Pobreza, muertes prevenibles y otras grandes barreras que tiene la niñez en Colombia
En 2021, más de 14.000 menores de cinco años del país murieron por enfermedades que se pudieron prevenir. Reconocer este y otros retos que tiene esta población para asegurar su integridad es un trabajo de los mandatarios locales, que se reflejará en los planes de desarrollo territorial.
La pobreza monetaria, los delitos sexuales y la deserción escolar, hacen parte de las principales problemáticas que enfrentan los niños, niñas y adolescentes de Colombia. De acuerdo con un cálculo hecho por el DANE y UNICEF, para 2022, el 52.3 % de los menores de 18 años del país vivían en hogares en situación de pobreza. Esto quiere decir que, aproximadamente siete millones de personas de esta población no tienen garantizados sus derechos de manera integral por su condición económica. (Lea: Críticas al Mininterior por campaña sobre supuesto tráfico de órganos en el país)
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La pobreza monetaria, los delitos sexuales y la deserción escolar, hacen parte de las principales problemáticas que enfrentan los niños, niñas y adolescentes de Colombia. De acuerdo con un cálculo hecho por el DANE y UNICEF, para 2022, el 52.3 % de los menores de 18 años del país vivían en hogares en situación de pobreza. Esto quiere decir que, aproximadamente siete millones de personas de esta población no tienen garantizados sus derechos de manera integral por su condición económica. (Lea: Críticas al Mininterior por campaña sobre supuesto tráfico de órganos en el país)
Esto desencadena otro tipo de retos y barreras que enfrenta la niñez y adolescencia en el país. En términos de educación, por ejemplo, se estima que por cada 100 niños que se matriculan hoy en primero de primaria, solo 44 logran graduarse de bachillerato a tiempo. De acuerdo con un estudio del centro de investigación Fedesarollo, esto representa un factor de desigualdad, pues la deserción escolar en la educación superior es mayor al 70 % para estratos 1 y 2, mientras que en estudiantes de estratos 4, 5 y 6 es menor al 10 %.
En Colombia, durante 2022, 374.123 menores de edad interrumpieron sus estudios o se desvincularon del sistema educativo sin haber terminado el grado que estaban cursando. La cifra de los que terminaron el año escolar pero no se matricularon para el siguiente grado es mayor: 461.001 en 2021. Arauca, La Guajira y Norte de Santander son los tres principales departamentos donde se presenta esta situación.
Saber qué está incidiendo en estos indicadores será el punto de partida para poder buscar soluciones integrales. En ese sentido, UNICEF ha hecho un llamado a los nuevos alcaldes y gobernadores a generar apuestas estratégicas que queden consignadas en los Planes de Desarrollo Territorial, para “cumplirle a la niñez del país”.
“La situación de la niñez hace que el desafío de los mandatarios, sea superior y que sus decisiones deban privilegiar la inversión para cumplir con la Convención de los derechos de los niños”, dice Carolina Cuevas, oficial de Inclusión Social de UNICEF, Colombia. Desde hace 35 años, el país suscribió la Convención sobre los Derechos del Niño, en el que se comprometió a tener una consideración primordial enfocada en el interés superior de los y las niñas, “en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos”.
Esto se materializó en el año 2006, con la sanción del Código de Infancia y Adolescencia, que también señala que la inversión social para este grupo de la población, debe ser garantizada. Sin embargo, en un estudio de la Procuraduría General de la Nación, el ICBF y Unicef, que evaluaron más de 1.000 planes de desarrollo, se pudo observar que menos del 30 % de la inversión social se dirigía a la población menor de edad. (Lea: El reto histórico que le espera al sistema de salud)
Entonces, ¿cómo cumplir desde los territorios? UNICEF menciona cuatro factores principales. Lo primero es asegurar que el plan de desarrollo presente un diagnóstico completo de la situación de la niñez en el territorio, entendiendo qué prioridades deben ser atendidas y qué programas y estrategias deben fortalecerse o desarrollarse.
En estos se deben tener en cuenta aspectos como el conflicto armado. De acuerdo con el Registro Único de Víctimas, cerca de 2 millones de niños, niñas y adolescentes, han sido víctimas de este flagelo, lo que representa el 19,4 % del total en el país. “Esto equivale a decir que hay tantos y tantas niñas víctimas como habitantes de las ciudades intermedias como Riohacha, Pasto, Arauca, Cauca y Cúcuta juntas”, menciona UNICEF.
El segundo punto, es establecer metas estratégicas para que esta población acceda a atenciones integrales, a los diferentes sistemas, incluido el de la salud. “La mayoría de las muertes en menores de un año se han considerado inequitativas por reunir características evitables, injustas e innecesarias”, según la agencia de la ONU.
En 2021, se registraron 6.751 defunciones de niñas y niños menores de un año, y 8.147 en menores de cinco años. Detrás de esto, en gran parte, hay causas como la desnutrición aguda, la enfermedad diarreica aguda, y la infección respiratoria aguda. Para UNICEF, la pobreza, el escaso reconocimiento de signos y síntomas de alerta, el acceso restringido, oportuno y de calidad a la atención integral en salud, las reducidas o nulas fuentes de agua potable disponibles, entre otras razones, “son determinantes sociales que inciden en estas muertes al generar entornos insalubres para la niñez y sus familias”, mencionan.
A esto se suma que de las 813 muertes confirmadas de residentes de Colombia en menores de cinco años por las enfermedades que mencionamos, el 41,1 % (334) se reconocieron como indígenas. La Guajira registró en 2022,160 muertes por estas causas en esta población, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Salud (INS).
Ante este panorama, las otras recomendaciones que le hace UNICEF a los actuales mandatarios son: asegurar las asignaciones de recursos financieros y presupuestos claros desde todos los sectores, y también que existan indicadores claros de los resultados con los que podrán verse los avances de cobertura, calidad y acceso de la niñez y adolescencia a los servicios y atenciones básicos y a las rutas para su atención integral.