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Hace unas semanas la revista The Lancet, una de las más reconocidas en el mundo de la salud, publicó un artículo que ha cobrado mucha popularidad entre los oncólogos. Estaba firmado por un grupo encabezado por la doctora Milena Falcaro, del Cancer Prevention Group del King’s College London (Reino Unido), y le dio la vuelta al planeta porque sus datos venían con una conclusión arrolladora: la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) había reducido las tasas de cáncer de cuello uterino en un 90 % entre quienes la recibieron cuando tenían 12 y 13 años. (Le recomendamos: Las noticias mal hechas también pueden arruinar la vacunación)
“Es un momento histórico, es el primer estudio que muestra que la vacuna contra el VPH ha protegido y seguirá protegiendo a miles de mujeres”, había dicho Michelle Mitchell, directora ejecutiva de Cancer Research de ese país. Reducir la prevalencia del cuarto cáncer más común entre las mujeres era, sin duda, un motivo de celebración.
Pero mientras en Reino Unido festejaban, en Colombia no había motivos para sonreír. La cobertura de la primera y segunda dosis de esa vacuna aún estaba por el piso. Como lo muestra el gráfico que acompaña este texto, tras tener un leve aumento en 2019, en 2020 las cifras se habían vuelto a desplomar (27,6 % en cobertura de primera dosis y 8,9 % en segunda dosis). Este año, de acuerdo con las proyecciones del Minsalud, terminará con un pequeño incremento, pero las cifras continuarán siendo muy desalentadoras. (Puede leer más noticias de salud aquí)
La doctora Lina Trujillo, ginecóloga oncóloga y subdirectora de Atención Médica y docencia del Instituto Nacional de Cancerología, tiene una buena manera de resumir lo que eso implica: “Cualquier oportunidad perdida de administrar la vacuna es una oportunidad perdida para prevenir el cáncer de cuello uterino”. Se trata de una enfermedad que es la primera causa de muerte por cáncer entre mujeres de 30 a 59 años.
“Estamos frente a una situación muy poco satisfactoria”, añade Carlos Castro, director médico de la Liga Colombiana contra el Cáncer.
Una tormenta casi perfecta
En septiembre de 2016 publicamos en El Espectador un artículo titulado “Vacuna del papiloma humano, una tragedia informativa”. En él resumíamos cómo los periodistas y los medios de comunicación habían contribuido a empezar una tormenta casi perfecta. El afán por informar sobre un episodio sucedido en Carmen de Bolívar, donde supuestamente 15 niñas habían presentado síntomas asociados a la vacuna, los condujo a presentar reportajes sesgados y noticias precipitadas, creando pánico entre todos los papás y mamás.
“Tal vez los periodistas de esa época sean un poco mejores entendiendo las matemáticas de la enfermedad, la forma de evaluar las vacunas en una población y los dilemas de cualquier intervención médica”, apuntaba entonces Pablo Correa, autor de ese artículo. Parecía una premonición a lo que ha sucedido con algunos episodios de la pandemia del covid-19.
Para los doctores Trujillo y Castro ese mal manejo de la información fue uno de los culpables de que se desplomara la cobertura de vacunación contra el VPH. A partir de entonces, los esfuerzos por levantarla parecen no tener los resultados esperados. Como cuenta Trujillo, hubo después otro hecho desafortunado en el país: al cabo de un par de años de lo sucedido en Carmen de Bolívar desapareció el programa que llevaba la vacuna a los colegios, los lugares donde estaban reunidas las adolescentes que debían recibir su primera dosis. (Le puede interesar: Vacuna contra el VPH, entre el rumor y la evidencia científica)
“Si es complicado llevar a niños y niñas a puestos de vacunación, ahora imagínese lo difícil que es convencer a una adolescente”, dice. La desaparición de ese programa fue la estocada final, de la que el país aún no se recupera.
La pregunta hoy es: ¿por qué, después de siete años del caos informativo, la cobertura no mejora? Es difícil moverse en el terreno de la especulación, pero a los ojos de la ex viceministra de Protección Social, Diana Isabel Cárdenas, una de las dificultades es que hace falta una “política afirmativa” para mejorar esa cobertura. “Tiene que hacerse un gran esfuerzo para recuperar la confianza y llegar a esa población que debería recibir sus dosis. Si no, será muy difícil volver al escenario previo a 2014”, asegura.
Aunque nadie niega que ese proceso de vacunación no va nada bien, también ha habido esfuerzos por recuperarlo. En Arauca, por ejemplo, un trabajo de varias instituciones, entre la que estuvo la Liga contra el Cáncer, permitió alcanzar una cobertura del 56 % en la primera dosis y del 33,5 % en la segunda. “Aún es bajo, pero ha mejorado mucho”, señala el doctor Castro.
En medio de ese gran desafío que inició en 2014, tampoco se puede negar que el covid-19 fue una piedra en el zapato. Nunca, como recuerda Trujillo, un país había tenido que inmunizar a casi toda su población ni tampoco había tenido que enfrentar esas extensas cuarentenas. “En ese escenario no es justo castigar. Menos cuando desde el Ministerio de Salud tuvo que hacerse un par de esfuerzos para vacunar niños contra el sarampión y la rubéola para evitar brotes”, apunta. “Hay personas que están haciendo un gran esfuerzo tanto en el Ministerio como en varias secretarías para mantener viva la campaña de vacunación contra el VPH”, agrega Castro.
Pero, pese a los esfuerzos, aún no despega. El 2022 llegará con ese enorme reto. De no asumirlo como país, es posible que Colombia no cumpla la meta que hace un año trazó la OMS: tener al 90 % de las niñas vacunadas antes de cumplir los 15 años para 2030. La idea es que, junto a un esfuerzo de diagnóstico y tratamiento, en 2060 el planeta elimine el cáncer de cuello uterino.