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Algunas personas que se contagiaron del COVID-19 y lo superaron han reportado situaciones parecidas: fatiga al retomar la rutina de ejercicios que hacían antes de enfermarse, dolores musculares al dormir, un sentido de olfato que nunca regreso e, incluso, confusión y perdida de memoria. Como si tras vivir el COVID-19, así nunca los llevara a hospital o UCI, su cuerpo no fueran el mismo. (Le sugerimos: ¿La cuarentena atrofió sus ganas de socializar? Es apenas normal)
Después de un año y medio de pandemia, la evidencia ha tomado estos casos y, de ser una simple anécdota, se han convertido en un síndrome: el COVID-19 prolongado o más conocido con el anglicismo de “long COVID-19”. Como lo señala el Conceso del Síndrome Post-COVID-19 de Colombia, se trata de “los signos y síntomas que se desarrollan después de 12 semanas en la infección por SARS-CoV-2/COVID-19 y no se atribuyen a un diagnostico alternativo”.
Pero como ha pasado con todo lo relacionado al coronavirus, aún son muchas las dudas que existen sobre el síndrome post-COVID. No se sabe, por ejemplo, si estos síntomas se presentan porque el virus directamente atacó partes del cuerpo distintas al sistema respiratorio o si son reacciones “exageradas”, por así decirlo, del sistema inmune. En personas que sufrieron un COVID-19 grave, necesitando oxigeno o estar sedados en UCI, algunas de las molestias semanas después de superar la enfermedad podrían estar asociadas a rastros que dejó un cuerpo que permaneció débil por mucho tiempo.
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Lo cierto, es que cada vez son más las personas que dicen tener COVID-19 prolongado. También, cada vez son más diversos los síntomas que manifiestan. Buscando dar más claridad sobre lo que está pasando, investigadores de México y Estados Unidos hicieron un metaanálisis en el que reunieron toda la información que existía en 18.251 publicaciones científicas sobre el tema para identificar cuáles son los 55 síntomas más reportados.
Acá una imagen que resume su porcentaje y las partes del cuerpo en las que se manifiestan:
Como lo señala el gráfico, el síntoma que más se manifestó fue la fatiga (58%), seguido de dolores de cabeza (44%), problemas de atención (27%), pérdida de cabello (25%) y disnea o sensación de ahogo (24%). Además, hay una gran variedad de síntomas relacionados con el sistema respiratorio (lo que es de esperarse), pero también con el sistema cardiovascular y el nervioso, lo que sí es más inusual.
“Un par de estudios informaron que la fatiga era más común en las mujeres y un artículo informó que la polipnea (aumento de la respiración y su profundidad) y la alopecia posterior a la actividad eran más comunes en las mujeres. El resto de los estudios no estratificó sus resultados por edad o sexo”, también advierte la investigación publicada en Scientific Reports.
Los resultados también arrojan que el 80% de las personas que tienen COVID-19 confirmado continúan con al menos un síntoma tras dos semanas de superar la infección aguda.
Fatiga, el síntoma más reportado (y esperado)
La relación entre el COVID-19 y la fatiga (58%) es una bastante esperada, considerando que el SARS-CoV-2 (el virus que le da pie a la enfermedad del COVID-19), comienza a replicarse en la parte superior del tracto respiratorio, como en la garganta, pero en los casos más severos llega a los pulmones, donde puede causar una neumonía.
Según el estudio de Scientific Reports, la fatiga puede sentirse incluso 100 días después de haber superado el COVID-19 agudo. Además, hasta 2/3 de los pacientes reportan fatiga clínica.
El cerebro COVID-19, un síntoma no tan esperado
Varios de los síntomas que se manifiestan durante el COVID-19 prolongado están relacionados con el cerebro. Los dolores de cabeza son el segundo síntoma más reportado (44%) y los problemas de atención, el tercero (27%). La anosmia – o pérdida del olfato – entra en el “top 10”, con 21%, y según el metaanálisis, las personas han reportado 14 síntomas neuropsiquiátricos más. (Le sugerimos: Alteraciones del COVID-19 en el cerebro, ¿qué se sabe y qué no?)
Como lo explicó el doctor Sergio Ramírez, neurólogo y expresidente de la Asociación Colombiana de Neurología a El Espectador, a pesar de que el virus entra por las vías respiratorias, en el proceso se puede unir a los receptores especiales de una proteína que le permiten seguir adelante, tanto por los nervios como por el torrente sanguíneo, causando inflamación. “Así puede generar alteraciones en el sistema nervioso periférico (los nervios que no están en el cerebro o la médula espinal), la meninge (la membrana que cubre el cerebro) o el mismo cerebro, lo que se traduce en distintos síntomas neurológicos”.
Lo que no se sabe muy bien, sin embargo, es si estos síntomas son producto del virus directamente o de las condiciones a las que se tuvo que someter el cuerpo durante la enfermedad. “La etiología de los síntomas neuropsiquiátricos en pacientes con COVID-19 es compleja y multifactorial. Podrían estar relacionados con el efecto directo de la infección, con el desarrollo de una enfermedad cerebrovascular (incluida la hipercoagulación), el compromiso fisiológico (hipoxia), los efectos secundarios de los medicamentos y los aspectos sociales de tener una enfermedad potencialmente fatal”, señala la publicación de Scientific Reports.
El metaanálisis de las 18.251 publicaciones también encontró que los adultos tienen el roble de riesgo de ser diagnosticados con un desorden psiquiátrico después de tener COVID-19 y que las condiciones más usuales son ansiedad, insomnio y demencia. Por esto los expertos consideran que “es necesario incrementar los modelos de atención en salud mental y comunidades durante y después de la pandemia de COVID-19”.
¿Y por qué hay gente que pierde el pelo?
Con 25% de reportes, la perdida de cabello es el cuarto síntoma que más se manifestó durante el COVID-19 prolongado. ¿Pero qué se sabe de esta relación? Sobre el tema el estudio de Scientific Reports solo dice que la caída del cabello tras el COVID-19 podría deberse tanto a que la persona estuvo sometida a un alto nivel de estrés como a una infección. Y aunque se trata de una condición que solo duraría unos tres meses, sí puede contribuir a que la persona se sienta aún más agotada emocionalmente.
De hecho, un trabajo realizado por Pesquisa, revista de la Universidad Javeriana, y publicado por El Espectador, se les consultó a varios expertos, como dermatólogos y tricólogos, sobre este problema. Todos estuvieron de acuerdo en que las consultas por caída del cabello tras el COVID-19 se hicieron más frecuentes y que esto podría estar asociado por altos niveles de estrés y depresión. “Esto se debe a una caída masiva por una alteración en el ciclo folicular (efluvio telógeno). Lo que significa que los folículos pilosos (abertura en la superficie de la piel en la que el pelo crece) entran de forma prematura en una fase de reposo y caída”, advirtió en ese reportaje la dermatóloga María Andrea Ocampo, egresada de la Javeriana.
Otra especialista, la dermatóloga Isabel Cristina Cuellar, coordinadora de la especialización en Dermatología de la Universidad Javeriana, también señaló que no se podía descartar que la responsabilidad la tenga la inflamación que se produce en el cuerpo como respuesta para combatir el SARS-CoV-2.
“El COVID-19 produce una respuesta inflamatoria generalizada aguda, además de una desregulación del sistema inmune. Esto puede ocasionar alteraciones a nivel del sitio del folículo donde se da el crecimiento del pelo. Por otro lado, la literatura muestra que quienes presentan esas caídas son los pacientes que tuvieron un grado de COVID-19 moderado o severo, es decir, quienes estuvieron en hospitalización o en una unidad de cuidado intensivo”, explicó.
Con el tiempo, son más las cosas que sabemos sobre el coronavirus, ese nombre que era extraño hace dos años, pero que ahora se cola en nuestras conversaciones del día a día. Más respuestas se darán con los años y se necesitarán aún muchos más estudios para saber la verdadera razón por la que todos estos síntomas se están manifestando en los cuerpos tras superar el COVID-19 agudo.