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Hace un par de semanas el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) anunció una buena noticia: después de muchos años de discusiones, le dio luz verde al primer medicamento biosimilar contra el cáncer en Colombia. El trastuzumab, usado para el cáncer de mama, saldría al mercado bajo el nombre comercial de Ogiviri. Su aprobación implicaba, en otras palabras, la apertura de un mercado que ayudará a aliviar los aprietos financieros del sistema de salud. (Lea Datos manipulados y un precio de US$2,1 millones: la polémica del medicamento más caro del mundo)
Desde que aparecieron, los medicamentos biotecnológicos se han convertido en medicinas vitales para tratar enfermedades como el cáncer, la artritis o la diabetes. Su efectividad marcó una nueva era en el mundo farmacéutico. Sin embargo, sus precios también significaron un nuevo desafío. En Colombia empezaron a liderar el top de los fármacos más costosos. En 2017, por ejemplo, el país pagó cerca de $474.000 millones por cinco, entre ellos, el Humira de Abvie, y el trastuzumab y rixtuximab de Roche. (Lea Los médicos que quieren controlar en Colombia una enfermedad olvidada por el planeta)
Ante ese escenario, como lo ha contado este diario en repetidas ocasiones, desde hace casi una década el Ministerio de Salud se ha planteado la posibilidad de permitir la entrada de los genéricos de los mismos. El ingreso de los “biosimilares”, como suelen llamarlos en el argot farmacéutico, quedó en firme en 2014 cuando el entonces jefe de la cartera de Salud, Alejandro Gaviria, firmó el decreto 1782. En él dejaba las reglas claras para que estos fármacos hicieran parte del mercado colombiano. La ecuación era simple: su presencia aumentaría la competencia y significaría una gran reducción de costos. (Lea Este es el grupo de los "indispensables" en el mundo de los medicamentos en Colombia)
La norma, aplaudida por unos, criticada por otros, entró en la lista de las más controversiales. Afidro, que agremia a los laboratorios multinacionales, la demandó para frenar una de las rutas de ingreso (la tercera vía, para ser específicos). El Consejo de Estado hace un par de meses no les dio la razón a las compañías y, en principio, respaldó con un auto la entrada de los biosimilares.
¿Después de esa decisión cuántas solicitudes para la aprobación de estos medicamentos están en marcha en el Invima? Luego de haber aprobado el primer biosimilar del trastuzumab, ¿vienen más licencias en camino? Como lo muestra el gráfico que acompaña este texto, es posible que en los próximos meses halla más aprobaciones. Las más cercanas, al parecer, serán de otros dos competidores del trastuzumab. Hasta el momento solo lo vendía Roche. Entre 2016 y 2017 Colombia pagó por él más de $177 mil millones.