No tiene sentido hacer algo que sabemos que más tarde va a doler, parece estar claro. ¡¿Pero, por qué da tanto placer procrastinar?! /Getty
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Procrastiné mucho para escribir este artículo. Miré por la ventana, escuché música, vi varias veces el celular e incluso preferí cocinar antes que sentarme a escribir sobre la procrastinación. Me parece, también, una palabra complicada de pronunciar: etimológicamente, “procrastinar” se deriva del verbo latino procrastinare (dejar para mañana). Cuando era pequeño, mi mamá le decía a eso “pereza”, mi profesor lo nombraba “falta de disciplina” y mi psicólogo lo llegó a llamar “ausencia de voluntad”. Nadie me dijo nunca...