“No más senos de silicona para adolescentes”
Colombia se plantea si llegó la hora de prohibir las cirugías plásticas y los procedimientos estéticos en menores de edad. Implantes de senos y liposucciones son los más solicitados.
Angélica María Cuevas Guarnizo
A pesar de que en Colombia no existen estadísticas que indiquen que en los últimos años se está disparando la cantidad de cirugías plásticas estéticas en los adolescentes, los médicos sí reconocen un incremento evidente en el número de consultas, en su mayoría de mujeres jóvenes que piden ser transformadas.
Se ha vuelto común que al cumplir 15 años las niñas pidan un aumento de senos o silicona en las nalgas. Incluso hay algunas que se inyectan bótox en el rostro (conocido como un tratamiento antienvejecimiento) antes de cumplir los 20. Y aunque a los ojos de muchos en Colombia el tema de las cirugías plásticas es un asunto culturalmente normalizado, el gremio médico ha pedido en varias ocasiones que el tema cuente con una regulación efectiva.
A través de un proyecto de ley, que acaba de presentar el senador Mauricio Lizcano (Partido de la U), por primera vez el país intentará ponerle barreras al tema al proponer que se prohíban los procedimientos médicos y quirúrgicos estéticos para pacientes menores de edad y se establezcan sanciones a quienes violen esta prohibición.
Pero la norma propuesta no aplica para todo tipo de intervenciones. La idea es regular cirugías que se han vuelto populares y que podrían traer riesgos para la salud del paciente, como los implantes de silicona en pecho y glúteos, las liposucciones, las abdominoplastias y los procedimientos estéticos que cada vez son más solicitados. Entre ellos están las terapias que incluyen inyectarse diferentes sustancias para eliminar grasa localizada, como la carboxiterapia, la hidrolipólisis ultrasónica, la mesoterapia, la ultracavitación (técnica que genera pequeñas burbujas que explotan dentro del tejido adiposo y deshacen la grasa, regresándola al sistema linfático y que podría generar problemas hepáticos) y la aplicación de bótox.
Otras intervenciones, entre ellas cirugías de nariz y de orejas, cirugías reconstructivas, procedimientos como peelings químicos y mecánicos superficiales, y depilación láser podrían realizarse al ser considerados libres de riesgo por los médicos.
La norma tampoco aplicará para las cirugías con las que se corrigen patologías físicas y podrían operarse los pacientes que tengan justificaciones psicológicas “debidamente acreditadas por los respectivos profesionales de la salud”.
Aunque en Colombia sólo se necesita un consentimiento de los padres de familia para realizar estas intervenciones, la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (SCCP) no recomienda que los adolescentes se las practiquen. Para el gremio médico estas cirugías provocan alteraciones en el desarrollo del paciente o llegar a resultar inútil con el paso del tiempo y el cambio en el cuerpo del menor.
“Realizar un aumento de senos en una niña que no ha terminado de desarrollarse puede traer riesgos y hacerle una lipoescultura puede producir cambios metabólicos inesperados. Es que no sabemos cuál va a ser el peso definitivo de los pacientes cuando sean adultos ni cómo serán sus curvas definitivas, por eso no es correcto. Este tipo de normas son un buen punto de partida para darle piso a una regulación seria de las cirugías plásticas en el país. Se necesita madurez física y mental para tomar una decisión que transformará la vida de estas personas, necesitamos educar a los adolescentes, pero también a los padres de familia. Muchas de estas cirugías se hacen bajo la presión social de los ambientes escolares y familiares”, dice Lina Triana, presidenta de la SCCP.
Para los expertos, las cirugías plásticas estéticas en edades tempranas sólo deben hacerse en contadas ocasiones. Las operaciones para disminuir el tamaño de las orejas (otoplastias) o intervenciones de reducción de mamas en caso de malformación u otras patologías similares son algunas de esas excepciones.
“La mayoría de jóvenes que asisten a los consultorios son mujeres. Nuestra cultura se ha vuelto cada vez más exigente con ellas. La publicidad creando imaginarios y hablando de bellezas perfectas que las adolescentes y sus padres terminan defendiendo, ignorando que un cuerpo joven aún no ha terminado de desarrollarse y que en muchos casos no está preparado para asimilar estas intervenciones”, dice la cirujana plástica Lina Triana.
“No entiendo cómo se inyecta bótox a rostros ya jóvenes, limitando su movilidad y expresión, o por qué se podría someter una niña a una liposucción cuando este procedimiento no es una solución para la obesidad, enfermedad que se trata por medio de dieta, ejercicio y cambio de hábitos, en un principio. Los niños y jóvenes ya se encuentran sometidos a muchas presiones, gran parte de ellas derivadas de los cambios físicos que sufren: el incluir una cirugía o procedimiento estético entre estos cambios, cuando es innecesario, no colabora en nada en la formación del menor e incluso la entorpece”, dice la justificación del proyecto de ley.
Aunque la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (Isap) ubica a Colombia como el sexto país del mundo donde más procedimientos estéticos se realizan, con un promedio de 420.955 procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos anuales (ver gráfico), “el país ni siquiera conoce cuántas de éstas se hacen en adolescentes”, dice el senador Lizcano.
En muchas oportunidades los adolescentes llegan al consultorio con fotografías de famosos a los que quieren parecerse. Son tan específicos que pueden pedir los labios de Angelina Jolie y la cintura de Thalia. También es normal que lleguen motivados por campañas publicitarias, bonos regalo, promociones y descuentos que también tendrían restricciones en Colombia.
De ser aprobado este proyecto de ley, se prohibiría la promoción publicitaria dirigida a menores de edad de procedimientos médicos y quirúrgicos estéticos, así como el uso de modelos menores de edad en campañas de promoción de cirugías estéticas, consultorios, clínicas y procedimientos estéticos de cualquier tipo. También habría sanciones para quienes violen la ley: desde el pago de una multa equivalente a 500 salarios mínimos legales mensuales vigentes, hasta el cierre definitivo del centro de salud y la pérdida de su licencia de funcionamiento.
La falta de regulación de este tipo de procedimientos es un común denominador en el mundo. En Latinoamérica, sólo Argentina logró el año pasado regular las cirugías de aumento de senos luego de librar una batalla contra el gremio médico local.
En abril de 2014 la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos lanzó una campaña para desmotivar estos procedimientos en menores, al notar que éstos habían aumentado en un 500% en los últimos diez años, a pesar del escándalo mundial que generaron las defectuosas prótesis PIP.
Una encuesta en 2005, entre 2.000 adolescentes del Reino Unido, encontró que el 40% de las niñas habían considerado la cirugía plástica, a la vez que el director médico del Servicio Nacional de Salud Británico, Bruce Keogh, comprobó en una investigación que el 41% de niñas entre los 7 y los 10 años, y el 63% entre los 11 y los 16, confesaron haber sentido alguna presión para lucir como las celebridades.
acuevas@elespectador.com
A pesar de que en Colombia no existen estadísticas que indiquen que en los últimos años se está disparando la cantidad de cirugías plásticas estéticas en los adolescentes, los médicos sí reconocen un incremento evidente en el número de consultas, en su mayoría de mujeres jóvenes que piden ser transformadas.
Se ha vuelto común que al cumplir 15 años las niñas pidan un aumento de senos o silicona en las nalgas. Incluso hay algunas que se inyectan bótox en el rostro (conocido como un tratamiento antienvejecimiento) antes de cumplir los 20. Y aunque a los ojos de muchos en Colombia el tema de las cirugías plásticas es un asunto culturalmente normalizado, el gremio médico ha pedido en varias ocasiones que el tema cuente con una regulación efectiva.
A través de un proyecto de ley, que acaba de presentar el senador Mauricio Lizcano (Partido de la U), por primera vez el país intentará ponerle barreras al tema al proponer que se prohíban los procedimientos médicos y quirúrgicos estéticos para pacientes menores de edad y se establezcan sanciones a quienes violen esta prohibición.
Pero la norma propuesta no aplica para todo tipo de intervenciones. La idea es regular cirugías que se han vuelto populares y que podrían traer riesgos para la salud del paciente, como los implantes de silicona en pecho y glúteos, las liposucciones, las abdominoplastias y los procedimientos estéticos que cada vez son más solicitados. Entre ellos están las terapias que incluyen inyectarse diferentes sustancias para eliminar grasa localizada, como la carboxiterapia, la hidrolipólisis ultrasónica, la mesoterapia, la ultracavitación (técnica que genera pequeñas burbujas que explotan dentro del tejido adiposo y deshacen la grasa, regresándola al sistema linfático y que podría generar problemas hepáticos) y la aplicación de bótox.
Otras intervenciones, entre ellas cirugías de nariz y de orejas, cirugías reconstructivas, procedimientos como peelings químicos y mecánicos superficiales, y depilación láser podrían realizarse al ser considerados libres de riesgo por los médicos.
La norma tampoco aplicará para las cirugías con las que se corrigen patologías físicas y podrían operarse los pacientes que tengan justificaciones psicológicas “debidamente acreditadas por los respectivos profesionales de la salud”.
Aunque en Colombia sólo se necesita un consentimiento de los padres de familia para realizar estas intervenciones, la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (SCCP) no recomienda que los adolescentes se las practiquen. Para el gremio médico estas cirugías provocan alteraciones en el desarrollo del paciente o llegar a resultar inútil con el paso del tiempo y el cambio en el cuerpo del menor.
“Realizar un aumento de senos en una niña que no ha terminado de desarrollarse puede traer riesgos y hacerle una lipoescultura puede producir cambios metabólicos inesperados. Es que no sabemos cuál va a ser el peso definitivo de los pacientes cuando sean adultos ni cómo serán sus curvas definitivas, por eso no es correcto. Este tipo de normas son un buen punto de partida para darle piso a una regulación seria de las cirugías plásticas en el país. Se necesita madurez física y mental para tomar una decisión que transformará la vida de estas personas, necesitamos educar a los adolescentes, pero también a los padres de familia. Muchas de estas cirugías se hacen bajo la presión social de los ambientes escolares y familiares”, dice Lina Triana, presidenta de la SCCP.
Para los expertos, las cirugías plásticas estéticas en edades tempranas sólo deben hacerse en contadas ocasiones. Las operaciones para disminuir el tamaño de las orejas (otoplastias) o intervenciones de reducción de mamas en caso de malformación u otras patologías similares son algunas de esas excepciones.
“La mayoría de jóvenes que asisten a los consultorios son mujeres. Nuestra cultura se ha vuelto cada vez más exigente con ellas. La publicidad creando imaginarios y hablando de bellezas perfectas que las adolescentes y sus padres terminan defendiendo, ignorando que un cuerpo joven aún no ha terminado de desarrollarse y que en muchos casos no está preparado para asimilar estas intervenciones”, dice la cirujana plástica Lina Triana.
“No entiendo cómo se inyecta bótox a rostros ya jóvenes, limitando su movilidad y expresión, o por qué se podría someter una niña a una liposucción cuando este procedimiento no es una solución para la obesidad, enfermedad que se trata por medio de dieta, ejercicio y cambio de hábitos, en un principio. Los niños y jóvenes ya se encuentran sometidos a muchas presiones, gran parte de ellas derivadas de los cambios físicos que sufren: el incluir una cirugía o procedimiento estético entre estos cambios, cuando es innecesario, no colabora en nada en la formación del menor e incluso la entorpece”, dice la justificación del proyecto de ley.
Aunque la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (Isap) ubica a Colombia como el sexto país del mundo donde más procedimientos estéticos se realizan, con un promedio de 420.955 procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos anuales (ver gráfico), “el país ni siquiera conoce cuántas de éstas se hacen en adolescentes”, dice el senador Lizcano.
En muchas oportunidades los adolescentes llegan al consultorio con fotografías de famosos a los que quieren parecerse. Son tan específicos que pueden pedir los labios de Angelina Jolie y la cintura de Thalia. También es normal que lleguen motivados por campañas publicitarias, bonos regalo, promociones y descuentos que también tendrían restricciones en Colombia.
De ser aprobado este proyecto de ley, se prohibiría la promoción publicitaria dirigida a menores de edad de procedimientos médicos y quirúrgicos estéticos, así como el uso de modelos menores de edad en campañas de promoción de cirugías estéticas, consultorios, clínicas y procedimientos estéticos de cualquier tipo. También habría sanciones para quienes violen la ley: desde el pago de una multa equivalente a 500 salarios mínimos legales mensuales vigentes, hasta el cierre definitivo del centro de salud y la pérdida de su licencia de funcionamiento.
La falta de regulación de este tipo de procedimientos es un común denominador en el mundo. En Latinoamérica, sólo Argentina logró el año pasado regular las cirugías de aumento de senos luego de librar una batalla contra el gremio médico local.
En abril de 2014 la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos lanzó una campaña para desmotivar estos procedimientos en menores, al notar que éstos habían aumentado en un 500% en los últimos diez años, a pesar del escándalo mundial que generaron las defectuosas prótesis PIP.
Una encuesta en 2005, entre 2.000 adolescentes del Reino Unido, encontró que el 40% de las niñas habían considerado la cirugía plástica, a la vez que el director médico del Servicio Nacional de Salud Británico, Bruce Keogh, comprobó en una investigación que el 41% de niñas entre los 7 y los 10 años, y el 63% entre los 11 y los 16, confesaron haber sentido alguna presión para lucir como las celebridades.
acuevas@elespectador.com