previo. Por ejemplo, sabemos que el mecanismo de transmisión es muy diferente al del coronavirus”, asegura Jaime Castellanos, presidente de la Asociación Colombiana de Virología y director del Laboratorio de virología de la Universidad del Bosque.
A lo que se refiere es que mientras el covid-19 puede contagiarse a través de “aerosoles”, diminutas partículas que expulsamos cuando hablamos y que pueden quedar suspendidas en el aire en un espacio cerrado, la viruela símica se transmite de una manera muy distinta. Como se lee en la Alerta epidemiológica que publicó hace unos días la Organización Panamericana de la Salud (OPS), alguien se puede infectar por el contacto directo o indirecto con la sangre, con fluidos corporales, lesiones de la piel o las mucosas de animales infectados.
También puede haber transmisión secundaria al estar en contacto estrecho con secreciones de las vías respiratorias o las lesiones que causa el monkeypox en la piel: diminutas ampollas que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Pero, principalmente, advierte, alguien se puede contagiar a través de “gotículas respiratorias”.
¿Qué quiere decir eso? Como le recordaba esta semana al portal Pop Science, la profesora Andrea McCollum, quien está a la cabeza del equipo de epidemiología de poxvirus -la familia del monkeypox- en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), eso significa que alguien no debe preocuparse por estar al lado de un paciente infectado por 30 segundos, sino que se requiere estar juntos por un tiempo prolongado.
No hace falta, agregaba, que una persona se preocupe por ir al supermercado o tenga temor de caminar al lado de alguien infectado. “Esa no es realmente una situación que se haya visto antes, ni hay ninguna indicación de que esté ocurriendo ahora”, apuntaba.
Para decirlo en las palabras que usó en Twitter la epidemióloga Zulma Cucunubá, el monkeypox casi nunca ha tenido una transmisión sostenida importante entre humanos. Los brotes que se han presentado hasta el momento no se han salido de control. El último y el mayor documentado, sintetizaron en el Journal of Medical Virology los investigadores Auwal I. Kabuga,Mohamed E. El Zowalaty, fue en Nigeria en 2017, donde hubo 115 casos confirmados y más de 262 sospechosos. También hubo siete muertes asociadas.
En el 2003 también se detectaron algunos casos en Estados Unidos. Con el tiempo comprobaron que el origen había sido el contacto con perritos de pradera, un tipo de roedor vendido como mascotas tras ser importado de África. Aunque hoy los virólogos saben que los roedores y los primates pueden transmitir esa enfermedad, aún no saben con precisión cuál es el reservorio exacto del virus.
¿Transmisión sexual?
Si bien desde 1970 se habían observado casos de viruela símicas en diez naciones, todas africanas, lo inusual esta vez es que, anotaba Cucunubá, PhD en Epidemiología de enfermedades infecciosas y profesora de la U. Javeriana, se han detectado pacientes con el mokeypox que no están asociados a viajes o exposiciones en países endémicos. En el momento en el que se escribe este artículo, hay 131 casos confirmados en 16 países, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre ellos, Australia Austria, Bélgica, España, Reino Unido, Dinamarca y Alemania. Es la primera ocasión que está en varios continentes de manera simultánea.
Una de las grandes preguntas que aún queda por resolver es cuál fue el orgien del actual brote. Hacen falta investigaciones para despejar ese interrogante, pero las sospechas apuntan a una fiesta masiva que hubo en las Islas Canarias (España). El 5 mayo hubo un gran evento, donde participaron unas 80 mil personas, que parece haber contribuido a la transmisión.
Como hubo relaciones sexuales, esto ha llevado a algunos a especular sobre la posibilidad de que este sea un camino por el que se transmita el mokeypox. Lo cierto, por el momento, se lee en la Alerta epidemiológica de la OPS, no hay ninguna evidencia de que eso suceda.
Lo que puede estar pasando, le decía a la agencia AFP David Heymann, quien anteriormente dirigió el departamento de emergencias de la OMS, es que “como la viruela del simio puede propagarse cuando hay contacto cercano con las lesiones de alguien que está infectado, parece que el contacto sexual ahora ha amplificado esa transmisión”.
“Por naturaleza, la actividad sexual implica el contacto íntimo, lo cual, uno esperaría, aumente la probabilidad de transmisión”, añadía a AFP Mike Skinner, virólogo del Imperial College London. Lo cierto, añadía, es que no tiene absolutamente nada que ver la orientación sexual de una persona.
Como resaltaba la profesora McCollum a PopScience, no hay que estigmatizar a ningún grupo en específico. “Este virus puede afectar por igual a todos los géneros. Lo importante aquí es el contacto cercano”, añadía.
Lo que sí ha inquietado a quienes se dedican a seguir el curso de las enfermedades ha sido el aumento de casos de la viruela símica en las últimas décadas. En un artículo publicado a principios de febrero en PLOS Neglected Tropical Diseases, sus autores exponían varios argumentos por los cuales esta enfermedad había cobrado relevancia mundial. Uno de ellos apuntaba a la posibilidad de que la existencia de más pacientes infectados estuviese relacionado con el cese de vacunación contra la viruela.
Tras ser erradicada del planeta a finales de la década de setenta, luego de una masiva campaña de inmunización global, en 1980 dejaron de ponerse vacunas contra la viruela, una enfermedad que causó la muerte a millones de personas. Al ser una especie de “prima” de la viruela símica, eso ha hecho que quienes nacieron después de ese año no cuenten con cierta “protección cruzada” que sí tienen quienes recibieron ese biológico. Como explica Álvarez, este grupo podría tener hasta un 85% de protección.
¿Necesitaremos vacunas?
La aparición de varios casos de monkeypox ha puesto sobre la mesa una pregunta que cada vez cobra más fuerza entre quienes se mueven en el mundo de la salud: ¿Necesitaremos vacunar a más personas contra la viruela o la viruela símica?
Ni Álvarez ni Castellanos, de la Asociación Colombiana de Virología, creen que sea necesario impulsar campañas masivas de vacunación contra este tipo de viruela. Tal vez, solamente lo requerirán algunos grupos específicos como el personal sanitario. Las características de su transmisión y los síntomas que genera, entre los cuales están pequeñas llagas en la piel, visibles al ojo humano, facilitan el aislamiento de casos. Además, dice Castellanos, muy pocas veces desemboca en una enfermedad severa. “Por lo general se puede controlar”.
La buena noticia es que como el monkeypox ha estado en el radar desde hace medio siglo, ya hay una vacuna aprobada en EE.UU. para la viruela símica desde 2019. Fue desarrollada por Bavarian Nordic, bajo el nombre de Jynneos. Según le dijo al diario The New York Times Jennifer McQuiston, subdirectora de los CDC, hay más de 1.000 dosis almacenadas en ese país. “Esperamos que ese nivel aumente muy rápidamente en las próximas semanas”, aseguró.
Además, aunque la vacuna usada contra la viruela dejó de utilizarse, hay, de acuerdo con los CDC, una reserva de 100 millones de dosis en EE.UU. Desarrollada inicialmente a partir de un virus creado en el laboratorio llamado vaccinia, este biológico causa efectos secundarios no deseables que podrían poner en aprietos a ciertas personas como las inmunosuprimidas. En Estados Unidos también aprobaron en julio de 2018 el primer antiviral para tratar la viruela. Su nombre es tecovirimat y fue desarrollado por SIGA Technologies Inc.
En todo caso, añade Álvarez, hay otro punto crucial que todos debemos tener presente cuando la viruela símica aterrice -si lo hace- en el país: el mokeypox es un virus de ADN y no de ARN, como el SARS-CoV-2, causante del covid-19. Eso significa que son más estables y no tiene tantas mutaciones.
“Estos son virus particularmente estables, por lo que la viruela del simio es menos propensa a las mutaciones”, le dijo a The New York Times Raina MacIntyre, epidemióloga de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney, Australia, y miembro del grupo de trabajo de la OMS sobre la viruela símica. “Me sorprendería mucho y me desconcertaría mucho si hubiera alguna mutación dramática”.
Por el momento, el Instituto Nacional de Salud ya emitió los lineamientos técnicos para reforzar la vigilancia entre todos los actores que conforman el sistema de salud en Colombia. No hay, por ahora, ningún caso detectado. Desde la dirección de Vigilancia, envían un mensaje para quienes estén intranquilos: “Nunca esperamos a que haya un caso confirmado para trabajar”.
Es posible que en las próximas semanas usted encuentre varios titulares que anuncian el primer caso de la viruela símica o “viruela de los monos” en Colombia. Si lo detectan, la noticia será tendencia en redes sociales y ocupará un lugar especial en los medios de comunicación. Como pasó con el covid-19, habrá una gran ola de información e incluso, como ya sucedió hace unos días, circularán rumores sobre el “primer infectado” registrado en el país. (Lea ¿Come carne en Colombia? Debería leer sobre este parásito (pero sin alarmarse))
Hoy es difícil saber con certeza si el monkeypox, como se conoce en inglés a este virus, “entrará” a Colombia. Es, dice Carlos Álvarez, infectólogo y profesor de la U. Nacional, algo “potencialmente posible, pero no inminente, como aseguran algunos medios”. Con las fronteras abiertas y los vuelos activados en su totalidad, una enfermedad infecciosa puede “viajar” a la velocidad de Boeing. Si eso pasa, lo primero que debe recordar es algo crucial: no estamos frente a un microorganismo como el SARS-CoV-2.
Como cuenta Álvrarez, es natural que después de una pandemia tengamos una tendencia a hacer comparaciones y a imaginarnos escenarios similares, pero “ni los virus son iguales ni las epidemias tienen el mismo comportamiento. La gente no puede olvidar que cada microorganismo tiene características propias”. A diferencia del coronavirus, el monkeypox, por ejemplo, fue identificado por primera vez en la década del cincuenta y en 1970 lo detectaron en humanos. El primer caso fue un niño de 9 años de la República Democrática del Congo, en África.
“Eso ya lo hace completamente diferente. Implica que no estamos partiendo de ceros sino que ya tenemos un conocimiento previo. Por ejemplo, sabemos que el mecanismo de transmisión es muy diferente al del coronavirus”, asegura Jaime Castellanos, presidente de la Asociación Colombiana de Virología y director del Laboratorio de virología de la Universidad del Bosque.
A lo que se refiere es que mientras el covid-19 puede contagiarse a través de “aerosoles”, diminutas partículas que expulsamos cuando hablamos y que pueden quedar suspendidas en el aire en un espacio cerrado, la viruela símica se transmite de una manera muy distinta. Como se lee en la Alerta epidemiológica que publicó hace unos días la Organización Panamericana de la Salud (OPS), alguien se puede infectar por el contacto directo o indirecto con la sangre, con fluidos corporales, lesiones de la piel o las mucosas de animales infectados.
También puede haber transmisión secundaria al estar en contacto estrecho con secreciones de las vías respiratorias o las lesiones que causa el monkeypox en la piel: diminutas ampollas que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Pero, principalmente, advierte, alguien se puede contagiar a través de “gotículas respiratorias”.
¿Qué quiere decir eso? Como le recordaba esta semana al portal Pop Science, la profesora Andrea McCollum, quien está a la cabeza del equipo de epidemiología de poxvirus -la familia del monkeypox- en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), eso significa que alguien no debe preocuparse por estar al lado de un paciente infectado por 30 segundos, sino que se requiere estar juntos por un tiempo prolongado.
No hace falta, agregaba, que una persona se preocupe por ir al supermercado o tenga temor de caminar al lado de alguien infectado. “Esa no es realmente una situación que se haya visto antes, ni hay ninguna indicación de que esté ocurriendo ahora”, apuntaba.
Para decirlo en las palabras que usó en Twitter la epidemióloga Zulma Cucunubá, el monkeypox casi nunca ha tenido una transmisión sostenida importante entre humanos. Los brotes que se han presentado hasta el momento no se han salido de control. El último y el mayor documentado, sintetizaron en el Journal of Medical Virology los investigadores Auwal I. Kabuga,Mohamed E. El Zowalaty, fue en Nigeria en 2017, donde hubo 115 casos confirmados y más de 262 sospechosos. También hubo siete muertes asociadas.
En el 2003 también se detectaron algunos casos en Estados Unidos. Con el tiempo comprobaron que el origen había sido el contacto con perritos de pradera, un tipo de roedor vendido como mascotas tras ser importado de África. Aunque hoy los virólogos saben que los roedores y los primates pueden transmitir esa enfermedad, aún no saben con precisión cuál es el reservorio exacto del virus.
¿Transmisión sexual?
Si bien desde 1970 se habían observado casos de viruela símicas en diez naciones, todas africanas, lo inusual esta vez es que, anotaba Cucunubá, PhD en Epidemiología de enfermedades infecciosas y profesora de la U. Javeriana, se han detectado pacientes con el mokeypox que no están asociados a viajes o exposiciones en países endémicos. En el momento en el que se escribe este artículo, hay 131 casos confirmados en 16 países, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre ellos, Australia Austria, Bélgica, España, Reino Unido, Dinamarca y Alemania. Es la primera ocasión que está en varios continentes de manera simultánea.
Una de las grandes preguntas que aún queda por resolver es cuál fue el orgien del actual brote. Hacen falta investigaciones para despejar ese interrogante, pero las sospechas apuntan a una fiesta masiva que hubo en las Islas Canarias (España). El 5 mayo hubo un gran evento, donde participaron unas 80 mil personas, que parece haber contribuido a la transmisión.
Como hubo relaciones sexuales, esto ha llevado a algunos a especular sobre la posibilidad de que este sea un camino por el que se transmita el mokeypox. Lo cierto, por el momento, se lee en la Alerta epidemiológica de la OPS, no hay ninguna evidencia de que eso suceda.
Lo que puede estar pasando, le decía a la agencia AFP David Heymann, quien anteriormente dirigió el departamento de emergencias de la OMS, es que “como la viruela del simio puede propagarse cuando hay contacto cercano con las lesiones de alguien que está infectado, parece que el contacto sexual ahora ha amplificado esa transmisión”.
“Por naturaleza, la actividad sexual implica el contacto íntimo, lo cual, uno esperaría, aumente la probabilidad de transmisión”, añadía a AFP Mike Skinner, virólogo del Imperial College London. Lo cierto, añadía, es que no tiene absolutamente nada que ver la orientación sexual de una persona.
Como resaltaba la profesora McCollum a PopScience, no hay que estigmatizar a ningún grupo en específico. “Este virus puede afectar por igual a todos los géneros. Lo importante aquí es el contacto cercano”, añadía.
Lo que sí ha inquietado a quienes se dedican a seguir el curso de las enfermedades ha sido el aumento de casos de la viruela símica en las últimas décadas. En un artículo publicado a principios de febrero en PLOS Neglected Tropical Diseases, sus autores exponían varios argumentos por los cuales esta enfermedad había cobrado relevancia mundial. Uno de ellos apuntaba a la posibilidad de que la existencia de más pacientes infectados estuviese relacionado con el cese de vacunación contra la viruela.
Tras ser erradicada del planeta a finales de la década de setenta, luego de una masiva campaña de inmunización global, en 1980 dejaron de ponerse vacunas contra la viruela, una enfermedad que causó la muerte a millones de personas. Al ser una especie de “prima” de la viruela símica, eso ha hecho que quienes nacieron después de ese año no cuenten con cierta “protección cruzada” que sí tienen quienes recibieron ese biológico. Como explica Álvarez, este grupo podría tener hasta un 85% de protección.
¿Necesitaremos vacunas?
La aparición de varios casos de monkeypox ha puesto sobre la mesa una pregunta que cada vez cobra más fuerza entre quienes se mueven en el mundo de la salud: ¿Necesitaremos vacunar a más personas contra la viruela o la viruela símica?
Ni Álvarez ni Castellanos, de la Asociación Colombiana de Virología, creen que sea necesario impulsar campañas masivas de vacunación contra este tipo de viruela. Tal vez, solamente lo requerirán algunos grupos específicos como el personal sanitario. Las características de su transmisión y los síntomas que genera, entre los cuales están pequeñas llagas en la piel, visibles al ojo humano, facilitan el aislamiento de casos. Además, dice Castellanos, muy pocas veces desemboca en una enfermedad severa. “Por lo general se puede controlar”.
La buena noticia es que como el monkeypox ha estado en el radar desde hace medio siglo, ya hay una vacuna aprobada en EE.UU. para la viruela símica desde 2019. Fue desarrollada por Bavarian Nordic, bajo el nombre de Jynneos. Según le dijo al diario The New York Times Jennifer McQuiston, subdirectora de los CDC, hay más de 1.000 dosis almacenadas en ese país. “Esperamos que ese nivel aumente muy rápidamente en las próximas semanas”, aseguró.
Además, aunque la vacuna usada contra la viruela dejó de utilizarse, hay, de acuerdo con los CDC, una reserva de 100 millones de dosis en EE.UU. Desarrollada inicialmente a partir de un virus creado en el laboratorio llamado vaccinia, este biológico causa efectos secundarios no deseables que podrían poner en aprietos a ciertas personas como las inmunosuprimidas. En Estados Unidos también aprobaron en julio de 2018 el primer antiviral para tratar la viruela. Su nombre es tecovirimat y fue desarrollado por SIGA Technologies Inc.
En todo caso, añade Álvarez, hay otro punto crucial que todos debemos tener presente cuando la viruela símica aterrice -si lo hace- en el país: el mokeypox es un virus de ADN y no de ARN, como el SARS-CoV-2, causante del covid-19. Eso significa que son más estables y no tiene tantas mutaciones.
“Estos son virus particularmente estables, por lo que la viruela del simio es menos propensa a las mutaciones”, le dijo a The New York Times Raina MacIntyre, epidemióloga de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney, Australia, y miembro del grupo de trabajo de la OMS sobre la viruela símica. “Me sorprendería mucho y me desconcertaría mucho si hubiera alguna mutación dramática”.
Por el momento, el Instituto Nacional de Salud ya emitió los lineamientos técnicos para reforzar la vigilancia entre todos los actores que conforman el sistema de salud en Colombia. No hay, por ahora, ningún caso detectado. Desde la dirección de Vigilancia, envían un mensaje para quienes estén intranquilos: “Nunca esperamos a que haya un caso confirmado para trabajar”.