¿Realmente las protestas sociales aumentaron los casos de COVID-19?
José Moreno Montoya, Laura Andrea Rodríguez Villamizar y Álvaro Javier Idrovo, epidemiólogos colombianos, realizaron una investigación para responder esta pregunta. Aunque el estudio aún es un preprint, sus conclusiones son muy distintas a lo que afirma Duque y dependen de cada ciudad.
José Moreno Montoya, Laura Andrea Rodríguez Villamizar y Álvaro Javier Idrovo *
Desde el inicio de la pandemia se dijo con total claridad que la cercanía física entre personas y las aglomeraciones son factores de riesgo para la transmisión del coronavirus. Por ello se han prohibido o limitado las actividades que implican conglomeraciones de personas, incluyendo reuniones de culto religioso y el acceso a centros comerciales, restaurantes, eventos deportivos y mucho más. Sus efectos, en términos del control de la transmisión viral han sido positivos y la evidencia es clara al respecto. Sin embargo, y como es común al proceso de generación de conocimiento científico, en la medida que avanzan los fenómenos en estudio, así mismo se perfeccionan las hipótesis y los datos disponibles, por lo que las “verdades” científicas se vuelven también sujeto de revisión y ajuste. (Le puede interesar: Duque responsabiliza al paro por incremento de muertes por COVID-19)
Es en este sentido que las investigaciones epidemiológicas prestan cuidadosa atención a la observación de aquellas situaciones donde, a efectos de comportamientos espontáneos de las poblaciones ocurren hechos que, por su particularidad, pueden constituir casos especiales de análisis. Llamados en algunos contextos “experimentos naturales”, son hechos, incluso a veces únicos, que ayudan a clarificar las asociaciones del tipo exposición-desenlace, propias del interés epidemiológico. Este es el caso de las protestas sociales en Colombia y su asociación con el número de casos de COVID-19.
Experiencias previas muestran que la concurrencia de multitudes no necesariamente implica aumento en el numero de casos, siempre que sean en espacios abiertos y con adecuadas normas de bioseguridad. En España, por ejemplo, la conclusión luego de un multitudinario concierto musical, fue que era posible tener aglomeraciones sin incrementos significativos en el número de contagios posteriores. Por ello, como investigadores nos preguntamos sobre el efecto de las protestas sociales del Paro Nacional en medio de la tercera ola de la pandemia. Escogimos las grandes ciudades donde se han presentado protestas sociales masivas: Cali, Bogotá, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga, como los lugares donde se podría evidenciar más fácilmente el efecto. Luego decidimos usar dos aproximaciones estadísticas para análisis de datos de series de tiempo, dado el reto metodológico de la hipótesis a explorar. Una fue la de análisis de series de tiempo interrumpidas y la otra la de los modelos ARIMA del número de casos diarios definidos por la fecha de inicio de síntomas. Para ambos abordajes usamos el número de casos diarios confirmados definidos por la fecha de inicio de síntomas desde el 1 de marzo hasta el 15 de mayo de 2021, según el registro de la base de datos del Instituto Nacional de Salud con corte a junio 5. (Le sugerimos: Hoy Colombia registrará 100 mil muertes por coronavirus: ¿Cómo entender este punto de la pandemia?)
Los resultados indicaron que los efectos sobre el número y tendencia de casos de COVID-19 posterior al inicio de las movilizaciones del Paro Nacional fueron diferentes en las ciudades. En Cali y Barranquilla la tendencia de casos mostró un cambio luego del inicio de las protestas con incremento en Cali y disminución en Barranquilla. En Bogotá, Medellín y Bucaramanga no hubo un efecto de las protestas sociales en el incremento de la tendencia del número de casos de COVID-19. No obstante, en Bucaramanga los resultados sugieren que hubo un incremento en el nivel de casos no explicable solamente por la tendencia general de los datos previos al inicio de las protestas, por lo que la explicación alterna apunta hacia las protestas sociales. Los resultados diferentes entre las ciudades pueden en parte explicarse por el momento epidemiológico distinto de la epidemia en cada ciudad. Reconocemos que analizar el efecto de las movilizaciones sociales en medio de un pico epidémico es complejo metodológicamente, pero siempre será mejor evaluarlo de manera objetiva y dejar que “los hechos y datos hablen”.
Estos hallazgos parecen desafiar la “verdad”, pero son similares al fenómeno observado en Estados Unidos después de la muerte de George Floyd y las subsecuentes protestas sociales. Algunos estudios mostraron como efecto incremento en el número de casos de COVID-19 y otras no, lo que sugiere diferentes resultados según el lugar y el abordaje de análisis. Esto no es extraño para los epidemiólogos que estudiamos fenómenos sociales a nivel poblacional, pues sabemos que esa heterogeneidad en los hallazgos habla de variados determinantes sociales que actúan de forma distinta en cada contexto. (Le sugerimos: George Floyd: cinco claves para entender las protestas)
Por esto es necesario comprender el alcance de la información científica, su dependencia del contexto y del abordaje científico usado. Mucho más si de su utilización derivan procesos de gestión pública o fines políticos. En consecuencia, es un deber social que quienes han afirmado y generalizado sobre la responsabilidad de las protestas sociales en la ocurrencia de casos de COVID-19 revisen sus discursos a partir de estos resultados y eviten generalizar. Existen otras condiciones en las ciudades que pueden explicar la magnitud de los casos que se registran actualmente relacionados con la debilidad de las acciones en salud pública, la relajación de las medidas preventivas y el incremento de actividades familiares, sociales y comerciales, entre otras. Estos resultados no quieren decir que las aglomeraciones de personas no tienen efecto sobre el contagio, sino que el riesgo de contagio no es igual en todas las poblaciones ni en todas las condiciones. Las aglomeraciones de personas, especialmente en lugares cerrados y mal ventilados, han demostrado incrementar el riesgo de contagio, por lo cual nuestra invitación es a evitar cualquier tipo de aglomeración pública o privada en este momento de la pandemia.
La versión completa del estudio se encuentra registrada en el portal medRxiv de manuscritos (pre-prints) y estará disponible para consulta pública en los próximos días.
* José Moreno Montoya, Estadístico PhD Epidemiología. Fundación Santa Fe de Bogotá
Laura Andrea Rodríguez Villamizar, Médica PhD Epidemiología, Universidad Industrial de Santander.
Álvaro Javier Idrovo, Médico PhD Epidemiología, Universidad Industrial de Santander.
**El pie de foto fue modificado a las 9:13 del 22 de junio para incluir a Barranquilla como parte de las ciudades sin incremento de casos debido a las protestas. Inicialmente, por error, se mencionaba Bucaramanga.
Desde el inicio de la pandemia se dijo con total claridad que la cercanía física entre personas y las aglomeraciones son factores de riesgo para la transmisión del coronavirus. Por ello se han prohibido o limitado las actividades que implican conglomeraciones de personas, incluyendo reuniones de culto religioso y el acceso a centros comerciales, restaurantes, eventos deportivos y mucho más. Sus efectos, en términos del control de la transmisión viral han sido positivos y la evidencia es clara al respecto. Sin embargo, y como es común al proceso de generación de conocimiento científico, en la medida que avanzan los fenómenos en estudio, así mismo se perfeccionan las hipótesis y los datos disponibles, por lo que las “verdades” científicas se vuelven también sujeto de revisión y ajuste. (Le puede interesar: Duque responsabiliza al paro por incremento de muertes por COVID-19)
Es en este sentido que las investigaciones epidemiológicas prestan cuidadosa atención a la observación de aquellas situaciones donde, a efectos de comportamientos espontáneos de las poblaciones ocurren hechos que, por su particularidad, pueden constituir casos especiales de análisis. Llamados en algunos contextos “experimentos naturales”, son hechos, incluso a veces únicos, que ayudan a clarificar las asociaciones del tipo exposición-desenlace, propias del interés epidemiológico. Este es el caso de las protestas sociales en Colombia y su asociación con el número de casos de COVID-19.
Experiencias previas muestran que la concurrencia de multitudes no necesariamente implica aumento en el numero de casos, siempre que sean en espacios abiertos y con adecuadas normas de bioseguridad. En España, por ejemplo, la conclusión luego de un multitudinario concierto musical, fue que era posible tener aglomeraciones sin incrementos significativos en el número de contagios posteriores. Por ello, como investigadores nos preguntamos sobre el efecto de las protestas sociales del Paro Nacional en medio de la tercera ola de la pandemia. Escogimos las grandes ciudades donde se han presentado protestas sociales masivas: Cali, Bogotá, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga, como los lugares donde se podría evidenciar más fácilmente el efecto. Luego decidimos usar dos aproximaciones estadísticas para análisis de datos de series de tiempo, dado el reto metodológico de la hipótesis a explorar. Una fue la de análisis de series de tiempo interrumpidas y la otra la de los modelos ARIMA del número de casos diarios definidos por la fecha de inicio de síntomas. Para ambos abordajes usamos el número de casos diarios confirmados definidos por la fecha de inicio de síntomas desde el 1 de marzo hasta el 15 de mayo de 2021, según el registro de la base de datos del Instituto Nacional de Salud con corte a junio 5. (Le sugerimos: Hoy Colombia registrará 100 mil muertes por coronavirus: ¿Cómo entender este punto de la pandemia?)
Los resultados indicaron que los efectos sobre el número y tendencia de casos de COVID-19 posterior al inicio de las movilizaciones del Paro Nacional fueron diferentes en las ciudades. En Cali y Barranquilla la tendencia de casos mostró un cambio luego del inicio de las protestas con incremento en Cali y disminución en Barranquilla. En Bogotá, Medellín y Bucaramanga no hubo un efecto de las protestas sociales en el incremento de la tendencia del número de casos de COVID-19. No obstante, en Bucaramanga los resultados sugieren que hubo un incremento en el nivel de casos no explicable solamente por la tendencia general de los datos previos al inicio de las protestas, por lo que la explicación alterna apunta hacia las protestas sociales. Los resultados diferentes entre las ciudades pueden en parte explicarse por el momento epidemiológico distinto de la epidemia en cada ciudad. Reconocemos que analizar el efecto de las movilizaciones sociales en medio de un pico epidémico es complejo metodológicamente, pero siempre será mejor evaluarlo de manera objetiva y dejar que “los hechos y datos hablen”.
Estos hallazgos parecen desafiar la “verdad”, pero son similares al fenómeno observado en Estados Unidos después de la muerte de George Floyd y las subsecuentes protestas sociales. Algunos estudios mostraron como efecto incremento en el número de casos de COVID-19 y otras no, lo que sugiere diferentes resultados según el lugar y el abordaje de análisis. Esto no es extraño para los epidemiólogos que estudiamos fenómenos sociales a nivel poblacional, pues sabemos que esa heterogeneidad en los hallazgos habla de variados determinantes sociales que actúan de forma distinta en cada contexto. (Le sugerimos: George Floyd: cinco claves para entender las protestas)
Por esto es necesario comprender el alcance de la información científica, su dependencia del contexto y del abordaje científico usado. Mucho más si de su utilización derivan procesos de gestión pública o fines políticos. En consecuencia, es un deber social que quienes han afirmado y generalizado sobre la responsabilidad de las protestas sociales en la ocurrencia de casos de COVID-19 revisen sus discursos a partir de estos resultados y eviten generalizar. Existen otras condiciones en las ciudades que pueden explicar la magnitud de los casos que se registran actualmente relacionados con la debilidad de las acciones en salud pública, la relajación de las medidas preventivas y el incremento de actividades familiares, sociales y comerciales, entre otras. Estos resultados no quieren decir que las aglomeraciones de personas no tienen efecto sobre el contagio, sino que el riesgo de contagio no es igual en todas las poblaciones ni en todas las condiciones. Las aglomeraciones de personas, especialmente en lugares cerrados y mal ventilados, han demostrado incrementar el riesgo de contagio, por lo cual nuestra invitación es a evitar cualquier tipo de aglomeración pública o privada en este momento de la pandemia.
La versión completa del estudio se encuentra registrada en el portal medRxiv de manuscritos (pre-prints) y estará disponible para consulta pública en los próximos días.
* José Moreno Montoya, Estadístico PhD Epidemiología. Fundación Santa Fe de Bogotá
Laura Andrea Rodríguez Villamizar, Médica PhD Epidemiología, Universidad Industrial de Santander.
Álvaro Javier Idrovo, Médico PhD Epidemiología, Universidad Industrial de Santander.
**El pie de foto fue modificado a las 9:13 del 22 de junio para incluir a Barranquilla como parte de las ciudades sin incremento de casos debido a las protestas. Inicialmente, por error, se mencionaba Bucaramanga.