Los países que más beben alcohol en el mundo (y qué dice esto sobre nuestra salud)
Esta serie de mapas ayuda a entender las dinámicas de consumo de alcohol en el planeta, según los países, y sus consecuencias El mundo consume alcohol a una tasa de 1 litro de vino por persona a la semana.
Hace unos días la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un experimento bastante interesante. Tomó el caso de cinco países (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) y analizó sus consumos de alcohol histórico. Los daneses tenían en su tradición prácticas culturales que los empujaban a tener un consumo episódico pero excesivo de alcohol. En los últimos años, sin embargo, hicieron de lado esa tradición y sus índices de consumo comenzaron a ser los más bajos de su región. ¿Qué sucedió?
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Hace unos días la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un experimento bastante interesante. Tomó el caso de cinco países (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) y analizó sus consumos de alcohol histórico. Los daneses tenían en su tradición prácticas culturales que los empujaban a tener un consumo episódico pero excesivo de alcohol. En los últimos años, sin embargo, hicieron de lado esa tradición y sus índices de consumo comenzaron a ser los más bajos de su región. ¿Qué sucedió?
Básicamente, el Estado tomó una serie de decisiones entre prohibiciones, restricciones de la comercialización y limitación de la disponibilidad, además de una fuerte campaña de cultura de la moderación, que logró que el ciudadano danés perdiera interés en emborracharse. O si quería, estuviera muy limitado para hacerlo. La decisión de los gobiernos, seguramente discutida entonces, se basó en una noción: los daños a la salud asociados al consumo de alcohol tienen más peso que los posibles beneficios económicos e ingresos que puedan derivarse de la venta de esas bebidas.
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¿Qué quisieron decir con “daños a la salud”? Para empezar, algo simple: el alcohol es un factor de riesgo para más de 200 trastornos de salud. Según la OMS, la mayoría de las muertes relacionadas con el consumo de alcohol se deben al cáncer, las enfermedades cardiovasculares, las hepatopatías y los traumatismos. Su impacto es perjudicial en todos los países, pero cuanto menos desarrollado es un país, mayor es la carga relativa de alcohol, y donde el consumo es más alto, la carga de enfermedades y lesiones es más pesada. A nivel mundial, los científicos y autoridades de salud estiman que el consumo de alcohol provoca unos 2,8 millones de muertes prematuras al año.
Pero si los daneses tomaron ese camino y lograron esa mejoría, en el resto del mundo el panorama no es tan positivo. Según la web especializada Our World in Data, el consumo medio mundial de alcohol fue de 6,18 litros por persona en el último año disponible (2018). Para ponerlo en cifras más sencillas, imagine una botella de vino con un contenido de un 12% de alcohol puro por volumen. En esa escala, el promedio mundial de 6,2 litros implica que toda persona mayor de 15 años consume 53 botellas de vino cada año. O, para hacerlo más simple, alrededor de 1 litro de vino por semana.
Por supuesto, y como muestra el mapa, ese consumo medio de alcohol varía según la zona.
En el norte de África y Oriente Medio es particularmente bajo; incluso en muchos países cercano a cero, pero en el extremo superior de la escala, la ingesta de alcohol en toda Europa es más alta, alrededor de 15 litros por persona (o dos botellas de vino por semana). Solo un poco por detrás de los países de Europa del Este, se encuentran los países de Europa Occidental, incluidos Alemania, Francia, Portugal, Irlanda y Bélgica, con alrededor de 12 a 14 litros por persona cada año.
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En Sudamérica si bien la situación no llega a los límites europeos, el consumo sigue siendo alto. El país que más bebe es Argentina, con 9,65 litros por persona, y el que menos es Ecuador, con 4,2 litros. Colombia se ubica en la media de la tabla con unos 5,74 litros de alcohol por persona al año.
Pero esta cifra remite a cualquier persona mayor de 14 años. Al entrar en más detalle, por ejemplo, en el consumo adulto, la situación cambia. En muchos países, la mayoría de los adultos beben algo de alcohol. En toda Europa, por ejemplo, más de dos tercios lo hacen en la mayoría de los países.
Una vez más, la prevalencia del consumo de alcohol en el norte de África y Oriente Medio es notablemente más baja que en otros lugares. Por lo general, entre el 5 y el 10 por ciento de los adultos en estas regiones bebieron durante el año anterior, y en varios países esto fue inferior al 5 %. Pero en Europa y Norteamérica la situación es inquietante. En Estados Unidos más del 70% de la población adulta bebe algo de alcohol, mientras que en Bielorrusia llega incluso a superar el 80%.
En América Latina Honduras y Guatemala son los países con menos adultos consumiendo alcohol (menos del 30%). Nuevamente, Argentina y Chile lideran con las cifras más alta en este mapa, con más del 67%. El norte de Sudamérica tiene unas cifras relativamente bajas: el 36% de los adultos colombianos reportó beber algo de alcohol, una cifra similar a la de Venezuela o Ecuador.
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Cuando se observan las diferencias de género, es claro que en todos los países los hombres son más propensos a beber que las mujeres. Ahora, algo interesante es que esa diferencia se reduce cuando los países tienen consumos altos de alcohol, en cambio, cuando la prevalencia del consumo de alcohol es de rango bajo a medio, la prevalencia del consumo de alcohol en las mujeres tiende a ser significativamente más baja, a menudo es incluso menos de la mitad de la tasa de los hombres.
¿Cuántas de todos estos millones de personas se pueden considerar bebedores excesivos de alcohol? Este patrón de consumo a menudo se denomina “atracones”, y define ese escenario en el que la persona consume grandes cantidades de alcohol en una sola sesión en lugar de pequeñas cantidades con mayores frecuencias. Es decir, esa noche de fiesta en la que se llega a la madrugada, incluso, con pérdida de conciencia. El portal Our World in Data señala que es consumidor excesivo episódico quien haya bebido al menos 60 gramos o más de alcohol puro en al menos una ocasión en los últimos 30 días. Esto equivale aproximadamente a 6 bebidas alcohólicas estándar.
El siguiente mapa muestra entonces a los bebedores (aquellos que tuvieron un episodio de consumo excesivo de alcohol en los 30 días anteriores) como porcentaje del total de bebedores (es decir, se excluyen aquellos que han bebido menos de una bebida alcohólica en los últimos 12 meses).
Si comparamos este mapa con los anteriores salta a la vista una peculiaridad: el consumo excesivo de alcohol no es necesariamente más común en los países donde el consumo de alcohol es más común. El caso más evidente es Rusia. El 58% de los rusos adultos dice beber, mucho menos que casi toda Europa e incluso menos que Norteamérica y muchos países de Sudamérica, pero más del 60% de esos rusos que beben, beben en exceso. Este último porcentaje es más grande que el de la mayor parte de Europa y América. En general, entonces, el porcentaje de rusos adultos que bebe es menor, pero ese grupo ha bebido más durante los últimos 30 días que la mayoría de los europeos.
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Por último, las tendencias mundiales sobre la abstinencia del alcohol muestran una imagen igual de interesante que las de consumo. Aquí vemos niveles particularmente altos de abstinencia de alcohol en el norte de África y el Medio Oriente. En la mayoría de los países de esta región, más del 80 por ciento (a menudo más del 90 por ciento) nunca han bebido alcohol. En este mapa, Colombia aparece con la segunda cifra más alta de adultos abstemios (61,7%) solo superada por Venezuela (6″%).
Los científicos cada vez están más seguros de algo: no hay forma segura de beber alcohol. Hasta una copa representa riesgos. Alguna de la última evidencia que apunta a ello fue publicada recientemente en Canadá.
“En conjunto, evidencia abrumadora confirma que cuando se trata de beber alcohol, menos consumo significa menos riesgo de daño”, dicen los investigadores en el documento publicado. En el estudio se define como bebida estándar una cerveza de 341 mililitros, una copa de vino de 142 mililitros o un vaso de licor de 42 mililitros con 40% de alcohol. Quienes consumen 2 bebidas estándar o menos por semana clasifican como riesgo “bajo” en esa escala de riesgos; quienes consumen entre 3 y 6 tragos estándar por semana tienen un riesgo “Moderado”; y quienes consumen 7 bebidas estándar o más, tienen un riesgo “Alto”.
En el fondo, lo que esto plantea es que en cualquier ocasión en que se beba, así sea solo un trago, el riesgo de lesiones no intencionales y violencia asociada con el deterioro cognitivo y físico, existe y seguirá ahí.