Los “peros” al impuesto a las gaseosas en la nueva reforma tributaria
La tasa a pagar que el Ministerio de Hacienda incluyó en la ponencia de la reforma tributaria para las bebidas azucaradas es, a los ojos de varios salubristas, muy bajo respecto a las recomendaciones de la OMS y a la evidencia científica de los últimos años.
Ya está listo el proyecto de reforma tributaria que el Congreso debatirá en los próximos días. Respecto al texto original, presentado hace ya unas semanas, la nueva ponencia introdujo cambios en los llamados impuestos saludables a las bebidas ultraprocesadas.
El diseño del impuesto a las bebidas ultraprocesadas azucaradas quedó propuesto en función de los gramos de azúcar por cada 100 mililitros. En el proyecto inicial, la reforma planteaba que si la bebida tenía menos de 4 gramos (gr) de azúcar en cada 100 ml, no debía pagar nada; si tenía entre 4 gr y menos de 8 gr debía pagar $18 pesos; y si tenía 8 gr o más, debía pagar $35 pesos. Pero eso cambió.
En el nuevo proyecto cambian las escalas de gramos a partir de las cuales se pagará y se establece que el impuesto será gradual hasta 2025. En la ponencia, las bebidas con menos de 6 gr de azúcar por 100 ml no pagarán nada hasta el 2025. Las bebidas que tengan 6 gr o más de azúcar por 100 ml pagarán $ 18 pesos en 2023 y $ 28 pesos en 2024. Y las bebidas que tengan 10 gr o más de azúcares añadidos, pagarán $ 35 pesos en 2023 y $ 55 pesos por cada 100 ml en 2024.
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Finalmente, solo hasta el año 2025 se alcanzaría el máximo de cobro. Ese año las bebidas con menos de 5 gr de azúcar por 100 ml no pagarán nada. Las que tengan entre 5 gr y menos de 9 gr, pagarían $ 38 pesos por 100 ml; y las que tengan 9 gr o más de azúcar, pagarían $ 65 pesos por 100 ml. Estas tasas, tal cual están allí, pueden representar un incremento de entre el 10% y 14% del valor final de los productos, según la escala y el año de aplicación en la que cada uno se ubique.
El principal problema que ven algunas organizaciones civiles en la propuesta es lo que consideran una baja tasa de impuestos. Incluso en 2025, con la mayor tasa de impuestos, una gaseosa de presentación personal de 400 ml y de 11 gr de azúcar por cada 100 ml, podría ver incrementar su valor en Colombia en un 8.6%.
Es decir, si la bebida cuesta, por ejemplo, $3.000 pesos, aumentaría su precio en $260 pesos para 2025. Algo que es mucho menos que el 20% que dice la OMS o que el 24% que dice el propio Ministerio de Salud, como lo explicamos esta semana en El Espectador.
Dejusticia estima, por ejemplo, que para el objetivo de desincentivar el consumo de una gaseosa de 400 ml y de 11 gr de azúcar por cada 100 ml, el incremento de precio debería ser al menos de $720 pesos. “Es claro que hay que hacer ajustes en el diseño para que sea una política con impacto real en la salud”, aseguran desde la ONG.
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El diseño del impuesto contradice evidencias publicadas en los últimos años, como la de un estudio realizado por el salubrista Andrés Vecino en 2018, en el que estimó que un impuesto del 24% a las bebidas azucaradas es el nivel mínimo que produce reducciones estadísticamente significativas en la prevalencia de sobrepeso y de obesidad, que en Colombia es del 56% y del 19%, respectivamente.
Otro artículo más de Juan Carlos Caro, de la Escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, publicado en Plos One, estima que un impuesto del 20 % a las bebidas azucaradas reduciría significativamente su consumo (aproximadamente 1.197 millones de litros) y, por lo tanto, podría reducir significativamente la prevalencia de la obesidad y las enfermedades no transmisibles relacionadas y reducir los costos de atención médica asociados.
Uno más publicado bajo la editorial de la Universidad de los Andes y firmado por, entre otros, Johnattan García Ruiz, de la escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Harvard, y Olga Lucia Sarmiento Dueñas, directora del grupo de Epidemiología de la Universidad de los Andes, concuerda con lo mismo: para tener un efecto significativo, el impuesto debe ser del 20 % del precio actual de una bebida azucarada promedio. La propuesta actualmente tiene otros riesgos.
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Durante los primeros años (hasta 2025), el límite de 6 gr a partir de los cuales se pagaría impuesto deja varios productos por fuera. “Si se mantiene la idea de que se pague a partir de los 6 gr, la mayoría de los juguitos de caja, por ejemplo, quedarían por fuera de esa obligación”, dice Zaira Campo Arias, de RedPapaz.
No existe un consenso en el mundo (en los países que han establecido impuestos similares) sobre ese mínimo. Mientras el Reino Unido optó porque ese límite fuera de 8 g de azúcar por 100 ml, Sudáfrica eligió un mínimo de 4 g de azúcar por 100 ml. En países como Chile y Perú la situación es similar a la que se propone en Colombia.
La Organización Panamericana de la Salud advierte que “si bien el enfoque tributario escalonado ha suscitado un creciente interés en todo el mundo, subsisten interrogantes acerca de los umbrales impositivos adecuados en términos de efectos en el consumo, reformulación e ingresos tributarios”. La otra preocupación es que las escalas que propone la reforma tributaria pueden permitir una reformulación.
Así lo explica Diana Guarnizo, de Dejusticia: “Por ejemplo, volviendo a la gaseosa personal. Normalmente, tiene 11 gr de azúcar por cada 100 ml, es decir, tendría el mayor impuesto. Sin embargo, solo reduciendo 3 gr bajaría a la siguiente banda de impuesto, pagando menos. La reducción de 3 gr no tendría mucho impacto en términos de salud pública, pero sí sería conveniente a la industria para tener un menor impuesto. Este es el tipo de distorsiones que un buen diseño debería evitar”.
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Sobre la reformulación hay diversas opiniones. La OPS reconoce que la respuesta de la reformulación en el ámbito de la oferta puede incrementar el efecto de salud pública del impuesto (pues reduce el azúcar en las bebidas en el mercado), pero, partiendo de la base de que el azúcar puede ser dañina en consumos masivos incluso en mínimas presentaciones, la reformulación también puede llevar a que el mercado se llene de bebidas con gr de azúcar sin ningún tipo de tributo.
“Preocupa que un impuesto bajo no logre disuadir a las personas de consumir estas bebidas y que las conclusiones de los primeros años del impuesto sea que no funcionan”, señala Johnattan García Ruiz, de la escuela de Salud Pública Global de la U. de Harvard. Y agrega: “Como el impuesto tiene un fuerte apoyo, la industria prefiere un impuesto bajo y poco útil, a oponerse y enfrentar la mala prensa. El problema es que perdemos los colombianos porque debilitamos una herramienta importante para enfrentar el preocupante aumento en la incidencia de exceso de peso en los hogares, especialmente en los niños y adolescentes”.
Ya está listo el proyecto de reforma tributaria que el Congreso debatirá en los próximos días. Respecto al texto original, presentado hace ya unas semanas, la nueva ponencia introdujo cambios en los llamados impuestos saludables a las bebidas ultraprocesadas.
El diseño del impuesto a las bebidas ultraprocesadas azucaradas quedó propuesto en función de los gramos de azúcar por cada 100 mililitros. En el proyecto inicial, la reforma planteaba que si la bebida tenía menos de 4 gramos (gr) de azúcar en cada 100 ml, no debía pagar nada; si tenía entre 4 gr y menos de 8 gr debía pagar $18 pesos; y si tenía 8 gr o más, debía pagar $35 pesos. Pero eso cambió.
En el nuevo proyecto cambian las escalas de gramos a partir de las cuales se pagará y se establece que el impuesto será gradual hasta 2025. En la ponencia, las bebidas con menos de 6 gr de azúcar por 100 ml no pagarán nada hasta el 2025. Las bebidas que tengan 6 gr o más de azúcar por 100 ml pagarán $ 18 pesos en 2023 y $ 28 pesos en 2024. Y las bebidas que tengan 10 gr o más de azúcares añadidos, pagarán $ 35 pesos en 2023 y $ 55 pesos por cada 100 ml en 2024.
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Finalmente, solo hasta el año 2025 se alcanzaría el máximo de cobro. Ese año las bebidas con menos de 5 gr de azúcar por 100 ml no pagarán nada. Las que tengan entre 5 gr y menos de 9 gr, pagarían $ 38 pesos por 100 ml; y las que tengan 9 gr o más de azúcar, pagarían $ 65 pesos por 100 ml. Estas tasas, tal cual están allí, pueden representar un incremento de entre el 10% y 14% del valor final de los productos, según la escala y el año de aplicación en la que cada uno se ubique.
El principal problema que ven algunas organizaciones civiles en la propuesta es lo que consideran una baja tasa de impuestos. Incluso en 2025, con la mayor tasa de impuestos, una gaseosa de presentación personal de 400 ml y de 11 gr de azúcar por cada 100 ml, podría ver incrementar su valor en Colombia en un 8.6%.
Es decir, si la bebida cuesta, por ejemplo, $3.000 pesos, aumentaría su precio en $260 pesos para 2025. Algo que es mucho menos que el 20% que dice la OMS o que el 24% que dice el propio Ministerio de Salud, como lo explicamos esta semana en El Espectador.
Dejusticia estima, por ejemplo, que para el objetivo de desincentivar el consumo de una gaseosa de 400 ml y de 11 gr de azúcar por cada 100 ml, el incremento de precio debería ser al menos de $720 pesos. “Es claro que hay que hacer ajustes en el diseño para que sea una política con impacto real en la salud”, aseguran desde la ONG.
Puede ver: ¿Cómo tener una buena salud cardiovascular? Recomendaciones prácticas
El diseño del impuesto contradice evidencias publicadas en los últimos años, como la de un estudio realizado por el salubrista Andrés Vecino en 2018, en el que estimó que un impuesto del 24% a las bebidas azucaradas es el nivel mínimo que produce reducciones estadísticamente significativas en la prevalencia de sobrepeso y de obesidad, que en Colombia es del 56% y del 19%, respectivamente.
Otro artículo más de Juan Carlos Caro, de la Escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, publicado en Plos One, estima que un impuesto del 20 % a las bebidas azucaradas reduciría significativamente su consumo (aproximadamente 1.197 millones de litros) y, por lo tanto, podría reducir significativamente la prevalencia de la obesidad y las enfermedades no transmisibles relacionadas y reducir los costos de atención médica asociados.
Uno más publicado bajo la editorial de la Universidad de los Andes y firmado por, entre otros, Johnattan García Ruiz, de la escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Harvard, y Olga Lucia Sarmiento Dueñas, directora del grupo de Epidemiología de la Universidad de los Andes, concuerda con lo mismo: para tener un efecto significativo, el impuesto debe ser del 20 % del precio actual de una bebida azucarada promedio. La propuesta actualmente tiene otros riesgos.
Puede ver: El número de casos de cólera en Haití podría ser mayor de lo que se sabe: OMS
Durante los primeros años (hasta 2025), el límite de 6 gr a partir de los cuales se pagaría impuesto deja varios productos por fuera. “Si se mantiene la idea de que se pague a partir de los 6 gr, la mayoría de los juguitos de caja, por ejemplo, quedarían por fuera de esa obligación”, dice Zaira Campo Arias, de RedPapaz.
No existe un consenso en el mundo (en los países que han establecido impuestos similares) sobre ese mínimo. Mientras el Reino Unido optó porque ese límite fuera de 8 g de azúcar por 100 ml, Sudáfrica eligió un mínimo de 4 g de azúcar por 100 ml. En países como Chile y Perú la situación es similar a la que se propone en Colombia.
La Organización Panamericana de la Salud advierte que “si bien el enfoque tributario escalonado ha suscitado un creciente interés en todo el mundo, subsisten interrogantes acerca de los umbrales impositivos adecuados en términos de efectos en el consumo, reformulación e ingresos tributarios”. La otra preocupación es que las escalas que propone la reforma tributaria pueden permitir una reformulación.
Así lo explica Diana Guarnizo, de Dejusticia: “Por ejemplo, volviendo a la gaseosa personal. Normalmente, tiene 11 gr de azúcar por cada 100 ml, es decir, tendría el mayor impuesto. Sin embargo, solo reduciendo 3 gr bajaría a la siguiente banda de impuesto, pagando menos. La reducción de 3 gr no tendría mucho impacto en términos de salud pública, pero sí sería conveniente a la industria para tener un menor impuesto. Este es el tipo de distorsiones que un buen diseño debería evitar”.
Puede ver: Ice Bucket Challenge ayudó a financiar el nuevo medicamento para la ELA
Sobre la reformulación hay diversas opiniones. La OPS reconoce que la respuesta de la reformulación en el ámbito de la oferta puede incrementar el efecto de salud pública del impuesto (pues reduce el azúcar en las bebidas en el mercado), pero, partiendo de la base de que el azúcar puede ser dañina en consumos masivos incluso en mínimas presentaciones, la reformulación también puede llevar a que el mercado se llene de bebidas con gr de azúcar sin ningún tipo de tributo.
“Preocupa que un impuesto bajo no logre disuadir a las personas de consumir estas bebidas y que las conclusiones de los primeros años del impuesto sea que no funcionan”, señala Johnattan García Ruiz, de la escuela de Salud Pública Global de la U. de Harvard. Y agrega: “Como el impuesto tiene un fuerte apoyo, la industria prefiere un impuesto bajo y poco útil, a oponerse y enfrentar la mala prensa. El problema es que perdemos los colombianos porque debilitamos una herramienta importante para enfrentar el preocupante aumento en la incidencia de exceso de peso en los hogares, especialmente en los niños y adolescentes”.