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Colombia está lejos de ser un país referente en el tema de la donación de órganos y tejidos, y son múltiples los factores que influyen en esta situación, desde barreras administrativas, hasta culturales. A pesar de que existe una ley (1805 de 2016) que señala que todos los colombianos son donantes obligatorios, las cifras son bajas. A este panorama se sumó la pandemia por covid-19, que colapsó los sistemas de salud y el número de trasplantes de órganos descendió notablemente, “casi en un 80%”, asegura Gilberto Andrés Mejía, líder médico de la unidad de trasplantes de LaCardio, en Bogotá.
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Las cifras reflejan un panorama insuficiente de donantes, que pueden ser cadavéricos (en su mayoría pacientes con un diagnóstico de muerte cerebral) o vivos. Para comprender la magnitud, en España en 2019 había 50 donantes cadavéricos por cada millón de habitantes, mientras que en Colombia el número era de 8,4. En el caso de los donantes en vida la situación es más compleja: solo 1 de cada 10 órganos es de donante vivo en el país, asegura el doctor Camilo Montero, coordinador clínico del grupo de trasplantes de Colsánitas.
La donación de órganos es fundamental para mejorar la situación de aproximadamente 3.000 personas que están en lista de espera por un hígado, un riñón, un corazón o un pulmón. “Algunas de las razones que limitan la donación son los mitos y la desinformación”, dice el coordinador de trasplantes de LaCardio, la segunda institución en el país que realiza el mayor número de estos procedimientos.
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“Desmitificar algunas creencias y conversar con las personas tiene un impacto positivo en esta problemática”, explica. Por eso, el doctor Mejía reunió algunos de los mitos que escucha frecuentemente en el hospital y las explicaciones médicas y técnicas que existen al respecto:
“Los costos de la donación serán cargados a la familia”
En realidad, todos los gastos generados por los procedimientos de donación están cubiertos por el sistema general de seguridad en salud. Eso quiere decir que ningún paciente debe costear la donación de un órgano o tejidos. Si bien, hay inconvenientes administrativos con el pago a las clínicas y hospitales cuando hay donantes no efectivos, el problema está en las aseguradoras y no en las familias.
También existe un trabajo articulado con el Instituto Nacional de Salud (INS), aseguradoras, clínicas y hospitales, especialistas y redes de apoyo, que permite tener cubiertas las necesidades del donante, paciente y familias, durante todo su ciclo de atención.
“Estoy muy viejo para donar”
Todas las personas se consideran potenciales donantes. Las condiciones médicas a la hora de fallecer determinan cuáles órganos y tejidos pueden ser donados. De hecho, según el INS, de un donante efectivo se pueden obtener hasta 55 componentes entre órganos y tejidos que pueden beneficiar a igual número de pacientes que esperan. Sin embargo, son pocos los casos en donde esto ocurre.
“La donación en vida puede desfigurar mi cuerpo”
El cuerpo de un donante conserva su misma apariencia. La cirugía para la obtención de algún órgano o tejido se lleva a cabo con suma delicadeza, respeto y siempre se mantiene íntegra la fisionomía del donante.
“Si dono órganos después los venden”
En Colombia está prohibida la remuneración o cualquier compensación por la donación de órganos o tejidos. Según la ley 919 de 2004 quien trafique, compre, venda o comercialice órganos o tejidos incurrirá en una pena de tres a seis años de prisión.
“Los ricos tiene prioridad”
Según el Instituto Nacional de Salud (INS), el 90% de pacientes trasplantados pertenecen a los estratos 1,2 y 3. Además, la donación de órganos es un proceso completamente regulado y transparente, donde su asignación se hace de acuerdo con las necesidades de cada paciente, iniciando con la “urgencia 0″, un mecanismo para que los pacientes en condición de urgencia tengan prioridad. Esto nos permite asegurar que en Colombia no hay el llamado “tráfico de órganos”.
“La pandemia hizo aún más evidentes las dificultades que ya se presentaban respecto a la donación y trasplantes de órganos. La primera es la baja tasa de donantes, tanto en vida como cadavéricos. En la medida que todos sumemos esfuerzos (IPS, aseguradoras, gobierno, pacientes, familias) para generar conciencia alrededor de este tema, podremos reescribir nuevas oportunidades de vida”, asegura Mejía.