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Uno de los puntos del sistema de salud colombiano que más críticas suelen recibir es la precaria condición en la que se tienen que formar los médicos que aspiran a tener una especialización: deben pasar largas jornadas en los hospitales y pagar matrículas que están entre los 25 y 35 millones de pesos anuales y, a cambio, no reciben ningún tipo de pago.
Es por esto que hoy, a las 9 a.m., la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR), la Federación Médica Colombiana (FMC) y la Asociación Colombiana Médica Estudiantil (Acome) han convocado a un plantón en la Plaza de Bolívar para radicar un proyecto de ley con el que buscan mejorar las residencias médicas en el país. Uno de los varios intentos que se están haciendo para transformar la educación médica en Colombia, pues si en algo parecen estar de acuerdo los distintos sectores del gremio es que la generación de nuevos especialistas está colmada de problemas.
El primer gran cambio que propone el documento, que será presentado a la Cámara por la representante Sara Piedrahíta, es que los residentes tengan un contrato especial en el cual, a cambio de prestar sus servicios profesionales, reciban una remuneración mensual no menor a tres salarios mínimos, además de beneficios como pensión, salud, ARL y vacaciones.
La idea es que la plata para generar este pago venga de recursos públicos, a través del Fondo Nacional de Residencias, que habría que crear, y que sea girada directamente al residente. “Con esto buscamos evitar una intermediación con clínicas y hospitales, y serían destinaciones específicas de la misma plata que entra a las EPS”, aclaró Carolina Corcho, vicepresidenta gremial de la FMC, a El Espectador.
Actualmente, los residentes son vistos como estudiantes, aunque tengan su título de médicos generales, por lo que no reciben ningún tipo de salario. La única ayuda económica que se les presta, hasta ahora, consiste en una beca crédito de dos salarios mínimo que igualmente no alcanza a beneficiar a los 5.000 residentes que, se estima, tiene Colombia.
Ahora, para evitar que la remuneración de los residentes se traduzca en que se les asignen funciones que no les pertenecen, el proyecto de ley establece que sus actividades dentro de clínicas y hospitales no pueden ser distintas a lo que dice el programa de formación de la universidad.
“No se les podrán asignar funciones diferentes o que interfieran con su formación de profesional residente, salvo en casos de emergencia o desastre nacional. El horario no podrá superar las 12 horas por turno y las 66 horas por semana”, aclara el documento.
Otro punto que propone el proyecto de ley, y tal vez el más álgido, es acabar con el cobro de matrículas por parte de las universidades. “Las instituciones educativas suelen decir que si se eliminan las matrículas cierran los programas, pero nunca nos han demostrado cifras o estudios que sustenten los montos tan altos de las matrículas”, comentó Corcho.
Pero esta no es la primera vez que este tipo de propuestas salen a la luz pública. En el 2013, cuando se propuso una reforma a la salud que más tarde fue tumbada por la marcha de las “batas blancas”, ya que incluía la viabilidad de que los hospitales formaran médicos, los cambios para mejorar las condiciones de las residencia médicas cayeron con la reforma.
Igualmente, con el fin de resolver otros problemas que rodean la educación médica, como la falta de especialistas o los falsos cirujanos que cobran víctimas en sus consultas, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación convocaron a una comisión de expertos para que diera unas primeras pistas sobre qué hacer.
Sus 104 propuestas fueron presentadas en abril de este año y, en relación con la formación de especialistas médicos, incluían crear un sistema nacional de residencias médicas y un examen nacional, crear la sala de posgrados dentro del Consejo General de Educación Médica, ajustar continuamente los recursos y programas de residencia médico-quirúrgica, estructurar los posgrados con base en un proceso de escalonamiento gradual de profundización, investigar durante la residencia y establecer un sistema de pago al residente, entre muchas otras.
Lo que no deja dudas de que el panorama actual es débil, hay muchos vacíos y los cambios deberán ser muchos. Lo cierto, y en lo que parecen coincidir ambos casos, es que empezar por pagarles a los médicos residentes sería un primer paso.