Otra señal para pararle bolas al hongo Candida auris
Una investigación realizada en un hospital de Bogotá detectó que algunos pacientes con el hongo Cándida auris son resistentes a un tipo de medicamento. Es otra señal de la importancia de estudiar este microorganismo e identificar casos de pacientes que se infecten con él.
Luisa Fernanda Orozco
Hace algunos meses, mientras procesaban muestras que habían recolectado en varias investigaciones alrededor del país, científicos del Instituto Nacional de Salud (INS) se encontraron con la presencia de un hongo, llamado Candida auris, que provenía de un cuerpo de agua a más de 400 kilómetros de Bogotá. La sorpresa no fue causada por la presencia de ese microorganismo -que ya había sido encontrado en Colombia-, sino por la posibilidad que eso representa para estudiar y comprender dónde crece y habita. Aún hay muchas preguntas por resolver en torno al Candida auris (Vea también: ‘Candida auris’: el hongo que inquieta al mundo fue encontrado cerca a Bogotá).
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Hace algunos meses, mientras procesaban muestras que habían recolectado en varias investigaciones alrededor del país, científicos del Instituto Nacional de Salud (INS) se encontraron con la presencia de un hongo, llamado Candida auris, que provenía de un cuerpo de agua a más de 400 kilómetros de Bogotá. La sorpresa no fue causada por la presencia de ese microorganismo -que ya había sido encontrado en Colombia-, sino por la posibilidad que eso representa para estudiar y comprender dónde crece y habita. Aún hay muchas preguntas por resolver en torno al Candida auris (Vea también: ‘Candida auris’: el hongo que inquieta al mundo fue encontrado cerca a Bogotá).
Por eso, desde 2016, el INS viene monitoreando este hongo que, en realidad, es apenas uno de más de 200 especies que conforman la familia Candida. Solo 25 pueden causar infecciones en humanos. “Entre ellas, 5 o 6 son las más comunes”, dice Andrés Ceballos, doctor en Micología, profesor de la Universidad Javeriana y autor principal de una investigación publicada en Frontiers hace poco que buscaba brindar un panorama de la presencia de esta familia de hongos en el país (Lea también: Desde la pandemia, un hongo inquietante que se ha propagado rápidamente en EE. UU).
Durante cuatro años, Ceballos y un equipo del Laboratorio de Micología del Hospital San Ignacio, en Bogotá, recopiló muestras de sangre y las analizó, en búsqueda de hongos de la familia Candida. En 123 muestras de sangre aisladas, encontraron seis especies de Candida. Entre ellas estaba la Auris; también la albicans, la tropicalis, la parapsilosis, la glabrata, la krusei y la lusitaniae. Algunas de tienen el potencial afectar a personas ya enfermas y que permanecen en escenarios hospitalarios, causándoles enfermedad en el cerebro, la sangre, el corazón, los ojos y los huesos.
Este tipo de patógenos, le explicaba a este periódico hace unos meses la investigadora del INS Patricia Escandón Hernández, coordinadora del Grupo de Microbiología del INS, tienen varios retos: además de ser oportunistas (infectan a personas débiles y ya enfermas) y de difícil diagnóstico, pueden ser resistentes a los tratamientos, algo en lo que se quiso centrar el equipo de Ceballos.
“Este hongo es difícil de tratar porque la mayoría es resistente y hay pocas alternativas para tratarlos”, explica el micólogo. Para él, el panorama se vuelve mucho más complicado cuando está presente en pacientes que toman antibióticos sin prescripción.
Una de las mayores preocupaciones, según Ceballos, recae en la Candida auris, pues su equipo encontró diez de estos microorganismos en los que notó un 70% de resistencia a los medicamentos, específicamente al fluconazol. Se trata de un fenómeno que es una preocupación global: según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades CDC, por ejemplo, aproximadamente el 85 % de los aislamientos de C. auris en EE. UU. son resistentes a los “azoles”, el 33 % a los “polienos”, y el 1% a la “equinocandinas”, tres grupos de medicinas que se usan para tratar las infecciones causadas por este hongo.
En el caso de Colombia, según Ceballos, se ha encontrado resistencia en el Fluconazol (perteneciente al grupo de los azoles) y en la anfotericina b (de los polienos). La explicación de esa resistencia, explica, apuntaría a una mutación en el hongo que, entre otras cosas, impide que la medicina funcione.
Uno de los desafíos en torno a este escenario, como dice Ceballos, es que, posiblemente, algunos centros médicos en nuestro país no cuentan con las herramientas para identificar los casos.
¿Hay razones para inquietarse?
Las infecciones por hongos son complejas por las similitudes que estos microorganismos comparten con los seres humanos. “Tenemos ancestros en común”, explica Ceballos. “Además, ellos no se alimentan por fotosíntesis, sino que obtienen sus nutrientes y energía a partir de materia orgánica”.
En el caso de Colombia, por ejemplo, se comenzaron a identificar los primeros pacientes con Candida auris en 2016. Incluso, desde entonces, todos los hospitales que tengan sospecha de uno de estos casos, deben reportarlo de manera obligatoria al Instituto Nacional de Salud (INS): enviar una muestra para que se confirme o no su presencia, y así mantener un registro de los casos existentes en nuestro país, que, entre 2016 y 2020, fueron 1.700 según el INS.
Sin embargo, la especie más usual es la Cándida albicans. “El 70% de las personas lo tienen presente de alguna forma: en la piel, en la boca, en el intestino y demás”, cuenta Ceballos.
Por ejemplo, una de las infecciones más comunes que podría generar la Candida albicans es la candidiasis. Puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo, sobre todo en los pliegues cutáneos, entre los dedos de los pies y las manos, así como en las cutículas, la boca y los genitales. Sus signos y síntomas varían según el sitio comprometido, y su tratamiento incluye medicamentos para combatir la infección. Tal vez una de las formas de Candida más conocida le sucede a las mujeres, con la candidiasis vulvovaginal. Picazón y dolor al tener relaciones sexuales son algunos de sus síntomas.
Sin embargo, Ceballos enfatiza que no todas las personas que tienen a este hongo en su organismo padecen de una infección. “El sistema inmunológico es fundamental para no permitir que esto suceda”, continúa Ceballos. “El problema aparecería en las personas que ya tienen debilitado su sistema inmunológico”. Esto, en pocas palabras, significa que los pacientes que tienen riesgo con una infección de Candida son aquellos que ya están enfermos y débiles.
Además, hay otro desafío: los centros de salud. “Es probable que el microorganismo crezca en superficies como camas y dispositivos médicos que se comparten entre pacientes”, explica Ceballos.
Como para detectar este hongo con eficiencia se necesita de unos equipos especializados, el diagnóstico suele ser difícil. La mejor muestra de ello es que cuando el INS ordenó hacerle vigilancia al Auris (en 2016), solo tres departamentos estaban en la capacidad de hacer esa notificación. Hoy, según le decía la doctora Escandón a este diario, el 80% del país la hace. Aun así, es posible que en muchos hospitales aún no se tengan los medios necesarios.
“Tal vez hospitales de tercer o cuarto nivel cuentan con la maquinaria para hacerlo, pero la mayoría de centros médicos no la tienen. Los pacientes con Cándida se deben aislar para evitar que se infecten o se contagien. Para controlarlo, se deben utilizar mecanismos de limpieza establecidos por, por ejemplo, la Asociación Colombiana de Infectología”, finaliza Ceballos.