¿Podremos detener la resistencia de las bacterias a los antibióticos?
La semana pasada hubo una reunión de alto nivel de la ONU en Nueva York para analizar uno de los problemas que más aquejan a la salud pública. Su conclusión no fue nada alentadora. ¿Cómo podemos enfrentar ese problema?
Lisbeth Fog Corradine
“Las actuales medidas para prevenir, contener y reducir la resistencia antimicrobiana son inadecuadas”. Esa fue la conclusión de la 79 Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Resistencia a los Antimicrobianos (RAM) que tuvo lugar en Nueva York la semana pasada (26 de septiembre). El llamado a la acción es urgente porque en la actualidad mueren aproximadamente 4,95 millones de personas al año por enfermedades que se asocian a la resistencia bacteriana a los antibióticos.
Se trata de una de las mayores amenazas a la salud que “demanda acciones inmediatas para salvaguardar nuestra habilidad para tratar enfermedades humanas, de animales y de plantas, así como para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición, promover el desarrollo económico, y un ambiente equitativo y saludable”, de acuerdo con la Declaración Política que se aprobó al final de la sesión.
La meta para 2030 será reducir en un 10% las muertes humanas por esta causa, contar con financiación sostenible por país y USD100 millones en fondos catalizadores (Iniciativas orientadas por objetivos y basadas en logros) para que al menos el 60% de los países cuenten con planes nacionales de acción financiados sobre la resistencia a los antimicrobianos. Aunque 178 países han elaborado planes de acción nacionales multisectoriales sobre la resistencia a los antimicrobianos, solo 121 de ellos los aplican.
El difícil acceso a antimicrobianos y herramientas de diagnóstico apropiadas, seguras, asequibles y efectivas, particularmente en los países en vía de desarrollo, es la causa de las muertes humanas; los niños y niñas menores de cinco años sumaron el 20% de las muertes atribuidas a resistencia a los antibióticos. Se estima que sin una respuesta contundente habrá una “pérdida media de esperanza de vida de 1.8 años en el planeta para 2035″.
La Secretaría Permanente de la Alianza Cuatripartita, entidad conformada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), será el mecanismo central de coordinación para apoyar la respuesta mundial a la RAM, con base en el enfoque de ‘Una sola salud’, que reconoce la estrecha vinculación e interdependencia entre la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente en general.
¿Por qué hay resistencia?
Estas enfermedades producidas por microbios (bacterias, virus, hongos y parásitos) y que se tratan con antimicrobianos se han vuelto resistentes a los medicamentos por distintas razones: uso inadecuado de antibióticos; prescripción excesiva y sin fórmula médica; falta de directrices estándar de prevención y tratamiento basado en la evidencia; mala adherencia al tratamiento; medicamentos falsificados; falta de infraestructura adecuada, de sistemas de vigilancia y seguimiento y de pruebas de diagnóstico confiables.
“No automedicarse”, recomienda el paciente Andrés Danilo Rojas, quien ha sufrido los embates de la resistencia a los antibióticos y hoy está postrado en su cama afectado con una osteomielitis. “Se me van acabando los cartuchos”, dice, porque “cada antibiótico es como un cartucho. Los que antes me funcionaban ya no me funcionan. Y los que me formulan son tan fuertes que afectan otros órganos”.
En el caso del uso de antimicrobianos en animales y plantas el problema es la falta de regulación y orientación sobre su uso, pero también la aplicación indiscriminada, la falta de pruebas de diagnóstico, de supervisión veterinaria y medicamentos de baja calidad.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas, la médica hematóloga Dame Sally Davis, enviada especial del Reino Unido sobre la RAM, defendió las medidas vitales necesarias para detener la resistencia a los antimicrobianos: “Hacer que los antibióticos sean accesibles de forma sostenible y adecuada para todos los que los necesiten; establecer un panel científico independiente para medir e informar sobre la resistencia con el fin de informar la acción, similar al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático; y disponer de financiación para que los países de bajos ingresos tengan los recursos para tomar medidas contra la resistencia a los antimicrobianos”.
Expertos colombianos analizan la situación en el país
En un evento organizado por la Embajada Británica en Colombia, la farmacéutica y epidemióloga Ángela Caro-Rojas, líder global en seguridad de medicamentos, y actualmente presidente de la Sociedad Internacional de Farmacovigilancia (ISoP), destacó que aunque existe normatividad en el país, aún falta la acción para su cumplimiento a cabalidad. Promovió la puesta en marcha de campañas de información, profesionalización del farmaceuta y destacó la importancia de la divulgación de investigaciones de otros países y continentes cuyos resultados apoyan las decisiones políticas al respecto.
Por su parte, el médico especialista en Infectología y en Medicina Tropical, Carlos Álvarez-Moreno, se concentró en el uso de antibióticos en los hospitales, aclarando que si bien la época dorada fue en la década de los años 50 y 60 del siglo pasado, “uno de los efectos colaterales de los antimicrobianos es la RAM”.
Y desde el año 2020, la pandemia de Covid tuvo impacto negativo, por el uso indiscriminado de antibióticos, a pesar de que se trató de una infección viral, no bacteriana. “La resistencia no sucede únicamente en el humano”, aseguró el también profesor titular en Enfermedades Infecciosas y Medicina Tropical de la Universidad Nacional de Colombia y Vicepresidente Científico y de Innovación de la Clínica Colsanitas. “También tiene impacto en la fauna y la flora. Las medidas que se propongan deben estar enmarcadas en una estrategia de país y en el concepto de Una sola salud”.
La odontóloga Adriana Gisela Martínez Parra, docente de la Maestría en Salud Pública de la Universidad del Rosario, habló como integrante de la Mesa Intersectorial RAM. Describió los avances de las cinco líneas estratégicas del Plan Nacional de Respuesta a la Resistencia a los Antimicrobianos que está dirigido a tres sectores: agricultura, humano y ambiente. Destacó como prioridad la línea 1, ‘Comunicación y educación a población general’, e insistió en el enfoque de Una sola salud para lograr la salud del planeta.
En este sentido también en Nueva York se hizo énfasis en la “importancia de aumentar la conciencia y el conocimiento sobre la RAM y todas sus implicaciones; esto requiere compartir buenas prácticas y hallazgos, la colaboración con los medios de comunicación y actores nacionales y multisectoriales y la asignación de recursos suficientes para estas actividades”. Así mismo, se promovió la investigación científica para el desarrollo de vacunas, diagnósticos y terapias de manera rápida y confiable por ser hasta ahora insuficiente.
Mejor prevenir que curar
El documento de política promueve medidas eficaces de prevención y control de infecciones, la vacunación, la higiene que evitaría más de 750.000 muertes cada año por RAM solo en países de ingresos bajos y medios. “Al priorizar una buena gestión de los antimicrobianos, la cobertura sanitaria universal y el acceso equitativo a medicamentos, diagnósticos y otros productos sanitarios, la inversión en infraestructura, la educación, incluidas campañas de sensibilización pública y la formación, contribuirán aún más a prevenir todas las infecciones”.
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“Las actuales medidas para prevenir, contener y reducir la resistencia antimicrobiana son inadecuadas”. Esa fue la conclusión de la 79 Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Resistencia a los Antimicrobianos (RAM) que tuvo lugar en Nueva York la semana pasada (26 de septiembre). El llamado a la acción es urgente porque en la actualidad mueren aproximadamente 4,95 millones de personas al año por enfermedades que se asocian a la resistencia bacteriana a los antibióticos.
Se trata de una de las mayores amenazas a la salud que “demanda acciones inmediatas para salvaguardar nuestra habilidad para tratar enfermedades humanas, de animales y de plantas, así como para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición, promover el desarrollo económico, y un ambiente equitativo y saludable”, de acuerdo con la Declaración Política que se aprobó al final de la sesión.
La meta para 2030 será reducir en un 10% las muertes humanas por esta causa, contar con financiación sostenible por país y USD100 millones en fondos catalizadores (Iniciativas orientadas por objetivos y basadas en logros) para que al menos el 60% de los países cuenten con planes nacionales de acción financiados sobre la resistencia a los antimicrobianos. Aunque 178 países han elaborado planes de acción nacionales multisectoriales sobre la resistencia a los antimicrobianos, solo 121 de ellos los aplican.
El difícil acceso a antimicrobianos y herramientas de diagnóstico apropiadas, seguras, asequibles y efectivas, particularmente en los países en vía de desarrollo, es la causa de las muertes humanas; los niños y niñas menores de cinco años sumaron el 20% de las muertes atribuidas a resistencia a los antibióticos. Se estima que sin una respuesta contundente habrá una “pérdida media de esperanza de vida de 1.8 años en el planeta para 2035″.
La Secretaría Permanente de la Alianza Cuatripartita, entidad conformada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), será el mecanismo central de coordinación para apoyar la respuesta mundial a la RAM, con base en el enfoque de ‘Una sola salud’, que reconoce la estrecha vinculación e interdependencia entre la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente en general.
¿Por qué hay resistencia?
Estas enfermedades producidas por microbios (bacterias, virus, hongos y parásitos) y que se tratan con antimicrobianos se han vuelto resistentes a los medicamentos por distintas razones: uso inadecuado de antibióticos; prescripción excesiva y sin fórmula médica; falta de directrices estándar de prevención y tratamiento basado en la evidencia; mala adherencia al tratamiento; medicamentos falsificados; falta de infraestructura adecuada, de sistemas de vigilancia y seguimiento y de pruebas de diagnóstico confiables.
“No automedicarse”, recomienda el paciente Andrés Danilo Rojas, quien ha sufrido los embates de la resistencia a los antibióticos y hoy está postrado en su cama afectado con una osteomielitis. “Se me van acabando los cartuchos”, dice, porque “cada antibiótico es como un cartucho. Los que antes me funcionaban ya no me funcionan. Y los que me formulan son tan fuertes que afectan otros órganos”.
En el caso del uso de antimicrobianos en animales y plantas el problema es la falta de regulación y orientación sobre su uso, pero también la aplicación indiscriminada, la falta de pruebas de diagnóstico, de supervisión veterinaria y medicamentos de baja calidad.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas, la médica hematóloga Dame Sally Davis, enviada especial del Reino Unido sobre la RAM, defendió las medidas vitales necesarias para detener la resistencia a los antimicrobianos: “Hacer que los antibióticos sean accesibles de forma sostenible y adecuada para todos los que los necesiten; establecer un panel científico independiente para medir e informar sobre la resistencia con el fin de informar la acción, similar al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático; y disponer de financiación para que los países de bajos ingresos tengan los recursos para tomar medidas contra la resistencia a los antimicrobianos”.
Expertos colombianos analizan la situación en el país
En un evento organizado por la Embajada Británica en Colombia, la farmacéutica y epidemióloga Ángela Caro-Rojas, líder global en seguridad de medicamentos, y actualmente presidente de la Sociedad Internacional de Farmacovigilancia (ISoP), destacó que aunque existe normatividad en el país, aún falta la acción para su cumplimiento a cabalidad. Promovió la puesta en marcha de campañas de información, profesionalización del farmaceuta y destacó la importancia de la divulgación de investigaciones de otros países y continentes cuyos resultados apoyan las decisiones políticas al respecto.
Por su parte, el médico especialista en Infectología y en Medicina Tropical, Carlos Álvarez-Moreno, se concentró en el uso de antibióticos en los hospitales, aclarando que si bien la época dorada fue en la década de los años 50 y 60 del siglo pasado, “uno de los efectos colaterales de los antimicrobianos es la RAM”.
Y desde el año 2020, la pandemia de Covid tuvo impacto negativo, por el uso indiscriminado de antibióticos, a pesar de que se trató de una infección viral, no bacteriana. “La resistencia no sucede únicamente en el humano”, aseguró el también profesor titular en Enfermedades Infecciosas y Medicina Tropical de la Universidad Nacional de Colombia y Vicepresidente Científico y de Innovación de la Clínica Colsanitas. “También tiene impacto en la fauna y la flora. Las medidas que se propongan deben estar enmarcadas en una estrategia de país y en el concepto de Una sola salud”.
La odontóloga Adriana Gisela Martínez Parra, docente de la Maestría en Salud Pública de la Universidad del Rosario, habló como integrante de la Mesa Intersectorial RAM. Describió los avances de las cinco líneas estratégicas del Plan Nacional de Respuesta a la Resistencia a los Antimicrobianos que está dirigido a tres sectores: agricultura, humano y ambiente. Destacó como prioridad la línea 1, ‘Comunicación y educación a población general’, e insistió en el enfoque de Una sola salud para lograr la salud del planeta.
En este sentido también en Nueva York se hizo énfasis en la “importancia de aumentar la conciencia y el conocimiento sobre la RAM y todas sus implicaciones; esto requiere compartir buenas prácticas y hallazgos, la colaboración con los medios de comunicación y actores nacionales y multisectoriales y la asignación de recursos suficientes para estas actividades”. Así mismo, se promovió la investigación científica para el desarrollo de vacunas, diagnósticos y terapias de manera rápida y confiable por ser hasta ahora insuficiente.
Mejor prevenir que curar
El documento de política promueve medidas eficaces de prevención y control de infecciones, la vacunación, la higiene que evitaría más de 750.000 muertes cada año por RAM solo en países de ingresos bajos y medios. “Al priorizar una buena gestión de los antimicrobianos, la cobertura sanitaria universal y el acceso equitativo a medicamentos, diagnósticos y otros productos sanitarios, la inversión en infraestructura, la educación, incluidas campañas de sensibilización pública y la formación, contribuirán aún más a prevenir todas las infecciones”.
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