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En Colombia, nos encontramos ante una encrucijada institucional. La Ley 100 de 1993, hace casi 30 años, dio vida al Instituto de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA), un organismo público esencial en la regulación de la salud y seguridad de las y los colombianos. Este instituto tiene entre sus principales funciones vigilar que los medicamentos, alimentos, bebidas, y una amplia gama de productos cumplan con los estándares necesarios para su comercialización segura. Sin embargo, a pesar de su crucial papel, existe un vacío alarmante en su liderazgo: Colombia lleva un año y cinco meses sin una persona que asuma la dirección de esta institución tan importante.
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En octubre de 2023, frente a la grave escasez de medicamentos en Colombia, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó al INVIMA y al Ministerio de Salud implementar medidas cautelares urgentes. A finales de noviembre, el gobierno presentó un plan estructurado en tres fases para abordar los desafíos administrativos. El INVIMA, aún sin un director al mando, mostró una capacidad de respuesta notable: de 26.049 trámites pendientes en noviembre, logró procesar 8.669 en los últimos dos meses del año, cumpliendo con la primera fase del plan. Se priorizaron 65 trámites de medicamentos en desabastecimiento o riesgo de ello en noviembre, y 14 trámites relacionados con 40 medicamentos en diciembre. Sin embargo, a finales de diciembre, los trámites pendientes sumaban 18.913, incluyendo 1.313 nuevos entre noviembre y diciembre. Esta situación destaca una paradoja: a pesar de la eficiencia mostrada en la gestión de esta crisis, la ausencia de un director en el INVIMA es preocupante. El aumento de trámites, a pesar de los esfuerzos, subraya los desafíos en la toma de decisiones y la priorización de tareas, problemas a los que, probablemente, se les daría mejor con una dirección clara y estable. La ausencia de un director en el INVIMA no solo afecta la operación diaria de la entidad, sino que también plantea preguntas sobre la planificación a largo plazo y la adaptación a los cambios en el entorno regulatorio.
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Otro rol relevante que cumple esta entidad es con relación al etiquetado frontal de advertencia de los productos comestibles y bebibles ultraprocesados. Allí, el INVIMA tiene competencias no sólo de vigilancia con relación a la correcta implementación de la medida, sino que puede iniciar procesos administrativos sancionatorios, en caso de incumplimiento de la reglamentación. Esto tiene especial relevancia para Colombia, pues algunas organizaciones de la sociedad civil han reportado que existen irregularidades con la posición de las etiquetas e incluso afirman que algunos productos que deberían tener etiquetado, no lo tienen.
Teniendo en cuenta estas prácticas, el rol del INVIMA es crucial. La adecuada ejecución de sus funciones en coordinación con las entidades territoriales, enfocadas en la inspección y aplicación de sanciones, asegurará una implementación efectiva del etiquetado. Esto contribuirá a proporcionar información transparente y precisa al consumidor acerca del contenido de los productos ultraprocesados, con el objetivo principal de disminuir su consumo. Así, el hecho de que la entidad no cuente con una dirección, tiene el potencial de minar las posibilidades del correcto desarrollo de la regulación, pues sin un abordaje estructural con un norte definido, no es claro cómo se va a dar seguimiento y respuesta a los incumplimientos identificados.
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La determinación y eficiencia del INVIMA en el trámite de solicitudes y en la priorización de medicamentos en situación crítica es, sin duda, admirable. Sin embargo, la persistente ausencia de un director en esta entidad es grave. No solo se pone en riesgo la sostenibilidad de políticas de salud pública como el etiquetado, sino que también se amenaza con debilitar la capacidad de respuesta de la entidad frente a futuras crisis de salud pública. Una gestión eficaz y una respuesta rápida a emergencias no dependen únicamente de un equipo dedicado y competente, sino crucialmente de un liderazgo visionario y estable.
Finalmente, recientes comunicados indican una ampliación y flexibilización de los criterios de selección para el cargo de la dirección del INVIMA, disminuyendo la exigencia de estudios especializados en medicamentos. Esta decisión podría comprometer la calidad y la especificidad del liderazgo que esta institución requiere, especialmente en estos momentos cuando la entidad debe resolver varios temas estructurales. La designación de una persona que dirija el INVIMA, con la formación y experiencia adecuadas, no es un capricho que busca cumplir con requisitos administrativos, sino una urgencia de salud pública que debe abordarse con la mayor prontitud y seriedad. En tiempos de incertidumbre y desafíos constantes, un liderazgo debilitado o inadecuado puede ser tan perjudicial como la falta de liderazgo en sí. Como se suele decir, cuando no se sabe a qué puerto se dirige el barco, cualquier viento es desfavorable.
*Adriana Torres, Coordinadora de la Línea de Justicia Económica en Dejusticia
** Gabriela Vargas, investigadora de la Línea de Justicia Económica en Dejusticia
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