Personajes del año: La batalla contra la comida que no alimenta
Esta mamá lidera la red de padres de familia más poderosa de Colombia, una comunidad que se ha enfrentado a la industria de la comida chatarra y las bebidas azucaradas exigiéndole al Gobierno que les ponga límites.
Angélica Cuevas Guarnizo
Los obstáculos son infinitos, pero se tiene que hacer lo que se tenga que hacer para proteger a nuestros niños”, esa es la frase que se repite Carolina Piñeros cada vez que pierde o gana una batalla, cuando llega una advertencia de “demanda” o recibe otro tipo de intimidación por promover, por ejemplo, que se implementen etiquetados de alimentos comprensibles. El mantra vuelve a la cabeza cuando un gremio poderoso le hace zancadilla o le llena el piso de jabón, para que a la red de padres y madres que lidera se demore el triple en llegar a la meta. (Lea: SIC e Invima, entutelados por permitir publicidad engañosa de “jugos”)
Sin embargo, esta mamá de tres hijos se mantiene en pie. Firme. Así tenga en frente al locutor de radio con más rating de RCN o Caracol, al gerente de Postobón o Coca-Cola, a los empresarios que controlan la internet en Colombia, a los congresistas o a los ministros de turno de Salud, Tecnología o Educación.
La ingeniera industrial esconde detrás de su dulzura una tenacidad que viene cimentando desde hace 15 años, cuando fundó Red Papaz en una oficina prestada, junto a María Mercedes de Brigard -rectora del Gimnasio La Montaña, en Bogotá- y otros tres padres y madres interesados en intervenir de manera más profunda en los procesos educativos sus hijos. “Estaba bien que las asociaciones de padres convocáramos a colectas navideñas y bazares familiares para ayudar al colegio, pero a la larga éramos un montón de profesionales que no estábamos haciendo nada juntos para impactar la sociedad en la que nuestros niños se estaban levantando”,.
El comienzo fue toda una osadía, pues aquel grupo activistas-inexpertos agarraron como primer blanco a los medios de comunicación. Las quejas de algunas mamás sobre los contenidos racistas, machistas y discriminatorios que se escuchaban en la franja de El Mañanero, de La Mega, los motivaron a emprender una cruzada para que los conductores del programa entendieran que la libertad de expresión había que ponerle límites cuando promovía el matoneo o la violencia al aire, validaba el consumo de sustancias psicoactivas en menores o se le hacía daño a un niño o a una niña, en vivo.
“Pero fue un diálogo de sordos, porque vivían por el rating que les garantizaba su pauta y esa pauta, su plata”, cuenta Carolina. Así que después de un año de frustraciones enviaron una carta a Carlos Ardila Lülle, dueño de la emisora, y adjuntaron en el sobre un CD con fragmentos del programa que consideraron ofensivos. Al tiempo, activaron una campaña en el interior de los colegios para reflexionar entre padres, madres e hijos sobre el tema. (Puede leer: Jugos que no son jugos)
La carta nunca fue contestada, y esa desesperanza se transformó en el instante decisivo. Con los ánimos en el suelo la Red decidió identificar a los anunciantes del programa para enviarles los audios y una carta donde les preguntaban si eran conscientes del tipo de contenido que estaba acompañado a sus marcas. Mandaron 35 paquetes por correo, 11 empresas retiraron sus cuñas y RCN se vio obligado a autorregularse.
Desde ese momento Red Papaz se volvió el proyecto de vida de Carolina Piñeros y se expandió hasta convertirse en una comunidad que ahora convoca a más de 617.000 madres y padres de familia de 476 instituciones educativas públicas y privadas del país. En 2009, la Red fue clave en promover, con la firma de la Ley Antitabaco, que no se les siguiera vendiendo cigarrillos a adolescentes entre 14 y 17 años. También, gracias a ellos, cientos de contenidos sexuales que involucran a menores de edad son bloqueados de los buscadores de internet de su casa y la de millones de colombianos. Además, a través de la aplicación Te Protejo han implementado todo un protocolo, que funciona en red con la Policía, para denunciar intimidaciones escolares, ciberacosos, abuso infantil y exploración sexual a menores.
En 2018, la batalla de la Red fue continuar activando una conversación nacional sobre la necesidad de proteger a los niños colombianos de ser el blanco de los mensajes publicitarios engañosos, de las empresas de comida chatarra, “jugos” en cajita y otras bebidas con altas concentraciones de azúcar, que se venden en empaques llamativos como productos saludables y de fruta, sin serlo. Cereales, paquetes y bebidas que se venden como alimento de campeones, pero que, por el contrario, pueden enfermar a los niños si se habitúan a consumirlos.
A comienzos de este año los padres de familia tuvieron que enfrentar la censura de los principales canales privados, que se llenaron de motivos para no transmitir una pieza televisiva que promovía el mensaje #NoComasMásMentiras. Red papaz demandó su derecho a entregar información útil para los consumidores e incluso después de que los tribunales le dieron la razón, sigue encontrando tropiezos por parte de los canales que dilatan los procesos para aceptar la emisión de sus anuncios.
Pero no se trataba solo de concientización. Después del esfuerzo descomunal que significó para Red Papaz, impulsar ante el Congreso el proyecto de ley que se conoció como “la ley de comida chatarra”, que buscaba poner etiquetas nutricionales claras en frente de los empaques, a Carolina Piñeros y a su equipo les tocó presenciar, en junio de este año, cómo se alteró la iniciativa hasta dejarla sin dientes. Después de 14 plenarias en el Congreso, durante el debate final, los lobistas de los gremios de las gaseosas y los alimentos ultraprocesados se tomaron el recinto para negociar -entre murmullos- la modificación del proyecto y luego los representantes de los gremios intervinieron para manipular el debate y desalmar la iniciativa. (Le puede interesar: Impuesto a bebidas azucaradas reduciría la obesidad entre el 6 y el 12% en Colombia)
“Ese día fue evidente cómo en Colombia pueden prevalecer los intereses de las empresas sobre los de nuestros hijos y familias.Fue penoso, los congresistas se comían los paquetes que les habíamos llevado para mostrarles los errores en el etiquetado. Había gente de la industria en todos los pasillos interviniendo. Fue penoso, triste sobre todo. A los empresarios se les olvidan sus hijos cuando tienen que ponerse sus trajes de gerentes. No quieren que sus niños tomen o coman productos que los pueden enfermar, pero sí quieren que los consuma el resto de Colombia”, dice Piñeros.
El 12 de junio, en medio de la euforia del Mundial de Rusia, el país perdió la posibilidad de que se reglamentara un etiquetado comprensible para los consumidores, diseñado para informar si el producto es alto en calorías, sodio, azúcar o grasas saturadas. Este punto, el más importante, fue eliminado en minutos a pupitrazo y el proyecto se aprobó sin los dientes que necesitaba. “Hay días difíciles, ese fue uno de ellos”, recuerda Carolina Piñeros.
Pero el tiempo también trajo su alivio. Tres meses después, tras conocer las reiteradas denuncias de los padres frente al uso publicidad engañosa por parte de la industria de alimentos, el Invima ordenó suspender dos piezas publicitarias de Hit (Postobón) que contenían afirmaciones engañosas sobre el contenido real de estos refrescos. “No estoy en contra de ninguna industria”, concluye Piñeros, “Pero los papás necesitamos acceder a mejor información y ninguna empresa debería beneficiarse de la falta de reglamentación que tenemos para proteger a nuestros niños. Avanzar es difícil. Pero sé que no estamos tan lejos de generar un cambio”.
Los obstáculos son infinitos, pero se tiene que hacer lo que se tenga que hacer para proteger a nuestros niños”, esa es la frase que se repite Carolina Piñeros cada vez que pierde o gana una batalla, cuando llega una advertencia de “demanda” o recibe otro tipo de intimidación por promover, por ejemplo, que se implementen etiquetados de alimentos comprensibles. El mantra vuelve a la cabeza cuando un gremio poderoso le hace zancadilla o le llena el piso de jabón, para que a la red de padres y madres que lidera se demore el triple en llegar a la meta. (Lea: SIC e Invima, entutelados por permitir publicidad engañosa de “jugos”)
Sin embargo, esta mamá de tres hijos se mantiene en pie. Firme. Así tenga en frente al locutor de radio con más rating de RCN o Caracol, al gerente de Postobón o Coca-Cola, a los empresarios que controlan la internet en Colombia, a los congresistas o a los ministros de turno de Salud, Tecnología o Educación.
La ingeniera industrial esconde detrás de su dulzura una tenacidad que viene cimentando desde hace 15 años, cuando fundó Red Papaz en una oficina prestada, junto a María Mercedes de Brigard -rectora del Gimnasio La Montaña, en Bogotá- y otros tres padres y madres interesados en intervenir de manera más profunda en los procesos educativos sus hijos. “Estaba bien que las asociaciones de padres convocáramos a colectas navideñas y bazares familiares para ayudar al colegio, pero a la larga éramos un montón de profesionales que no estábamos haciendo nada juntos para impactar la sociedad en la que nuestros niños se estaban levantando”,.
El comienzo fue toda una osadía, pues aquel grupo activistas-inexpertos agarraron como primer blanco a los medios de comunicación. Las quejas de algunas mamás sobre los contenidos racistas, machistas y discriminatorios que se escuchaban en la franja de El Mañanero, de La Mega, los motivaron a emprender una cruzada para que los conductores del programa entendieran que la libertad de expresión había que ponerle límites cuando promovía el matoneo o la violencia al aire, validaba el consumo de sustancias psicoactivas en menores o se le hacía daño a un niño o a una niña, en vivo.
“Pero fue un diálogo de sordos, porque vivían por el rating que les garantizaba su pauta y esa pauta, su plata”, cuenta Carolina. Así que después de un año de frustraciones enviaron una carta a Carlos Ardila Lülle, dueño de la emisora, y adjuntaron en el sobre un CD con fragmentos del programa que consideraron ofensivos. Al tiempo, activaron una campaña en el interior de los colegios para reflexionar entre padres, madres e hijos sobre el tema. (Puede leer: Jugos que no son jugos)
La carta nunca fue contestada, y esa desesperanza se transformó en el instante decisivo. Con los ánimos en el suelo la Red decidió identificar a los anunciantes del programa para enviarles los audios y una carta donde les preguntaban si eran conscientes del tipo de contenido que estaba acompañado a sus marcas. Mandaron 35 paquetes por correo, 11 empresas retiraron sus cuñas y RCN se vio obligado a autorregularse.
Desde ese momento Red Papaz se volvió el proyecto de vida de Carolina Piñeros y se expandió hasta convertirse en una comunidad que ahora convoca a más de 617.000 madres y padres de familia de 476 instituciones educativas públicas y privadas del país. En 2009, la Red fue clave en promover, con la firma de la Ley Antitabaco, que no se les siguiera vendiendo cigarrillos a adolescentes entre 14 y 17 años. También, gracias a ellos, cientos de contenidos sexuales que involucran a menores de edad son bloqueados de los buscadores de internet de su casa y la de millones de colombianos. Además, a través de la aplicación Te Protejo han implementado todo un protocolo, que funciona en red con la Policía, para denunciar intimidaciones escolares, ciberacosos, abuso infantil y exploración sexual a menores.
En 2018, la batalla de la Red fue continuar activando una conversación nacional sobre la necesidad de proteger a los niños colombianos de ser el blanco de los mensajes publicitarios engañosos, de las empresas de comida chatarra, “jugos” en cajita y otras bebidas con altas concentraciones de azúcar, que se venden en empaques llamativos como productos saludables y de fruta, sin serlo. Cereales, paquetes y bebidas que se venden como alimento de campeones, pero que, por el contrario, pueden enfermar a los niños si se habitúan a consumirlos.
A comienzos de este año los padres de familia tuvieron que enfrentar la censura de los principales canales privados, que se llenaron de motivos para no transmitir una pieza televisiva que promovía el mensaje #NoComasMásMentiras. Red papaz demandó su derecho a entregar información útil para los consumidores e incluso después de que los tribunales le dieron la razón, sigue encontrando tropiezos por parte de los canales que dilatan los procesos para aceptar la emisión de sus anuncios.
Pero no se trataba solo de concientización. Después del esfuerzo descomunal que significó para Red Papaz, impulsar ante el Congreso el proyecto de ley que se conoció como “la ley de comida chatarra”, que buscaba poner etiquetas nutricionales claras en frente de los empaques, a Carolina Piñeros y a su equipo les tocó presenciar, en junio de este año, cómo se alteró la iniciativa hasta dejarla sin dientes. Después de 14 plenarias en el Congreso, durante el debate final, los lobistas de los gremios de las gaseosas y los alimentos ultraprocesados se tomaron el recinto para negociar -entre murmullos- la modificación del proyecto y luego los representantes de los gremios intervinieron para manipular el debate y desalmar la iniciativa. (Le puede interesar: Impuesto a bebidas azucaradas reduciría la obesidad entre el 6 y el 12% en Colombia)
“Ese día fue evidente cómo en Colombia pueden prevalecer los intereses de las empresas sobre los de nuestros hijos y familias.Fue penoso, los congresistas se comían los paquetes que les habíamos llevado para mostrarles los errores en el etiquetado. Había gente de la industria en todos los pasillos interviniendo. Fue penoso, triste sobre todo. A los empresarios se les olvidan sus hijos cuando tienen que ponerse sus trajes de gerentes. No quieren que sus niños tomen o coman productos que los pueden enfermar, pero sí quieren que los consuma el resto de Colombia”, dice Piñeros.
El 12 de junio, en medio de la euforia del Mundial de Rusia, el país perdió la posibilidad de que se reglamentara un etiquetado comprensible para los consumidores, diseñado para informar si el producto es alto en calorías, sodio, azúcar o grasas saturadas. Este punto, el más importante, fue eliminado en minutos a pupitrazo y el proyecto se aprobó sin los dientes que necesitaba. “Hay días difíciles, ese fue uno de ellos”, recuerda Carolina Piñeros.
Pero el tiempo también trajo su alivio. Tres meses después, tras conocer las reiteradas denuncias de los padres frente al uso publicidad engañosa por parte de la industria de alimentos, el Invima ordenó suspender dos piezas publicitarias de Hit (Postobón) que contenían afirmaciones engañosas sobre el contenido real de estos refrescos. “No estoy en contra de ninguna industria”, concluye Piñeros, “Pero los papás necesitamos acceder a mejor información y ninguna empresa debería beneficiarse de la falta de reglamentación que tenemos para proteger a nuestros niños. Avanzar es difícil. Pero sé que no estamos tan lejos de generar un cambio”.