Los virus cambian, la clave es no perder la pista de sus mutaciones
Ómicron es una variante del SARS-CoV-2. No es la primera y es probable que no sea la última. La posibilidad de estudiarla y despejar la incertidumbre que hoy la rodea depende de que los países detecten con rapidez las mutaciones en el virus original.
Menos de una semana después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificara como “preocupante” la variante ómicron, el mundo sigue sin conocer con certeza cuán mayor capacidad de transmisión tiene, si lo tiene, respecto a otras como la delta, y mucho menos si la inmunidad ganada con las vacunas presenta alguna alteración importante. El Grupo Consultivo Técnico sobre la Evolución del Virus SARS-CoV-2, la entidad de la OMS conformada por expertos que tomó la decisión de catalogar como “preocupante” a ómicron, lo hizo con base en algunos criterios que es importante repasar ahora, cuando el mundo parece entrar en un renovado estado de alerta. (Lea Estos son los países en los que ya circula la variante ómicron)
El primer caso de la variante ómicron fue notificado por Sudáfrica a la OMS el 24 de noviembre de 2021. El país entregó la información gracias a su juicioso sistema de vigilancia genómica, una de aquellas acciones que la OMS ha insistido a los Estados que fortalezcan con mayor ahínco, consciente de que la mutación del SARS-CoV-2 es algo esperado y que sucede con normalidad, como en cualquier otro virus. En un proceso denominado replicación, los virus se “copian” para circular. Imagine la “producción” de miles de copias del SARS-CoV-2, imagine que ocasionalmente alguna de esas copias sale “defectuosa”, con algunos cambios respecto al original.
La gran mayoría de aquellos cambios, llamados mutaciones, no tienen ningún efecto en las propiedades del virus, una de ellas, por ejemplo, la transmisión. Pero unos pocos podrían tenerlas. Y es ahí cuando una “copia” del virus tiene una o varias mutaciones con algún efecto posible en el virus que se da lugar a una variante. El SARS-CoV-2, que provoca el covid-19, dice la OMS, “tiende a mutar más lentamente que otros (virus), como el VIH o los virus gripales”. Desde que comenzó la pandemia, la OMS lleva un seguimiento de todas las mutaciones de este virus, y en el transcurso de ese tiempo ha catalogado como “preocupante” a cinco variantes: alpha, beta, Gamma, delta y ómicron.
En todas se identificaron mutaciones respecto al virus original (en el caso de ómicron, por ejemplo, alrededor de 30) y un aumento de casos confirmados que coincide con la detección de la variante. De hecho, en su comunicado respecto a ómicron, la OMS señala que se está presentando un incremento de casos en varias provincias sudafricanas durante las últimas semanas. Ahora, ¿es suficiente esta información para confirmar que ómicron es más transmisible? No. La misma OMS señala que apenas se están llevando a cabo los primeros estudios sobre ómicron para determinar su impacto. El panorama, de hecho, incluye ahora más elementos que con anteriores variantes no había.
Por ejemplo, señala vía Twitter Christian Althaus, epidemiólogo computacional del Instituto de Medicina Social y Preventiva (ISPM), de la Universidad de Berna, el porcentaje de población que ha alcanzado la inmunidad vía vacunación (que en Sudáfrica es de alrededor del 23 % de los habitantes) y el porcentaje de población que ya tiene una inmunidad “natural” debido a un contagio previo, que el equipo de Althaus cree probable es la totalidad del país, son nuevos factores a considerar que no han tenido las anteriores variantes. Por esto, el nivel actual de incertidumbre sobre el impacto que tendrá ómicron en la transmisión del virus es tan alto, que cualquier cálculo es apenas un indicio.
En lo que sí hay certeza, y que ha sido repetido por la OMS en decenas de oportunidades, es que es vital conocer cualquier cambio o mutación en el virus. La posibilidad de hacerle seguimiento al SARS-CoV-2 es invaluable en medio de una pandemia, de ahí que cerrar fronteras y aislar a los países que identifican dichos cambios, tal es el caso de Sudáfrica, sea una decisión criticada por la comunidad científica global.
Menos de una semana después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificara como “preocupante” la variante ómicron, el mundo sigue sin conocer con certeza cuán mayor capacidad de transmisión tiene, si lo tiene, respecto a otras como la delta, y mucho menos si la inmunidad ganada con las vacunas presenta alguna alteración importante. El Grupo Consultivo Técnico sobre la Evolución del Virus SARS-CoV-2, la entidad de la OMS conformada por expertos que tomó la decisión de catalogar como “preocupante” a ómicron, lo hizo con base en algunos criterios que es importante repasar ahora, cuando el mundo parece entrar en un renovado estado de alerta. (Lea Estos son los países en los que ya circula la variante ómicron)
El primer caso de la variante ómicron fue notificado por Sudáfrica a la OMS el 24 de noviembre de 2021. El país entregó la información gracias a su juicioso sistema de vigilancia genómica, una de aquellas acciones que la OMS ha insistido a los Estados que fortalezcan con mayor ahínco, consciente de que la mutación del SARS-CoV-2 es algo esperado y que sucede con normalidad, como en cualquier otro virus. En un proceso denominado replicación, los virus se “copian” para circular. Imagine la “producción” de miles de copias del SARS-CoV-2, imagine que ocasionalmente alguna de esas copias sale “defectuosa”, con algunos cambios respecto al original.
La gran mayoría de aquellos cambios, llamados mutaciones, no tienen ningún efecto en las propiedades del virus, una de ellas, por ejemplo, la transmisión. Pero unos pocos podrían tenerlas. Y es ahí cuando una “copia” del virus tiene una o varias mutaciones con algún efecto posible en el virus que se da lugar a una variante. El SARS-CoV-2, que provoca el covid-19, dice la OMS, “tiende a mutar más lentamente que otros (virus), como el VIH o los virus gripales”. Desde que comenzó la pandemia, la OMS lleva un seguimiento de todas las mutaciones de este virus, y en el transcurso de ese tiempo ha catalogado como “preocupante” a cinco variantes: alpha, beta, Gamma, delta y ómicron.
En todas se identificaron mutaciones respecto al virus original (en el caso de ómicron, por ejemplo, alrededor de 30) y un aumento de casos confirmados que coincide con la detección de la variante. De hecho, en su comunicado respecto a ómicron, la OMS señala que se está presentando un incremento de casos en varias provincias sudafricanas durante las últimas semanas. Ahora, ¿es suficiente esta información para confirmar que ómicron es más transmisible? No. La misma OMS señala que apenas se están llevando a cabo los primeros estudios sobre ómicron para determinar su impacto. El panorama, de hecho, incluye ahora más elementos que con anteriores variantes no había.
Por ejemplo, señala vía Twitter Christian Althaus, epidemiólogo computacional del Instituto de Medicina Social y Preventiva (ISPM), de la Universidad de Berna, el porcentaje de población que ha alcanzado la inmunidad vía vacunación (que en Sudáfrica es de alrededor del 23 % de los habitantes) y el porcentaje de población que ya tiene una inmunidad “natural” debido a un contagio previo, que el equipo de Althaus cree probable es la totalidad del país, son nuevos factores a considerar que no han tenido las anteriores variantes. Por esto, el nivel actual de incertidumbre sobre el impacto que tendrá ómicron en la transmisión del virus es tan alto, que cualquier cálculo es apenas un indicio.
En lo que sí hay certeza, y que ha sido repetido por la OMS en decenas de oportunidades, es que es vital conocer cualquier cambio o mutación en el virus. La posibilidad de hacerle seguimiento al SARS-CoV-2 es invaluable en medio de una pandemia, de ahí que cerrar fronteras y aislar a los países que identifican dichos cambios, tal es el caso de Sudáfrica, sea una decisión criticada por la comunidad científica global.