¿Por qué los niños han resultado tan poco afectados por el COVID-19?
Hasta el momento, la enfermedad grave, los ingresos en la UCI y las muertes de los niños a causa del COVID-19 han sido menores que en los adultos. Aunque existen varias teorías, todo parece apuntar a que la clave es el sistema inmune de los más pequeños.
Un año y nueve meses después de que se confirmara el primer caso de COVID-19 en el mundo, los expertos están buscando una explicación certera para una pregunta que aún no tiene una respuesta clara: ¿por qué la enfermedad no ha atacado de la misma manera a niños que a adultos? (Lea: Algunos efectos en la salud mental de los niños y niñas por cierre de colegios)
El 15 de septiembre del 2021, en Colombia se habían confirmado 4’932.998 casos positivos, pero solo el 8 % de estos representaban a menores de 18 años. Un cuadro similar se ha visto en los casos graves de COVID-19 y las defunciones: los ingresos en UCI de niños equivalen al 0,32 % de todos los casos positivos, mientras este porcentaje en los adultos está alrededor del 3 % al 5 %. Por otro lado, los niños fallecidos equivalen al 0,13 % de esos 4’932.998 casos, mientras los adultos representan cerca del 2 %.
Al parecer, el panorama se replica en todos los países. Por ejemplo, datos recopilados por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC por sus siglas en inglés) sugieren que las personas menores de 18 años han representado menos del 2 % de las hospitalizaciones por COVID-19.
Estas cifras dejan muchas dudas, teniendo en cuenta que el comportamiento histórico de los virus es atacar de forma más drástica a los niños. Por ejemplo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, en 2017 murieron cerca de 110.000 personas por sarampión y la mayoría de ellos eran niños. Por otro lado, cifras de esta misma entidad aseguran que esa población representa el 67 % de las muertes causadas por paludismo en 2019. La perspectiva para las enfermedades respiratorias es similar: la influenza, según la OMS, es una enfermedad de riesgo, especialmente para niños y adultos mayores.
Entonces, ¿por qué, a diferencia de otros virus, los niños no son tan vulnerables al SARS-CoV-2, virus que causa el COVID-19? Germán Camacho, infectólogo pediatra y vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, explica que hay varias teorías que están siendo estudiadas.
La primera de ellas tiene que ver con que las cuarentenas fueron más estrictas para los niños: “Al principio de la pandemia se creía que por las cuarentenas los niños se infectaron menos”, dice Camacho, pero explica que estudios posteriores demostraron que esa no es la causa, porque cuando se empezaron a liberar las cuarentenas el porcentaje de contagios en niños se mantuvo.
Por otro lado, Camacho señala que una de las posibles razones para explicar este fenómeno podría ser que los niños tienen menos expresión del receptor de la angiotensina 2 o ACE2. “Este receptor se expresa en la vía respiratoria y de ahí es donde el virus se pega. Como los niños tienen menos expresión de ese receptor, pues el virus tiene menos lugar donde quedarse”, asegura el experto. (Puede leer: Menstruación y vacunas: una conversación que hay que iniciar sin alarmarse)
Aunque esto no significa que los niños sean portadores de menos carga viral del SARS-CoV-2. Así lo probaron investigadores del Ragon Institute del Hospital de Massachusetts, que estudiaron a 110 niños y encontraron que, sin importar si eran sintomáticos o asintomáticos, tenían una carga viral más alta los primeros cinco días de la enfermedad, pero que esa carga no tenía correlación con padecer COVID-19 grave.
La otra teoría tiene que ver con la exposición previa a los virus. “Los niños clásicamente han estado más expuestos a los virus que los adultos. Por eso, es muy probable que muchos niños se hayan expuesto a otros coronavirus y tengan algún grado de protección contra este tipo de virus”, explica el infectólogo.
Antes del SARS-CoV-2 ya se habían identificado otros seis coronavirus, que llevan ese nombre porque tienen puntas en forma de corona. Todos ellos producen enfermedades respiratorias que afectan a los humanos. Los primeros cuatro identificados (HCoV-229E, HCoV-0C43, HCoV-NL63, HCoV-HKU1) causan hasta un tercio de los resfriados comunes, según datos del Journal of Virology del 2012, expuestos en el documental En pocas palabras, de Vox Media. Lo que quiere decir que muchas personas los han padecido, entre ellos los niños, sin enterarse de que se contagiaron de un coronavirus, lo que pudo haber generado anticuerpos que los protegiera del SARS-COV-2.
Aunque Camacho advierte que aún hacen falta más estudios para que estas hipótesis sean confirmadas, explica que hay una cuarta teoría que tiene que ver con la respuesta inmunológica de los niños: “Los sistemas inmunológicos de los niños responden de una forma diferente a la de los adultos. Principalmente porque los niños tienen niveles más altos de interleucuina 17 y de interferón gamma que son algunas de las proteínas que sirven para atacar a los virus cuando llegan al organismo”.
Según el experto, esta reacción inmune se trata de algo fisiológico, los niños tienen niveles más altos de esas defensas que normalmente son la primera línea de ataque contra los virus. Esto podría explicar también que los niños tengan menos tasa de infección y que tengan mayortendencia en ser asintomáticos. Según Camacho “se considera que la proporción de niños asintomáticos o con síntomas leves es mayor que la de los adultos. Aunque esto es algo que ha sido difícil de comprobar porque como no tienen síntomas no les hacen pruebas”.
Pero saber con precisión los motivos por los que el sistema inmune de los menores ha respondido de manera diferente al de los adultos es una duda difícil de resolver en pocos párrafos. Aunque diferentes grupos de investigación se han dado a la tarea de encontrar esas razones y ya tienen algunas pistas, la respuesta definitiva aún es difusa.
Un artículo en la revista Nature resumía hace poco esa complejidad para cual es necesario empezar por entender las dos grandes divisiones del sistema inmune: la “inmunidad innata”, con la cual nacemos todos, y la “inmunidad adaptativa”, que empieza a desarrollar “memoria” a medida que crecemos y nos encontramos con virus y bacterias en nuestro camino.
“Parece probable la idea de que el tono inmunológico es diferente en los niños”, explicaba a Nature Laura Vella, inmunóloga e investigadora de enfermedades infecciosas pediátricas del Children’s Hospital de Filadelfia, Pensilvania. “Pero, ¿qué está contribuyendo a esa diferencia? Puede que muchas cosas funcionen juntas”. (Le puede interesar: Guía para no asustarse cuando haya casos de coronavirus en los colegios)
A lo que se refiere Vella es que hay un amplio grupo de indicadores tanto del “sistema inmune adaptativo” como del “innato” que ya han comenzado a dar algunas luces sobre lo que sucede. Es difícil sintetizar ese complejo mundo, pero Betsy Herold, pediatra de enfermedades infecciosas que dirige un laboratorio de virología en la Facultad de Medicina Albert Einsetin, tenía una buena manera de condensarlo: una de las principales sospechas indica que el truco está en la “respuesta innata” de los menores, pues esta es más eficiente que la “respuesta adaptativa” de los adultos para eliminar esa amenaza llamada Sars-CoV-2.
Preguntas sobre la variante delta
Según datos del Instituto Nacional de Salud publicados el 5 de septiembre de este año, la variante predominante en Colombia es la variante mu. Sin embargo, desde mediados de julio, la participación de la variante delta, que está clasificada como “preocupante”, comenzó a crecer. Aunque delta no es una variante más agresiva, sí es más contagiosa. Por eso es natural preguntarse si cambiará la forma en que el virus afecta a los niños.
Según Camacho, es muy probable que esto suceda. “De hecho, es lo que se ha visto en Estados Unidos”, asegura. “La variante delta busca a las personas que no están vacunadas y, como los niños aún no están vacunados, es muy probable que veamos, si delta se hace la variante dominante en Colombia, que los enfermos sean niños, porque el virus va a buscar a las personas que no están vacunadas”, explica.
A pesar de esto, Camacho es enfático en algo: no quiere decir que delta sea más peligrosa para los niños. Prueba de eso es que, aunque ya se ha detectado esta variante en Colombia, el comportamiento del virus no ha variado.
Sin embargo, el infectólogo aclara que no cree que vivamos algo como lo que pasó en Estados Unidos, donde los casos aumentaron y muchos jóvenes y niños se han contagiado, por varias razones. La primera es que en Colombia hemos mantenido las medidas de bioseguridad, al menos desde lo normativo. En el país norteamericano se levantó el uso de tapabocas en lugares cerrados para todos los vacunados desde mayo del 2021, pero la variante delta llegó al país y desde hace algunas semanas están retomando la medida.
Camacho señala que la solución para que el crecimiento de la variante delta afecte en menor medida a los niños y a los no vacunados es que la mayor cantidad de personas reciban la vacuna anti-COVID. (Lea también: Un millón de niños perdieron por el COVID-19 un padre o un abuelo que les cuidaba)
“Es importante dejar claro que los adultos deben vacunarse, entre tanto los niños puedan hacerlo. Los adultos deben vacunarse para proteger a los niños, porque si todos los adultos están vacunados y usan los elementos de protección personal el riesgo de contagio de los niños será menor”, advierte el experto.
Un año y nueve meses después de que se confirmara el primer caso de COVID-19 en el mundo, los expertos están buscando una explicación certera para una pregunta que aún no tiene una respuesta clara: ¿por qué la enfermedad no ha atacado de la misma manera a niños que a adultos? (Lea: Algunos efectos en la salud mental de los niños y niñas por cierre de colegios)
El 15 de septiembre del 2021, en Colombia se habían confirmado 4’932.998 casos positivos, pero solo el 8 % de estos representaban a menores de 18 años. Un cuadro similar se ha visto en los casos graves de COVID-19 y las defunciones: los ingresos en UCI de niños equivalen al 0,32 % de todos los casos positivos, mientras este porcentaje en los adultos está alrededor del 3 % al 5 %. Por otro lado, los niños fallecidos equivalen al 0,13 % de esos 4’932.998 casos, mientras los adultos representan cerca del 2 %.
Al parecer, el panorama se replica en todos los países. Por ejemplo, datos recopilados por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC por sus siglas en inglés) sugieren que las personas menores de 18 años han representado menos del 2 % de las hospitalizaciones por COVID-19.
Estas cifras dejan muchas dudas, teniendo en cuenta que el comportamiento histórico de los virus es atacar de forma más drástica a los niños. Por ejemplo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, en 2017 murieron cerca de 110.000 personas por sarampión y la mayoría de ellos eran niños. Por otro lado, cifras de esta misma entidad aseguran que esa población representa el 67 % de las muertes causadas por paludismo en 2019. La perspectiva para las enfermedades respiratorias es similar: la influenza, según la OMS, es una enfermedad de riesgo, especialmente para niños y adultos mayores.
Entonces, ¿por qué, a diferencia de otros virus, los niños no son tan vulnerables al SARS-CoV-2, virus que causa el COVID-19? Germán Camacho, infectólogo pediatra y vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, explica que hay varias teorías que están siendo estudiadas.
La primera de ellas tiene que ver con que las cuarentenas fueron más estrictas para los niños: “Al principio de la pandemia se creía que por las cuarentenas los niños se infectaron menos”, dice Camacho, pero explica que estudios posteriores demostraron que esa no es la causa, porque cuando se empezaron a liberar las cuarentenas el porcentaje de contagios en niños se mantuvo.
Por otro lado, Camacho señala que una de las posibles razones para explicar este fenómeno podría ser que los niños tienen menos expresión del receptor de la angiotensina 2 o ACE2. “Este receptor se expresa en la vía respiratoria y de ahí es donde el virus se pega. Como los niños tienen menos expresión de ese receptor, pues el virus tiene menos lugar donde quedarse”, asegura el experto. (Puede leer: Menstruación y vacunas: una conversación que hay que iniciar sin alarmarse)
Aunque esto no significa que los niños sean portadores de menos carga viral del SARS-CoV-2. Así lo probaron investigadores del Ragon Institute del Hospital de Massachusetts, que estudiaron a 110 niños y encontraron que, sin importar si eran sintomáticos o asintomáticos, tenían una carga viral más alta los primeros cinco días de la enfermedad, pero que esa carga no tenía correlación con padecer COVID-19 grave.
La otra teoría tiene que ver con la exposición previa a los virus. “Los niños clásicamente han estado más expuestos a los virus que los adultos. Por eso, es muy probable que muchos niños se hayan expuesto a otros coronavirus y tengan algún grado de protección contra este tipo de virus”, explica el infectólogo.
Antes del SARS-CoV-2 ya se habían identificado otros seis coronavirus, que llevan ese nombre porque tienen puntas en forma de corona. Todos ellos producen enfermedades respiratorias que afectan a los humanos. Los primeros cuatro identificados (HCoV-229E, HCoV-0C43, HCoV-NL63, HCoV-HKU1) causan hasta un tercio de los resfriados comunes, según datos del Journal of Virology del 2012, expuestos en el documental En pocas palabras, de Vox Media. Lo que quiere decir que muchas personas los han padecido, entre ellos los niños, sin enterarse de que se contagiaron de un coronavirus, lo que pudo haber generado anticuerpos que los protegiera del SARS-COV-2.
Aunque Camacho advierte que aún hacen falta más estudios para que estas hipótesis sean confirmadas, explica que hay una cuarta teoría que tiene que ver con la respuesta inmunológica de los niños: “Los sistemas inmunológicos de los niños responden de una forma diferente a la de los adultos. Principalmente porque los niños tienen niveles más altos de interleucuina 17 y de interferón gamma que son algunas de las proteínas que sirven para atacar a los virus cuando llegan al organismo”.
Según el experto, esta reacción inmune se trata de algo fisiológico, los niños tienen niveles más altos de esas defensas que normalmente son la primera línea de ataque contra los virus. Esto podría explicar también que los niños tengan menos tasa de infección y que tengan mayortendencia en ser asintomáticos. Según Camacho “se considera que la proporción de niños asintomáticos o con síntomas leves es mayor que la de los adultos. Aunque esto es algo que ha sido difícil de comprobar porque como no tienen síntomas no les hacen pruebas”.
Pero saber con precisión los motivos por los que el sistema inmune de los menores ha respondido de manera diferente al de los adultos es una duda difícil de resolver en pocos párrafos. Aunque diferentes grupos de investigación se han dado a la tarea de encontrar esas razones y ya tienen algunas pistas, la respuesta definitiva aún es difusa.
Un artículo en la revista Nature resumía hace poco esa complejidad para cual es necesario empezar por entender las dos grandes divisiones del sistema inmune: la “inmunidad innata”, con la cual nacemos todos, y la “inmunidad adaptativa”, que empieza a desarrollar “memoria” a medida que crecemos y nos encontramos con virus y bacterias en nuestro camino.
“Parece probable la idea de que el tono inmunológico es diferente en los niños”, explicaba a Nature Laura Vella, inmunóloga e investigadora de enfermedades infecciosas pediátricas del Children’s Hospital de Filadelfia, Pensilvania. “Pero, ¿qué está contribuyendo a esa diferencia? Puede que muchas cosas funcionen juntas”. (Le puede interesar: Guía para no asustarse cuando haya casos de coronavirus en los colegios)
A lo que se refiere Vella es que hay un amplio grupo de indicadores tanto del “sistema inmune adaptativo” como del “innato” que ya han comenzado a dar algunas luces sobre lo que sucede. Es difícil sintetizar ese complejo mundo, pero Betsy Herold, pediatra de enfermedades infecciosas que dirige un laboratorio de virología en la Facultad de Medicina Albert Einsetin, tenía una buena manera de condensarlo: una de las principales sospechas indica que el truco está en la “respuesta innata” de los menores, pues esta es más eficiente que la “respuesta adaptativa” de los adultos para eliminar esa amenaza llamada Sars-CoV-2.
Preguntas sobre la variante delta
Según datos del Instituto Nacional de Salud publicados el 5 de septiembre de este año, la variante predominante en Colombia es la variante mu. Sin embargo, desde mediados de julio, la participación de la variante delta, que está clasificada como “preocupante”, comenzó a crecer. Aunque delta no es una variante más agresiva, sí es más contagiosa. Por eso es natural preguntarse si cambiará la forma en que el virus afecta a los niños.
Según Camacho, es muy probable que esto suceda. “De hecho, es lo que se ha visto en Estados Unidos”, asegura. “La variante delta busca a las personas que no están vacunadas y, como los niños aún no están vacunados, es muy probable que veamos, si delta se hace la variante dominante en Colombia, que los enfermos sean niños, porque el virus va a buscar a las personas que no están vacunadas”, explica.
A pesar de esto, Camacho es enfático en algo: no quiere decir que delta sea más peligrosa para los niños. Prueba de eso es que, aunque ya se ha detectado esta variante en Colombia, el comportamiento del virus no ha variado.
Sin embargo, el infectólogo aclara que no cree que vivamos algo como lo que pasó en Estados Unidos, donde los casos aumentaron y muchos jóvenes y niños se han contagiado, por varias razones. La primera es que en Colombia hemos mantenido las medidas de bioseguridad, al menos desde lo normativo. En el país norteamericano se levantó el uso de tapabocas en lugares cerrados para todos los vacunados desde mayo del 2021, pero la variante delta llegó al país y desde hace algunas semanas están retomando la medida.
Camacho señala que la solución para que el crecimiento de la variante delta afecte en menor medida a los niños y a los no vacunados es que la mayor cantidad de personas reciban la vacuna anti-COVID. (Lea también: Un millón de niños perdieron por el COVID-19 un padre o un abuelo que les cuidaba)
“Es importante dejar claro que los adultos deben vacunarse, entre tanto los niños puedan hacerlo. Los adultos deben vacunarse para proteger a los niños, porque si todos los adultos están vacunados y usan los elementos de protección personal el riesgo de contagio de los niños será menor”, advierte el experto.