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Un reciente estudio analizó los riesgos de mezclar bebidas alcohólicas y energizantes en adolescentes y adultos jóvenes. La investigación, publicada en la revista Science Direct, describe cómo consumir ambas sustancias podría contribuir a la agresión física y sexual, especialmente en ambientes universitarios.
Los investigadores, de la Universidad de Palo Alto, California, Estados Unidos, analizaron 844 estudios realizados antes de marzo de 2023, de los cuales solo 17 cumplieron con sus criterios de búsqueda.
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Entre los resultados, se resaltó al consumo de bebidas alcohólicas y energizantes con conductas agresivas. De hecho, quienes suelen mezclan ambas sustancias son más propensos a perpetrar pelear físicas, intimidación y agresiones sexuales, como contacto no deseado.
El vínculo entre el consumo de alcohol y las agresiones físicas no es nuevo, sobre todo entre jóvenes y adolescentes universitarios, pues, según los investigadores, es en esa etapa de la vida cuando se asumen más riesgos. Incluso, estudios realizados en Estados Unidos muestran que las personas de 18 a 25 años tienen un mayor consumo de alcohol comparado con los demás grupos de edad.
Asimismo, las agresiones relacionadas con el alcohol son frecuentes, particularmente en ambientes universitarios donde la cultura facilita un mayor consumo de alcohol.
La mayoría de los estudios que examinaron los investigadores mencionan la importancia de saber cuánto bebe una persona por sesión y con qué frecuencia bebe.
¿Por qué mezclar alcohol con bebidas energéticas resultaría peligroso?
Los energizantes pueden venir en muchas formas. Los investigadores señalan que pueden presentarse como sustancias premezcladas (Four Loko), o alcohol combinado con bebidas energéticas (RedBull).
Su uso alcanza un punto máximo en la edad adulta temprana, pues aproximadamente 1/3 de todos los adultos jóvenes de Estados Unidos reportaron haber ingerido este tipo de sustancias durante 2022.
El peligro estaría en el efecto que producen los energizantes: estos estimulan a las personas en lugar de sedarlas. En pocas palabras, deterioran la capacidad para juzgar el propio nivel de intoxicación y generan más deseo de consumir alcohol.
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También, facilitaría la ausencia de factores inhibidores que le permiten a una persona regularse cuando es provocada.
Sin embargo, en el estudio se describe que la propia ingesta de este tipo de productos no garantiza con total seguridad que la persona cometa actos violentos, pues otro tipo de factores, como la impulsividad y los motivos para beber, deben ser más investigados.
Por eso, los investigadores dicen que existe una clara necesidad de una revisión que examine las asociaciones entre el uso de bebidas energizantes y la violencia en bebedores más jóvenes, incluyendo los tipos de agresión física y sexual más cometidos, y si las asociaciones difieren según el rol del participante (si es víctima o perpetrador).