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Hace dos meses el estadunidense David Bennett, de 57 años, se convirtió en la primera persona en recibir lo que, hasta ahora, era un trasplante exitoso de corazón de cerdo genéticamente modificado. El 7 de enero de 2022, la Universidad de Maryland realizó este inusual trasplante, tras recibir el consentimiento de Bennet y una autorización de emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), debido a que Bennet no parecía tener una alternativa. Primero, porque tenía una arritmia que no le permitía manejar su insuficiencia cardíaca avanzada con una bomba mecánica. Y, segundo, porque no estaba considerado en la lista de trasplantes de órganos humanos, ya que tenía un historial de no seguir instrucciones como tomarse regularmente los medicamentos, lo que suele descalificar a las personas para estos procedimientos. (Le sugerimos: ¿Vale la pena criar cerdos para trasplantar sus órganos?)
Sin embargo, la misma Universidad confirmó que Bennet falleció ayer, después de que su salud se viniera deteriorando. “Estamos devastados por la pérdida del señor Bennett. Demostró ser un paciente valiente y noble que luchó hasta el final. Extendemos nuestras más sinceras condolencias a su familia”, dijo en un comunicado el doctor Bartley Griffith, cirujano que dirigió el trasplante. “El señor Bennett se hizo conocido por millones de personas en todo el mundo por su coraje y firme voluntad de vivir”, agregó.
La muerte de Bennet, aunque aún con causas específicas inciertas, evidencia lo que muchos expertos señalaron cuando se anunció el trasplante: aunque era un avance para la ciencia, también se trató de un caso anecdótico, lo que confirma que los trasplantes de animales a humanos aún están lejos de convertirse en un tratamiento exitoso. (Lea también: ¿Por qué el trasplante de corazón de cerdo a humano es por ahora un avance incierto?)
Cerdos que donan sus corazones
El corazón que le fue trasplantado a Bennet venia de Revivicor, una empresa en Virginia que se fundó en 2003, pero que sus inicios incluso están vinculados con Dolly, el primer mamífero en ser clonado. En vez de crear cerdos para alimentos, Revivicor los cría para que donen sus órganos. Claro, lo que implica que estos tengan varias modificaciones en sus genes.
El cerdo donante del corazón que recibió Bennett, por ejemplo, tenía 10 alteraciones. Cuatro genes inactivados, que buscan que las proteínas no expresen unos azúcares que el cuerpo humano rechaza o que el corazón no responda a factores de crecimiento para evitar que sus proporciones sean mayores a las del cuerpo humanos. Y seis genes humanos que fueron insertados para que los órganos del cerdo sean mejor tolerados por el donante.
Sin embargo, el procedimiento que fue celebrado como un avance científico, así como la cría de animales genéticamente modificados para usar sus órganos a humanos, ha sido un tema rodeado de debates éticos.
El 20 de enero, días después de que Bennett recibiera su nuevo corazón, Jan Dutkiewicz, investigador en políticas de Harvard y quien se ha dedicado a explorar la relación entre humanos, animales y el ambiente, publicó una columna titulada “¿Deberíamos criar cerdos solo por sus corazones?” en el portal The New Republic. Allí destacaba que tras la cirugía realizada en Maryland el debate ético se había centrado en el tema médico y humano. ¿Por qué habían seleccionado a Bennett y no a otros pacientes para realizar este procedimiento? ¿Cómo se determina si el paciente se está poniendo en mayor riesgo o no? De hecho, tras ver que Bennett sobrevivió, algunas personas habían levantado su voz porque Bennett es un exconvicto. Pero también, señalaba Dutkiewicz, era una discusión que se superaba fácilmente, pues desde un tema bioético estaba resuelto. La medicina no aplica los mismos criterios que la justicia. Un exconvicto tiene el mismo derecho a vivir que una persona que no ha cometido un crimen. (Lea: Por primera vez un hombre recibe un corazón de cerdo genéticamente modificado)
Pero para Dutkiewicz había otro debate ético oculto: el de cultivar a cerdos para usar sus órganos. “Los xenotrasplantes, como se llama este tipo de procedimiento, dependen de una suposición fundamental, pero silenciosa: que las vidas de los animales que producen los órganos no importan. O, al menos, que importan mucho menos que el de las vidas humanas que podría salvar”, sugería. ¿Pero en qué se diferencia cultivar cerdos para comer -en sistemas que muchas veces los tienen hacinados y en malas condiciones- que hacerlo por sus órganos? Pistas de la respuesta, aunque quizás es una mucho más compleja-, la arrojó la doctora Katrien Fevolder, investigadora de la Universidad de Oxford a la BBC, quien recordó que solo se deben usar cerdos editados genéticamente para órganos si podemos asegurarnos de que no sufrirán daños innecesarios en el proceso.