¿Qué sigue después de la fallida reforma a la salud?
La presión generada por el paro nacional tumbó la reforma a la salud, pero el futuro de este proyecto aún es incierto. Reflexión de Jairo Humberto Restrepo, profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia.
Jairo Humberto Restrepo Zea* / @jairoudea
El proyecto de ajustes al sistema de salud (proyecto 010) fue archivado por una aplastante mayoría en el Congreso de la República. El 85 % de los miembros de las comisiones séptimas del Senado y la Cámara, en donde se tratan temas como la salud y la seguridad social, estuvieron de acuerdo en decirle no a la iniciativa y no adelantar siquiera el primer debate, que tanto se había pospuesto. Con un acento demagógico, movidos seguramente por la fuerza del paro nacional, los congresistas habían acordado realizar unos foros para medir el pulso sobre el respaldo al proyecto, y al ser este bastante bajo, el resultado parecía obvio: el proyecto se hundiría.
Resulta curioso que en la agenda del paro de noviembre de 2019 la salud no se encontraba entre las prioridades de los líderes, a diferencia de lo que sucedía en Chile, en donde se pedía por ejemplo bajar la presión sobre los gastos de bolsillo. Esto pudiera justificarse por cuanto la salud no está entre las prioridades de los jóvenes, las cuales giran más bien en torno al empleo, la educación superior y la paz. Sin embargo, en el paro iniciado en abril de 2021 la salud saltó al primer lugar junto con el rechazo a la reforma tributaria, pero no porque se expusieran reivindicaciones particulares sobre el sistema de salud, pues la exigencia se centraba en retirar el proyecto 010. Esto daría a entender una aprobación implícita del sistema de salud, o bien, que aquel proyecto no atendería su problemática y acaso constituía una amenaza frente al actual estado de cosas. Lo cierto es que circularon noticias falsas que hicieron ver el proyecto mucho más malo de lo que era. (Le sugerimos: Reforma a la salud: entre el descontento, el paro, la política y las “fake news”)
De modo que la presión de la calle logró lo que los argumentos expuestos desde cuando se presentó el proyecto no habían logrado. Era difícil encontrar respaldo al proyecto, más allá de un sector del gobierno y de un número inicialmente amplio de congresistas, 90 de los cuales habían suscrito el proyecto. Una manera de resumir la posición de diversos actores del sistema de salud, la academia y diversas organizaciones sociales, es que una reforma a la salud es necesaria, pero la que hacía curso en el Congreso no guardaba relación con los temas fundamentales, y el proceso que se seguía y el momento escogido no eran oportunos. Mientras los análisis y críticas se desatendían, como sucedió con la reforma tributaria y con los cálculos políticos puestos en 2022, los congresistas fueron retirando su respaldo y ahora sí se interesaron por escuchar las voces que criticaban o rechazaban el proyecto.
Paradójicamente, mientras el proyecto 010 fue radicado en julio de 2020 como parte del oxígeno que necesitaba el Gobierno para ganar gobernabilidad, y si bien el propio presidente pidió trámite de urgencia, los vaivenes de la política y la convulsión social terminaron por erosionar aún más la gobernabilidad. Aunque falta poco para concluir su mandato, y a pesar de la promesa de unión hecha desde su posesión, que no ha sabido cumplir, el presidente aún puede dejar alguna impronta positiva para la historia del país y del sistema de salud. Dos cosas pudiera hacer de inmediato el primer mandatario, en un gesto de conciliación y de conexión con el país:
1. Designar un ministro ad-hoc o consejero presidencial para recoger las distintas propuestas de reforma al sistema de salud y buscar un consenso con los actores, en articulación con quienes hacen parte del Comité del Paro. Mientras tanto, el actual ministro y su equipo se dedicarían a sacar adelante la vacunación y documentar las lecciones que trae la pandemia, junto con la ejecución de las principales líneas del plan de desarrollo, pero dejarían al ministro ad-hoc que se dedique a poner en marcha la promesa de “construir una visión de largo plazo que reúna a la población y a los actores del sistema en torno a un acuerdo social respecto al diseño institucional del sistema de salud” (pág. 259 del plan).
2. Conformar una mesa nacional de diálogo, coordinada por el ministro ad-hoc, de la que hagan parte los actores del sistema de salud, representantes del Comité del Paro y miembros de las comisiones séptimas del Congreso, buscando acordar los puntos de una reforma al sistema de salud y actuar como se debió haber hecho antes de presentar un proyecto al Congreso. En esta mesa, y con el compromiso de los partidos políticos, debería acordarse un documento base que sea acogido como pacto social y no puesto a discusión en la campaña política de 2022. Sea cual sea el gobierno y el congreso, se acogerían los acuerdos para adoptar una reforma.
Teniendo claro que en el marco de una buena gobernanza el Gobierno no está solo, sea también la ocasión para convocar el compromiso y la sensatez de los demás actores del sistema de salud, incluidos los líderes del paro. Debemos avanzar en el sueño de construir un país en el que todos quepamos, guardando las diferencias ideológicas y políticas y luchando juntos por el bien común. De manera que conviene expresar su voluntad de ser parte del diálogo nacional, dispuestos a aceptar las fortalezas que tenga el sistema de salud, exponer las propuestas de cambio conscientes que deben ser viables o buscar la forma de lograrlo hacia el mediano y largo plazo, y hacer explícitos los acuerdos y los desacuerdos y la forma de tramitarlos. (Lea también: Reforma a la salud: sí, pero no así )
Por último, todos los actores pudieran comprometerse con una campaña informativa y educativa sobre la conformación y el funcionamiento del sistema de salud para prevenir la desinformación y contrarrestar las noticias falsas, que tanto daño hacen a la hora de adelantar discusiones como la de una reforma al sistema de salud.
*Profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia.
El proyecto de ajustes al sistema de salud (proyecto 010) fue archivado por una aplastante mayoría en el Congreso de la República. El 85 % de los miembros de las comisiones séptimas del Senado y la Cámara, en donde se tratan temas como la salud y la seguridad social, estuvieron de acuerdo en decirle no a la iniciativa y no adelantar siquiera el primer debate, que tanto se había pospuesto. Con un acento demagógico, movidos seguramente por la fuerza del paro nacional, los congresistas habían acordado realizar unos foros para medir el pulso sobre el respaldo al proyecto, y al ser este bastante bajo, el resultado parecía obvio: el proyecto se hundiría.
Resulta curioso que en la agenda del paro de noviembre de 2019 la salud no se encontraba entre las prioridades de los líderes, a diferencia de lo que sucedía en Chile, en donde se pedía por ejemplo bajar la presión sobre los gastos de bolsillo. Esto pudiera justificarse por cuanto la salud no está entre las prioridades de los jóvenes, las cuales giran más bien en torno al empleo, la educación superior y la paz. Sin embargo, en el paro iniciado en abril de 2021 la salud saltó al primer lugar junto con el rechazo a la reforma tributaria, pero no porque se expusieran reivindicaciones particulares sobre el sistema de salud, pues la exigencia se centraba en retirar el proyecto 010. Esto daría a entender una aprobación implícita del sistema de salud, o bien, que aquel proyecto no atendería su problemática y acaso constituía una amenaza frente al actual estado de cosas. Lo cierto es que circularon noticias falsas que hicieron ver el proyecto mucho más malo de lo que era. (Le sugerimos: Reforma a la salud: entre el descontento, el paro, la política y las “fake news”)
De modo que la presión de la calle logró lo que los argumentos expuestos desde cuando se presentó el proyecto no habían logrado. Era difícil encontrar respaldo al proyecto, más allá de un sector del gobierno y de un número inicialmente amplio de congresistas, 90 de los cuales habían suscrito el proyecto. Una manera de resumir la posición de diversos actores del sistema de salud, la academia y diversas organizaciones sociales, es que una reforma a la salud es necesaria, pero la que hacía curso en el Congreso no guardaba relación con los temas fundamentales, y el proceso que se seguía y el momento escogido no eran oportunos. Mientras los análisis y críticas se desatendían, como sucedió con la reforma tributaria y con los cálculos políticos puestos en 2022, los congresistas fueron retirando su respaldo y ahora sí se interesaron por escuchar las voces que criticaban o rechazaban el proyecto.
Paradójicamente, mientras el proyecto 010 fue radicado en julio de 2020 como parte del oxígeno que necesitaba el Gobierno para ganar gobernabilidad, y si bien el propio presidente pidió trámite de urgencia, los vaivenes de la política y la convulsión social terminaron por erosionar aún más la gobernabilidad. Aunque falta poco para concluir su mandato, y a pesar de la promesa de unión hecha desde su posesión, que no ha sabido cumplir, el presidente aún puede dejar alguna impronta positiva para la historia del país y del sistema de salud. Dos cosas pudiera hacer de inmediato el primer mandatario, en un gesto de conciliación y de conexión con el país:
1. Designar un ministro ad-hoc o consejero presidencial para recoger las distintas propuestas de reforma al sistema de salud y buscar un consenso con los actores, en articulación con quienes hacen parte del Comité del Paro. Mientras tanto, el actual ministro y su equipo se dedicarían a sacar adelante la vacunación y documentar las lecciones que trae la pandemia, junto con la ejecución de las principales líneas del plan de desarrollo, pero dejarían al ministro ad-hoc que se dedique a poner en marcha la promesa de “construir una visión de largo plazo que reúna a la población y a los actores del sistema en torno a un acuerdo social respecto al diseño institucional del sistema de salud” (pág. 259 del plan).
2. Conformar una mesa nacional de diálogo, coordinada por el ministro ad-hoc, de la que hagan parte los actores del sistema de salud, representantes del Comité del Paro y miembros de las comisiones séptimas del Congreso, buscando acordar los puntos de una reforma al sistema de salud y actuar como se debió haber hecho antes de presentar un proyecto al Congreso. En esta mesa, y con el compromiso de los partidos políticos, debería acordarse un documento base que sea acogido como pacto social y no puesto a discusión en la campaña política de 2022. Sea cual sea el gobierno y el congreso, se acogerían los acuerdos para adoptar una reforma.
Teniendo claro que en el marco de una buena gobernanza el Gobierno no está solo, sea también la ocasión para convocar el compromiso y la sensatez de los demás actores del sistema de salud, incluidos los líderes del paro. Debemos avanzar en el sueño de construir un país en el que todos quepamos, guardando las diferencias ideológicas y políticas y luchando juntos por el bien común. De manera que conviene expresar su voluntad de ser parte del diálogo nacional, dispuestos a aceptar las fortalezas que tenga el sistema de salud, exponer las propuestas de cambio conscientes que deben ser viables o buscar la forma de lograrlo hacia el mediano y largo plazo, y hacer explícitos los acuerdos y los desacuerdos y la forma de tramitarlos. (Lea también: Reforma a la salud: sí, pero no así )
Por último, todos los actores pudieran comprometerse con una campaña informativa y educativa sobre la conformación y el funcionamiento del sistema de salud para prevenir la desinformación y contrarrestar las noticias falsas, que tanto daño hacen a la hora de adelantar discusiones como la de una reforma al sistema de salud.
*Profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia.