¿Qué pasó con los recién nacidos durante la pandemia?
El último boletín técnico sobre los nacimientos en Colombia, publicado por el DANE, indica que hay una tendencia en el crecimiento de la tasa de nacimientos con bajo peso al nacer. Esta cifra ha aumentado año tras año hasta alcanzar 99 nacimientos con bajo peso por cada 1.000 nacidos vivos en 2021: la cifra más alta en los últimos cinco años. Estos son algunos de los retos que nos esperan en los próximos años.
Grupo COLEV, Universidad de los Andes*
El 8 de noviembre de 2021 publicamos una nota sobre el preocupante aumento del número de nacimientos entre niñas menores de 14 años. Con el ánimo de continuar visibilizando los efectos de la pandemia en otros grupos poblacionales y de resaltar los retos que nos esperan en los próximos años, ahora queremos evidenciar lo que ha sucedido con los recién nacidos durante estos tiempos de pandemia.
Hablar de los recién nacidos es importante porque las buenas condiciones de salud durante el primer año de vida potencian su desarrollo. A largo plazo serán generaciones sanas que fomentarán el capital humano y social en nuestro país.
Dentro de las buenas condiciones en salud se encuentra nacer con un adecuado peso, es decir, pesar más de 2.500 gramos. El bajo peso en el nacimiento es una característica que, según la evidencia, está relacionada con el aumento de la mortalidad durante el primer año de vida, y deficiencias del desarrollo cognitivo tales como dificultades para el aprendizaje, atención y la motricidad. También sabemos que tiene relación directa con el desarrollo de enfermedades crónicas durante la adultez y una mayor mortalidad en general.
El último boletín técnico sobre los nacimientos en Colombia, publicado por el DANE, indica que hay una tendencia en el crecimiento de la tasa de nacimientos con bajo peso al nacer: en 2015, por cada 1.000 nacidos vivos 88,1 bebés tuvieron esta condición. Esta cifra ha aumentado año tras año hasta alcanzar 99 nacimientos con bajo peso por cada 1.000 nacidos vivos en 2021: la cifra más alta en los últimos cinco años, que representa un incremento del 12%.
Cuando se observa la tasa de nacidos con bajo peso entre madres de 10 a 14 años, se evidencia que ha aumentado de 123 por cada 1.000 en el año 2015 a 139 por cada 1.000 en 2021, un incremento de 13%. Esto significa que además de asumir la maternidad antes de tiempo, sus hijos tendrán mayores riesgos de salud.
Entre los factores que se relacionan con el bajo peso al nacer se encuentran: el estado nutricional y de salud de la mujer durante el embarazo, y el acceso a servicios de salud adecuados durante la gestación. Si bien los datos presentados dan cuenta de que el problema viene desde años atrás, la pandemia sin duda agudizó la situación.
Con relación al estado nutricional de las mujeres, un dato que nos puede orientar es el número de comidas que se consumen en el hogar. Por ejemplo, según cifras de la Encuesta Pulso Social (DANE, julio 2020) antes del inicio del aislamiento preventivo el 88% de las mujeres consultadas consumían 3 comidas al día. En medio de la pandemia este porcentaje disminuyó a 66% y durante el 2020 nunca recuperó los niveles anteriores a la pandemia.
Por otra parte, el porcentaje de madres que acudieron al número recomendado de consultas prenatales disminuyó un 17% entre 2019 y 2021 (DANE, Boletín técnico). Esto indica que si bien el Ministerio de Salud y Protección Social diseñó el esquema de atención prenatal durante la emergencia hospitalaria por COVID-19, es posible que por las restricciones de movilidad, las dificultades económicas, sumadas a las características geográficas y de telecomunicación del país, no fuera posible un acceso efectivo a los servicios de salud a pesar de la oferta disponible en las modalidades de telemedicina o atención domiciliaria.
Este momento es coyuntural para repensar las intervenciones que debe realizar el Estado para garantizar el derecho a la salud. La integralidad y participación de todos los sectores involucrados (Salud, Educación, Telecomunicaciones, etc.) es fundamental para superar los retos venideros. Asegurar el derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes en contextos de emergencia, incluyendo los servicios de salud sexual y reproductiva, es crucial para que no se ponga en riesgo la vida de los recién nacidos, de lo contrario, el costo será muy alto en términos de mortalidad evitable y del bienestar de estas nuevas generaciones.
*Sandra Martínez Cabezas, Diana Higuera Mendieta, Alf Onshuus, Natalia Gómez y Catalina González Uribe
El 8 de noviembre de 2021 publicamos una nota sobre el preocupante aumento del número de nacimientos entre niñas menores de 14 años. Con el ánimo de continuar visibilizando los efectos de la pandemia en otros grupos poblacionales y de resaltar los retos que nos esperan en los próximos años, ahora queremos evidenciar lo que ha sucedido con los recién nacidos durante estos tiempos de pandemia.
Hablar de los recién nacidos es importante porque las buenas condiciones de salud durante el primer año de vida potencian su desarrollo. A largo plazo serán generaciones sanas que fomentarán el capital humano y social en nuestro país.
Dentro de las buenas condiciones en salud se encuentra nacer con un adecuado peso, es decir, pesar más de 2.500 gramos. El bajo peso en el nacimiento es una característica que, según la evidencia, está relacionada con el aumento de la mortalidad durante el primer año de vida, y deficiencias del desarrollo cognitivo tales como dificultades para el aprendizaje, atención y la motricidad. También sabemos que tiene relación directa con el desarrollo de enfermedades crónicas durante la adultez y una mayor mortalidad en general.
El último boletín técnico sobre los nacimientos en Colombia, publicado por el DANE, indica que hay una tendencia en el crecimiento de la tasa de nacimientos con bajo peso al nacer: en 2015, por cada 1.000 nacidos vivos 88,1 bebés tuvieron esta condición. Esta cifra ha aumentado año tras año hasta alcanzar 99 nacimientos con bajo peso por cada 1.000 nacidos vivos en 2021: la cifra más alta en los últimos cinco años, que representa un incremento del 12%.
Cuando se observa la tasa de nacidos con bajo peso entre madres de 10 a 14 años, se evidencia que ha aumentado de 123 por cada 1.000 en el año 2015 a 139 por cada 1.000 en 2021, un incremento de 13%. Esto significa que además de asumir la maternidad antes de tiempo, sus hijos tendrán mayores riesgos de salud.
Entre los factores que se relacionan con el bajo peso al nacer se encuentran: el estado nutricional y de salud de la mujer durante el embarazo, y el acceso a servicios de salud adecuados durante la gestación. Si bien los datos presentados dan cuenta de que el problema viene desde años atrás, la pandemia sin duda agudizó la situación.
Con relación al estado nutricional de las mujeres, un dato que nos puede orientar es el número de comidas que se consumen en el hogar. Por ejemplo, según cifras de la Encuesta Pulso Social (DANE, julio 2020) antes del inicio del aislamiento preventivo el 88% de las mujeres consultadas consumían 3 comidas al día. En medio de la pandemia este porcentaje disminuyó a 66% y durante el 2020 nunca recuperó los niveles anteriores a la pandemia.
Por otra parte, el porcentaje de madres que acudieron al número recomendado de consultas prenatales disminuyó un 17% entre 2019 y 2021 (DANE, Boletín técnico). Esto indica que si bien el Ministerio de Salud y Protección Social diseñó el esquema de atención prenatal durante la emergencia hospitalaria por COVID-19, es posible que por las restricciones de movilidad, las dificultades económicas, sumadas a las características geográficas y de telecomunicación del país, no fuera posible un acceso efectivo a los servicios de salud a pesar de la oferta disponible en las modalidades de telemedicina o atención domiciliaria.
Este momento es coyuntural para repensar las intervenciones que debe realizar el Estado para garantizar el derecho a la salud. La integralidad y participación de todos los sectores involucrados (Salud, Educación, Telecomunicaciones, etc.) es fundamental para superar los retos venideros. Asegurar el derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes en contextos de emergencia, incluyendo los servicios de salud sexual y reproductiva, es crucial para que no se ponga en riesgo la vida de los recién nacidos, de lo contrario, el costo será muy alto en términos de mortalidad evitable y del bienestar de estas nuevas generaciones.
*Sandra Martínez Cabezas, Diana Higuera Mendieta, Alf Onshuus, Natalia Gómez y Catalina González Uribe