Mascotas y animales silvestres, una pieza que no debe olvidar la salud pública
Desde antes de Cristo el mismo Aristóteles estableció la relación que existía entre la estacionalidad y la salud humana. Hoy, frente al incremento de población de animales como perros y gatos, así como de la pandemia del covid-19, expertos advierten sobre la necesidad de entender cómo la salud de los animales y el ambiente también nos afecta.
Juan Pablo Correa
Una de las pestes más grandes de la historia europea en el siglo XIV la causó un roedor. Este animal portaba una bacteria mortal para los seres humanos, la Yersina petis, y las pulgas o garrapatas que los habitaban la transmitían a los humanos. Llamaron este evento la peste negra y se calcula que causó la muerte de millones de personas. Sin embargo, no era la primera vez que esta bacteria hacía de las suyas en el continente. La revista The Lancet demostró en 2014 que un linaje de la misma bacteria también había sido responsable de la plaga de Justiniano en Europa, casi diez siglos atrás.
Estas enfermedades, que se conocen en el mundo científico como zoonosis, han generado estragos inolvidables para la historia universal como el ébola, la enfermedad de las vacas locas y, la más reciente, el nuevo coronavirus o SARS-CoV-2. Las transmisiones de enfermedades por el contacto con los animales parecen incrementarse con el tiempo, tanto así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el 60% de las enfermedades infecciosas son zoonosis. Sin embargo, los humanos no hemos sido los únicos afectados por estas enfermedades. La fauna silvestre, como asegura Adriana Pulido, profesora de parasitología de la Universidad Javeriana, también ha terminado perjudicada.
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En 2007, para tener un ejemplo, un grupo de turistas aficionados a las cuevas aparentemente transportó desde Europa un hongo letal, el Pseudogymnoascus destructurans, para algunos murciélagos Norteamericanos. Según informó el País de España en ese entonces, el síndrome de la nariz blanca, como se le llamó, cobró la vida de millones de estos animales.
En Colombia también se han reportado casos similares. En 2020 Corpocaldas alertó sobre una posible epidemia de moquillo canino en los zorros cañeros (Cerdocyon thous). Según la Corporación, la posible causa de contagio eran mascotas domésticas abandonadas que merodeaban por los bosques cercanos a los municipios de Chinchiná, Palestina y Manizales.
(Lea Cuando los perros y gatos son una amenaza para la biodiversidad)
Estos escenarios demuestran que la transmisión de enfermedades depende de muchos factores, pero de algo que sí están seguros varios expertos es del rol que cumple el ser humano en las zoonosis. “Todo ser vivo tiene sus microorganismos, y el escenario perfecto sería no compartirlos, la historia nos ha demostrado que es imposible. Cualquier ser vivo que reciba algo extraño y el sistema inmune no tenga la capacidad de combatirlo, se va a enfermar. Por esto el panorama de salud pública deberíamos entenderlo como una sola salud planetaria, que incluye el cuidado del medio ambiente, la fauna y la flora silvestre, los animales domésticos y los seres humanos” explica Pulido, quien también es directora del semillero de Enfermedades Infecciosas Veterinarias y Zoonosis de la Pontificia Universidad Javeriana.
“En el caso de infecciones zoonóticas es necesario hacer un llamado especial a la tenencia responsable de animales”, dice Diego Soler, médico veterinario y candidato a doctor en Agrociencias, Medicina de Poblaciones y Salud Pública de la Universidad de La Salle. La amenaza en la transmisión de virus y bacterias se hace mayor cuando las mascotas no tienen un cuidado veterinario. Recientemente, varios expertos han llamado la atención sobre estos casos, precisamente, por el crecimiento de las poblaciones de perros y gatos que, solo en Colombia y para 2019, superaba los ocho millones de individuos, dos más que en 2017.
Una sola salud planetaria
El concepto “One Health” o una salud lo introdujo Calvin Schwabe, un epidemiólogo veterinario en los años 70. Schwabe recogió algunas posturas y propuso la idea de una sola medicina que integrara la veterinaria en la salud pública. Sin embargo, el investigador Pablo Zunino, presidente del Consejo del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable de Uruguay, escribió en una publicación científica en 2018 que incluso desde Antes de Cristo (AC) los seres humanos ya estaban en la tarea de asumir una perspectiva integradora sobre la salud entre animales, seres humanos y el medio ambiente. Por ejemplo, dice Zunino, Hipócrates (460-370 AC) formuló un patrón de estacionalidad de la tuberculosis en el que el verano incidía en los picos de propagación y Aristóteles (384-322 AC) empleó el concepto de medicina comparativa a través del estudio de características entre seres humanos y otros mamíferos.
Con la propagación de nuevas enfermedades, más investigadores empezaron a pensar un concepto holístico de la salud. En 2004 la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS por su siglas en inglés) organizó un evento en la Universidad Rockefeller, en la ciudad de Nueva York, que llamaron “One World, One Health” (que en español quiere decir “Un mundo, una salud”). En la conferencia los asistentes formularon los “Principios de Manhattan”, doce “leyes” que buscaban darle una visión integral a la salud entre seres humanos, animales y el medio ambiente. Según el documento que resume la reunión, todo surgió por los brotes de ébola, SARS y viruela de mono que ocurrieron en la época.
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“Pensar una sola salud es importante porque existe una interrelación bastante estrecha entre la salud del medio ambiente, los animales y los seres humanos. Además es el primer concepto que reúne a los animales domésticos y silvestres en el panorama de la salud pública”, explica el médico veterinario Soler, quien es líder del semillero de Investigación Una Salud y hace parte de ISOHA (International Student One Health Alliance) una red internacional que estudia la salud desde este concepto.
En 2007 la Asociación Médica Veterinaria Estadounidense (AVMA por sus siglas en inglés) creó un grupo de trabajo para promover una iniciativa de salud única que llamó “One Health Initiative Task Force” (OHITF). Un año después, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) emplearon el concepto de “Una Salud” (“One Health”) con el objetivo de abordar problemas de salud pública desde una visión integradora entre seres humanos, animales y medio ambiente.
(Lea Así fue como las gallinas pasaron de ser aves salvajes a animales de granja)
“Este concepto es muy importante porque incluye al ser humano como parte del proceso. Las infecciones zoonóticas ocurren en ambos sentidos, nosotros también transmitimos, y todo este procesos está mediado por los sistemas inmunes de cada individuo (incluidos nosotros), el entorno, los hábitos de higiéne, las visitas médicas para revisar los estados de salud y la tenencia responsable de las mascotas”, puntualiza Pulido.
Una de las pestes más grandes de la historia europea en el siglo XIV la causó un roedor. Este animal portaba una bacteria mortal para los seres humanos, la Yersina petis, y las pulgas o garrapatas que los habitaban la transmitían a los humanos. Llamaron este evento la peste negra y se calcula que causó la muerte de millones de personas. Sin embargo, no era la primera vez que esta bacteria hacía de las suyas en el continente. La revista The Lancet demostró en 2014 que un linaje de la misma bacteria también había sido responsable de la plaga de Justiniano en Europa, casi diez siglos atrás.
Estas enfermedades, que se conocen en el mundo científico como zoonosis, han generado estragos inolvidables para la historia universal como el ébola, la enfermedad de las vacas locas y, la más reciente, el nuevo coronavirus o SARS-CoV-2. Las transmisiones de enfermedades por el contacto con los animales parecen incrementarse con el tiempo, tanto así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el 60% de las enfermedades infecciosas son zoonosis. Sin embargo, los humanos no hemos sido los únicos afectados por estas enfermedades. La fauna silvestre, como asegura Adriana Pulido, profesora de parasitología de la Universidad Javeriana, también ha terminado perjudicada.
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En 2007, para tener un ejemplo, un grupo de turistas aficionados a las cuevas aparentemente transportó desde Europa un hongo letal, el Pseudogymnoascus destructurans, para algunos murciélagos Norteamericanos. Según informó el País de España en ese entonces, el síndrome de la nariz blanca, como se le llamó, cobró la vida de millones de estos animales.
En Colombia también se han reportado casos similares. En 2020 Corpocaldas alertó sobre una posible epidemia de moquillo canino en los zorros cañeros (Cerdocyon thous). Según la Corporación, la posible causa de contagio eran mascotas domésticas abandonadas que merodeaban por los bosques cercanos a los municipios de Chinchiná, Palestina y Manizales.
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Estos escenarios demuestran que la transmisión de enfermedades depende de muchos factores, pero de algo que sí están seguros varios expertos es del rol que cumple el ser humano en las zoonosis. “Todo ser vivo tiene sus microorganismos, y el escenario perfecto sería no compartirlos, la historia nos ha demostrado que es imposible. Cualquier ser vivo que reciba algo extraño y el sistema inmune no tenga la capacidad de combatirlo, se va a enfermar. Por esto el panorama de salud pública deberíamos entenderlo como una sola salud planetaria, que incluye el cuidado del medio ambiente, la fauna y la flora silvestre, los animales domésticos y los seres humanos” explica Pulido, quien también es directora del semillero de Enfermedades Infecciosas Veterinarias y Zoonosis de la Pontificia Universidad Javeriana.
“En el caso de infecciones zoonóticas es necesario hacer un llamado especial a la tenencia responsable de animales”, dice Diego Soler, médico veterinario y candidato a doctor en Agrociencias, Medicina de Poblaciones y Salud Pública de la Universidad de La Salle. La amenaza en la transmisión de virus y bacterias se hace mayor cuando las mascotas no tienen un cuidado veterinario. Recientemente, varios expertos han llamado la atención sobre estos casos, precisamente, por el crecimiento de las poblaciones de perros y gatos que, solo en Colombia y para 2019, superaba los ocho millones de individuos, dos más que en 2017.
Una sola salud planetaria
El concepto “One Health” o una salud lo introdujo Calvin Schwabe, un epidemiólogo veterinario en los años 70. Schwabe recogió algunas posturas y propuso la idea de una sola medicina que integrara la veterinaria en la salud pública. Sin embargo, el investigador Pablo Zunino, presidente del Consejo del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable de Uruguay, escribió en una publicación científica en 2018 que incluso desde Antes de Cristo (AC) los seres humanos ya estaban en la tarea de asumir una perspectiva integradora sobre la salud entre animales, seres humanos y el medio ambiente. Por ejemplo, dice Zunino, Hipócrates (460-370 AC) formuló un patrón de estacionalidad de la tuberculosis en el que el verano incidía en los picos de propagación y Aristóteles (384-322 AC) empleó el concepto de medicina comparativa a través del estudio de características entre seres humanos y otros mamíferos.
Con la propagación de nuevas enfermedades, más investigadores empezaron a pensar un concepto holístico de la salud. En 2004 la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS por su siglas en inglés) organizó un evento en la Universidad Rockefeller, en la ciudad de Nueva York, que llamaron “One World, One Health” (que en español quiere decir “Un mundo, una salud”). En la conferencia los asistentes formularon los “Principios de Manhattan”, doce “leyes” que buscaban darle una visión integral a la salud entre seres humanos, animales y el medio ambiente. Según el documento que resume la reunión, todo surgió por los brotes de ébola, SARS y viruela de mono que ocurrieron en la época.
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“Pensar una sola salud es importante porque existe una interrelación bastante estrecha entre la salud del medio ambiente, los animales y los seres humanos. Además es el primer concepto que reúne a los animales domésticos y silvestres en el panorama de la salud pública”, explica el médico veterinario Soler, quien es líder del semillero de Investigación Una Salud y hace parte de ISOHA (International Student One Health Alliance) una red internacional que estudia la salud desde este concepto.
En 2007 la Asociación Médica Veterinaria Estadounidense (AVMA por sus siglas en inglés) creó un grupo de trabajo para promover una iniciativa de salud única que llamó “One Health Initiative Task Force” (OHITF). Un año después, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) emplearon el concepto de “Una Salud” (“One Health”) con el objetivo de abordar problemas de salud pública desde una visión integradora entre seres humanos, animales y medio ambiente.
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“Este concepto es muy importante porque incluye al ser humano como parte del proceso. Las infecciones zoonóticas ocurren en ambos sentidos, nosotros también transmitimos, y todo este procesos está mediado por los sistemas inmunes de cada individuo (incluidos nosotros), el entorno, los hábitos de higiéne, las visitas médicas para revisar los estados de salud y la tenencia responsable de las mascotas”, puntualiza Pulido.