Personas transgénero tienen mayor riesgo de suicidio que el resto de la población

Durante los últimos años ha aumentado a nivel mundial la preocupación por las altas tasas de suicidio e intentos de suicidio que se presentan. Esta problemática ha afectado principalmente a personas jóvenes o de la tercera edad. El problema es tan grave que países como Japón y Reino Unido han creado ministerios para la soledad con el fin de tomar acciones al respecto. (Le puede interesar: Supersalud ordenó el traslado de 258 mil usuarios de Asmet Salud a otras EPS)

Un estudio publicado recientemente en la revista JAMA Network mostró preocupantes resultados por la forma en la que esta problemática está afectando a personas transgénero. Durante 42 años, entre 1980 y 2021, monitorearon con más de 6.650.000 registros las causas de muerte y de ingreso a hospitales en Dinamarca.

El 50 % de los participantes estudiados correspondían a personas a las que les fue asignado el género masculino al nacer. Del total de observaciones, el 0,06 % o 3759, correspondían a personas que se identificaban como transgénero.

Los investigadores encontraron que, durante los cuarenta años analizados, las personas transgénero presentaban una tasa estandarizada de intento de suicidio mucho más alta con respecto al resto de la población. (Le recomendamos: Los retos urgentes de salud en La Guajira)

Mientras que las personas que no se identifican como transgénero presentaron, en promedio, una tasa de intento de suicidio de 71 personas por cada 100.000 habitantes cada año, para las personas trans fue de 498 en el mismo estándar.

También, los casos en los que la causa de mortalidad fue el suicidio muestran una brecha importante: 21 casos por cada 100.000 habitantes por año en el resto de la población, mientras que se presentaron 75 casos en el caso de las personas trans.

La diferencia también fue cercana al doble en dos casos que no se limitan al suicidio como causa de muerte, dando muestra de la vulnerabilidad de esta población. Para las causas de muerte no relacionadas con el suicidio, la tasa de mortalidad en el resto de la población fue de 1310 personas por cada 100.000 habitantes por año, frente a 2380 en las personas trans. Por otra parte, las tasas para todas las causas de muerte fueron de 1331 y 2559 personas, respectivamente. (También puede leer: Las preguntas sobre Nueva EPS, clave en el modelo de salud que busca Petro)

Los autores además destacaron que, si bien se han presentado disminuciones en las tasas de suicidio desde 1980, aún se presentan un número elevado de casos y se mantiene una brecha preocupante al analizar específicamente a las personas trans.

Además, aclararon que este estudio tiene grandes limitaciones, dentro de las que se encuentra la imposibilidad de generalizar los resultados a personas trans que nunca han recibido atención hospitalaria, algo que ocurre con frecuencia por la discriminación que puede presentarse en la atención en salud.

Por esto, llaman la atención sobre la necesidad de hacer estudios a largo plazo que tengan otros mecanismos de medición, que permitan incluir a estos segmentos de la población que no reciben atención médica.

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Durante los últimos años ha aumentado a nivel mundial la preocupación por las altas tasas de suicidio e intentos de suicidio que se presentan. Esta problemática ha afectado principalmente a personas jóvenes o de la tercera edad. El problema es tan grave que países como Japón y Reino Unido han creado ministerios para la soledad con el fin de tomar acciones al respecto. (Le puede interesar: Supersalud ordenó el traslado de 258 mil usuarios de Asmet Salud a otras EPS)

Un estudio publicado recientemente en la revista JAMA Network mostró preocupantes resultados por la forma en la que esta problemática está afectando a personas transgénero. Durante 42 años, entre 1980 y 2021, monitorearon con más de 6.650.000 registros las causas de muerte y de ingreso a hospitales en Dinamarca.

El 50 % de los participantes estudiados correspondían a personas a las que les fue asignado el género masculino al nacer. Del total de observaciones, el 0,06 % o 3759, correspondían a personas que se identificaban como transgénero.

Los investigadores encontraron que, durante los cuarenta años analizados, las personas transgénero presentaban una tasa estandarizada de intento de suicidio mucho más alta con respecto al resto de la población. (Le recomendamos: Los retos urgentes de salud en La Guajira)

Mientras que las personas que no se identifican como transgénero presentaron, en promedio, una tasa de intento de suicidio de 71 personas por cada 100.000 habitantes cada año, para las personas trans fue de 498 en el mismo estándar.

También, los casos en los que la causa de mortalidad fue el suicidio muestran una brecha importante: 21 casos por cada 100.000 habitantes por año en el resto de la población, mientras que se presentaron 75 casos en el caso de las personas trans.

La diferencia también fue cercana al doble en dos casos que no se limitan al suicidio como causa de muerte, dando muestra de la vulnerabilidad de esta población. Para las causas de muerte no relacionadas con el suicidio, la tasa de mortalidad en el resto de la población fue de 1310 personas por cada 100.000 habitantes por año, frente a 2380 en las personas trans. Por otra parte, las tasas para todas las causas de muerte fueron de 1331 y 2559 personas, respectivamente. (También puede leer: Las preguntas sobre Nueva EPS, clave en el modelo de salud que busca Petro)

Los autores además destacaron que, si bien se han presentado disminuciones en las tasas de suicidio desde 1980, aún se presentan un número elevado de casos y se mantiene una brecha preocupante al analizar específicamente a las personas trans.

Además, aclararon que este estudio tiene grandes limitaciones, dentro de las que se encuentra la imposibilidad de generalizar los resultados a personas trans que nunca han recibido atención hospitalaria, algo que ocurre con frecuencia por la discriminación que puede presentarse en la atención en salud.

Por esto, llaman la atención sobre la necesidad de hacer estudios a largo plazo que tengan otros mecanismos de medición, que permitan incluir a estos segmentos de la población que no reciben atención médica.

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