Problemas gastrointestinales, otro efecto del “covid-prolongado”
Un estudio de más de 154.000 pacientes con covid-19 encontró que tenían un 36% más de probabilidades de tener problemas gastrointestinales un año después, que las personas que no se infectaron.
La OMS define el covid prolongado como una enfermedad que se presenta en personas con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente dentro de los tres meses posteriores al inicio del covid-19, con síntomas durante al menos dos meses que un diagnóstico alternativo no puede explicar. Aunque se parte de esa definición, aún queda mucho por saber de esta enfermedad y los científicos de todo el mundo están haciendo esfuerzos para llenar esos vacíos.
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La OMS define el covid prolongado como una enfermedad que se presenta en personas con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente dentro de los tres meses posteriores al inicio del covid-19, con síntomas durante al menos dos meses que un diagnóstico alternativo no puede explicar. Aunque se parte de esa definición, aún queda mucho por saber de esta enfermedad y los científicos de todo el mundo están haciendo esfuerzos para llenar esos vacíos.
Un nuevo estudio de gran tamaño publicado recientemente en Nature sugiere que más allá de los primeros 30 días de infección, las personas que continúan con covid-19, exhibieron mayores riesgos y cargas de 1 año de trastornos gastrointestinales, incluidos relacionados con el ácido, intestinales, pancreatitis aguda, enfermedad hepática y biliar. Según los investigadores, esos riegos fueron evidentes incluso en personas cuya enfermedad aguda no requirió hospitalización.
“Esto tendrá ramificaciones no solo para la salud personal de las personas afectadas, sino también para los sistemas de salud que deberán atender las necesidades de atención de las personas con trastornos gastrointestinales post-agudos por covid-19″, escriben los autores en el estudio. Los científicos señalan que si bien la evidencia sugiere que las vacunas reducen el riesgo de secuelas pos-agudas del SARS-CoV-2, no lo anulan por completo.
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“En conjunto, la base de evidencia refuerza la necesidad de un énfasis continuo en la prevención primaria de la infección por SARS-CoV-2 (y la prevención de la reinfección). Junto con la evidencia acumulada hasta ahora sobre la escala y amplitud de la disfunción orgánica en Long Covid, los hallazgos de este informe llaman a la necesidad urgente de desarrollar estrategias para prevenir y tratar las secuelas post-agudas de la infección por SARS-CoV-2″, se lee en el artículo.
Para llegar a estas conclusiones, los autores utilizaron bases de datos nacionales de atención médica del Departamento de Asuntos de Veteranos de EE. UU. para crear una cohorte de 154.068 personas que sobrevivieron a los primeros 30 días de covid.19 y dos grupos de control que incluyeron un control contemporáneo de 5.638.795 personas que vivieron durante el mismo tiempo de la pandemia, pero no tenían evidencia de infección por SARS-CoV-2, y una tercera cohorte histórica de 5.859.621 personas de la era previa a la pandemia, para un total de ms de diez millones de personas.
Los pacientes con covid-19 tuvieron un 36 % más de probabilidades de tener problemas gastrointestinales a largo plazo que no tenían antes de la infección. Los pacientes estudiados se infectaron durante las primeras oleadas de la pandemia y dieron positivo por coronavirus entre el 1 de marzo de 2020 y el 15 de enero de 2021, la gran mayoría antes de que las vacunas estuvieran disponibles. El estudio no identificó si ciertas condiciones de salud previas, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, ponen a las personas en mayor riesgo de problemas.
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El estudio, reconocen los autores, tiene algunas limitaciones. Las características demográficas de las cohortes (mayoría masculina y blanca) pueden limitar la generalización de los resultados. Es posible que algunos participantes de la cohorte hayan tenido infección por SARS-CoV-2, pero no se les haya hecho la prueba y, como resultado, estos participantes se hayan incluido en el grupo de control contemporáneo y pueden haber sesgado los resultados a favor de la hipótesis nula.
¿Qué sabemos en Colombia?
A finales de diciembre de 2021 el Observatorio Nacional de Salud del Instituto Nacional de Salud (INS) publicó un estudio titulado “Panorama de eventos en salud pública”. En él estima que, desde que empezó la pandemia y hasta junio de 2022, el 29,5% de las personas mayores de 18 años en Colombia que se infectaron con el coronavirus y sobrevivieron, desarrollaron el llamado “long covid” o “covid prolongado”, es decir, 1.509.813 pacientes.
De acuerdo con la investigación, los síntomas que se han reportado con más frecuencia en el país son: cansancio, dificultad respiratoria, trastornos del sueño y desórdenes cognitivos. Además, añade el Observatorio, el mayor riesgo de desarrollar este síndrome se reportó en personas con 60 años o más y en aquellas que requirieron hospitalización.
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Para hacer la modelación, los investigadores asumieron que todos los síntomas tienen una duración de nueve meses y así estimaron los años de vida saludables perdidos debido al “long covid”. Se estima que este síndrome causó casi 200 mil años de vida saludable perdidos en Colombia.
Según el estudio, los departamentos con las tasas más altas de años de vida saludable perdidos son Antioquia, Atlántico, Bogotá, Caldas, Quindío, Risaralda, Valle del Cauca y San Andrés. Y, aunque el estudio no determina el impacto que ha tenido la atención de estos pacientes en el sistema de salud, seguramente o han requerido los servicios para tratar los síntomas.
En el estudio, sin embargo, el observatorio dejaba claro que aún falta mucho por saber de esta enfermedad, algo que reiteran científicos como Carlos A. Álvarez Moreno, médico infectólogo y Consejero Científico del Gobierno. En una carta que Moreno publicó junto a unos colegas a inicios de este año se hizo algunas preguntas importantes sobre esta enfermedad y sus efectos en América Latina.
Entre las dificultades para saber la realidad de esta enfermedad, Álvarez y sus colegas sugieren en la carta que la alta informalidad laboral y la necesidad de regresar rápidamente al mercado laboral, que no se ha recuperado a los niveles previos a la pandemia, pueden estar motivando a las personas en recuperación a no buscar apoyo en sus procesos de rehabilitación.
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Por eso, el llamado de los científicos a los gobiernos es que se considere el estudio de esta enfermedad dentro de las políticas sanitarias. “Estas políticas deben verse reflejadas con un incremento en su búsqueda activa y la implementación de centros de atención de rehabilitación que permitan un adecuado seguimiento y una mejor caracterización de los pacientes para resolver o mitigar esta nueva complicación oculta de la pandemia”, finaliza la carta de investigación, que puede leer completa aquí.