Privarse del sueño afectaría la capacidad para crear recuerdos a largo plazo
Investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) publicaron un nuevo estudio en la revista Nature, en el que señalan el importante papel del sueño para la memoria a largo plazo.
Investigadores de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, obtuvieron evidencia de cómo la falta de sueño podría afectar la memoria. En un estudio, publicado el pasado 12 de junio en la revista Nature, los expertos explicaron que la falta de descanso interfiere con señales transmitidas entre neuronas, fundamentales para los recuerdos a largo plazo.
De manera más específica, Kamran Diba, coautor del estudio y neurocientífico computacional de la Universidad de Michigan, explicó que la investigación se llevó a cabo en siete ratas, a las que les monitorearon su actividad cerebral mientras interactuaban en laberintos de laboratorio. A algunas les interrumpieron el sueño, mientras a otras las dejaron dormir con normalidad, y, durante todo ese proceso, los científicos estudiaron lo que ocurrió con las ondas agudas que transmitían las neuronas de los animales.
Para comprenderlo un poco mejor, en el artículo publicado en Nature se lee la explicación de lo que son las ondas agudas: ellas son patrones de alta frecuencia y sincronización neuronal que ocurren en el hipocampo, que es una región del cerebro crucial para la consolidación de la memoria. Las agudas se diferencian de otras ondas cerebrales en términos de frecuencia, amplitud y función. Ellas, por ejemplo, son valiosas para la reactivación de experiencias que luego se convertirán en recuerdos a largo plazo.
Ahora, volviendo a los resultados de la reciente investigación, Dibas cuenta que las ratas que fueron privadas del sueño tuvieron niveles de ondas agudas iguales o mucho más altas que aquellas que durmieron normalmente. Sin embargo, su contenido fue mucho más débil y tardó en recuperarse. De hecho, hubo animales que, días después de que recobrar el sueño, no lograron alcanzar el mismo nivel de transmisión que tenían antes. Esto, en pocas palabras, representa una alteración para su memoria a largo plazo. “Los resultados nos demuestran que la cantidad de ondas no es lo más importante, sino su contenido a la hora de generar recuerdos duraderos”, concluye Diba.
En palabras del investigador, aunque ya se habían hecho estudios previos que analizaban los vínculos entre las ondas neuronales, el sueño y la memoria, se habían realizado pocos en los que el sueño fuera manipulado para comprobar directamente si había o no algún tipo de alteración.
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Investigadores de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, obtuvieron evidencia de cómo la falta de sueño podría afectar la memoria. En un estudio, publicado el pasado 12 de junio en la revista Nature, los expertos explicaron que la falta de descanso interfiere con señales transmitidas entre neuronas, fundamentales para los recuerdos a largo plazo.
De manera más específica, Kamran Diba, coautor del estudio y neurocientífico computacional de la Universidad de Michigan, explicó que la investigación se llevó a cabo en siete ratas, a las que les monitorearon su actividad cerebral mientras interactuaban en laberintos de laboratorio. A algunas les interrumpieron el sueño, mientras a otras las dejaron dormir con normalidad, y, durante todo ese proceso, los científicos estudiaron lo que ocurrió con las ondas agudas que transmitían las neuronas de los animales.
Para comprenderlo un poco mejor, en el artículo publicado en Nature se lee la explicación de lo que son las ondas agudas: ellas son patrones de alta frecuencia y sincronización neuronal que ocurren en el hipocampo, que es una región del cerebro crucial para la consolidación de la memoria. Las agudas se diferencian de otras ondas cerebrales en términos de frecuencia, amplitud y función. Ellas, por ejemplo, son valiosas para la reactivación de experiencias que luego se convertirán en recuerdos a largo plazo.
Ahora, volviendo a los resultados de la reciente investigación, Dibas cuenta que las ratas que fueron privadas del sueño tuvieron niveles de ondas agudas iguales o mucho más altas que aquellas que durmieron normalmente. Sin embargo, su contenido fue mucho más débil y tardó en recuperarse. De hecho, hubo animales que, días después de que recobrar el sueño, no lograron alcanzar el mismo nivel de transmisión que tenían antes. Esto, en pocas palabras, representa una alteración para su memoria a largo plazo. “Los resultados nos demuestran que la cantidad de ondas no es lo más importante, sino su contenido a la hora de generar recuerdos duraderos”, concluye Diba.
En palabras del investigador, aunque ya se habían hecho estudios previos que analizaban los vínculos entre las ondas neuronales, el sueño y la memoria, se habían realizado pocos en los que el sueño fuera manipulado para comprobar directamente si había o no algún tipo de alteración.
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