¿Quiénes son los nuevos ganadores del Nobel de Medicina 2024?
Los científicos Victor Ambros y Gary Ruvkun han sido galardonados con el premio Nobel de Medicina 2024 por su revolucionario descubrimiento del microARN y su papel en la regulación genética. Originarios de Estados Unidos, ambos investigadores han dedicado décadas a la investigación en biología.
Los científicos Victor Ambros y Gary Ruvkun, reconocidos “por el descubrimiento del microARN y su papel en la regulación genética postranscripcional” fueron galardonados este lunes con el premio Nobel de Medicina 2024. Ambos son originarios de Estados Unidos y tienen una larga y rica trayectoria académica.
Victor Ambros nació en Hanover, New Hampshire, en 1953. Durante sus primeros años de educación, se interesó por las biografías de científicos e inventores. “Recuerdo en particular haber leído sobre Clyde Tombaugh, quien descubrió Plutón”, recuerda Ambros en un perfil que realizó de él la Fundación Gruber, una organización sin fines de lucro establecida en 1993 por el empresario y filántropo Robert Gruber y su esposa, la doctora Margaret Gruber, con una misión: apoyar a la comunidad científica y fomentar la investigación innovadora. “Era un chico de granja que se dedicó a la astronomía como aficionado y terminó convirtiéndose en astrónomo profesional. De niño me identifiqué mucho con eso y me cautivó la idea de intentar unirme a esa tradición y ser científico”, recordaba Ambros. A pesar de eso, su investigación se inclinó por otro lado.
Ambros ingresó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), unas de las instituciones academicas más renombradas e importantes de Estados Unidos. Allí se licenció en Ciencias, obtuvo un doctorado en Biología y trabajó como asistente de investigación de posgrado del biólogo y premio Nobel, David Baltimore, reconocido por sus contribuciones al estudio del virus del VIH y su papel en la regulación de los genes. Con Baltimore, Ambros estudió las propiedades moleculares del virus de la polio. Sin embargo, en 1979 aceptó un puesto posdoctoral en el laboratorio del biólogo H. Robert Horvitz, también Premio Nobel por sus investigaciones en el campo de la biología del desarrollo y la apoptosis (muerte celular programada).
“Bob estaba usando un gusano nematodo llamado Caenorhabditis elegans como modelo genético para estudiar el desarrollo, y me cautivó la posibilidad de descubrir cosas nuevas sobre el desarrollo de los animales usando un animal realmente simple”, recuerda Ambros para la Fundación Gruber. De esta manera, se interesó en el estudio de dos genes, lin-4 y lin-14, que hemos explicado con más detalle en esta nota y en esta otra y que, más de cuarenta años después, lo hicieron merecedor del premio Nobel de Medicina 2024.
En 1984 aceptó un puesto de profesor en la Universidad de Harvard. Allí trabajó como colaborador postdoctoral de Gary Ruvkun. Ambos identificaron dos genes clave involucrados en ese ritmo: lin-4 y lin-14. Investigaciones posteriores revelaron que lin-4 regula negativamente a lin-14, pero los mecanismos moleculares detrás de esa actividad seguían siendo desconocidos. En 1992, Ambros se trasladó al Dartmouth College, una de las instituciones de educación superior más antiguas y prestigiosas de Estados Unidos.
Allí continuó su estudio sobre lin-4, que incluyó el aislamiento y clonación con éxito del gen. Con sus estudios, Ambros contribuyó de manera decisiva al descubrimiento de una molécula llamada microARN que que juega un papel crucial en la regulación de la expresión genética, controlando cómo y cuándo se producen las proteínas en las células. Desde 2008, ha estado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, donde es profesor Silverman de Ciencias Naturales y codirector del Instituto Terapéutico del ARN. Vive en el área de Worcester, Massachusetts, con su esposa, Rosalind Lee. Tienen tres hijos adultos.
Ambros es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y ha recibido varios premios, más allá del Nobel de Medicina. Entre ellos, se encuentra el Premio Newcomb Cleveland de la AAAS, que reconoce sus importantes avances en ciencia y tecnología; el Premio Lewis S. Rosenstiel de Brandeis, otorgado a investigadores que han realizado contribuciones excepcionales en biología, especialmente en el ámbito de la genética y la biología molecular; y la Medalla de la Sociedad de Genética de Estados Unidos, que premia a quienes han hecho aportes sobresalientes en el campo de la genética.
Mientras Ambros estudiaba el gusano y los genes lin-4 y lin-14, leyó el artículo científico que Ruvkun publicó en el 2000. En él, Ruvkun anunció el descubrimiento de un segundo microARN, let-7 , en C. elegans . También demostró que let-7, a diferencia de let-4, se conservaba evolutivamente en todo el reino animal. Ahora estaba claro que los microARN no eran solo una peculiaridad de C. elegans.
Gary Ruvkun, el segundo galardonado
Gary Ruvkun nació en Berkeley, California, en 1952, pero creció en las ciudades cercanas de Oakland y Piedmont. “Su padre, ingeniero civil, alimentó su naciente interés por la astronomía hasta convertirlo en una curiosidad permanente por el mundo natural. Su madre dio un buen ejemplo de perseverancia al graduarse de la universidad a la improbable edad de 50 años”, reseña un perfil de Ruvkun que se publicó en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, una de las publicaciones científicas más importantes y prestigiosas en el mundo.
Se licenció en Biofísica en la Universidad de California en 1973 sin saber muy bien qué camino tomar. “Muchos de mis compañeros de la época querían estudiar los males de la sociedad, y terminar la carrera en ciencias era bastante raro. Había una sensación predominante de que había que adherirse a las normas de la sociedad radical, por lo que la polarización era moneda corriente”, recuerda Ruvkun en ese perfil. Se mudó al norte y trabajó en una cooperativa de plantación de árboles en Eugene, Oregón. Allí duró un año, cuando se embarcó en un viaje de un año a Tierra del Fuego, ubicada en el extremo sur de América del Sur.
El viaje, dice Ruvkun en el perfil de la revista norteamericana, “lo ayudó a cultivar habilidades sociales, explorar otras culturas y ampliar su perspectiva antes de limitar su enfoque”. Hasta que un día, mientras estaba en un club de amistad boliviano-estadounidense, se topó con una pila de revistas Scientific American. “De vez en cuando, extrañaba la ciencia, así que pasé un día leyendo esas revistas”, recuerda el científico en otro perfil que realizó de él la Fundación Gruber. “Cuando terminé, pensé: ‘Vaya, esto es genial. Creo que volveré ahora”. En 1976 regresó a Estados Unidos y se matriculó en la Universidad de Harvard para estudiar un programa de doctorado en Biofísica.
En esta universidad tuvo varios mentores. Primero se topó con Fred Ausubel, biólogo molecular de plantas de Harvard. Durante los siguientes seis años, acota la Fundación Gruber, “Ausubel y Ruvkun desvelaron muchos de los misterios genéticos de la fijación de nitrógeno, trabajo por el que Ruvkun recibió una prestigiosa beca junior de la Sociedad de Becarios de Harvard”. En 1982 Ruvkun recibe su doctorado en biofísica y decide cambiar su enfoque de investigación. “En ese momento, la biología del desarrollo animal parecía el gran misterio que la gente estaba empezando a resolver, y la genética parecía la forma de hacerlo”, recuerda.
En esta etapa de su vida se encontró entonces con el biofísico y premio Nobel, Walter Gilbert, en Harvard y con el biólogo (y futuro premio Gruber y premio Nobel), H. Robert Horvitz, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el mismo que también colaboró con Victor Ambros. En estos años, su investigación se centró en el gusano Caenorhabditis elegans, “cuyo cuerpo adulto transparente con una precisión asombrosa de 959 células ofrece a los investigadores una ventana panorámica al funcionamiento de los genes en las células”, se explica en Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Mediante técnicas de clonación molecular, Ruvkun y Victor Ambros identificaron dos genes clave involucrados en ese ritmo: lin-4 y lin-14. En artículos consecutivos de 1993, la pareja anunció el descubrimiento del primer microARN y describió cómo regulaba la síntesis de proteínas, lo que los llevaría, cuarenta años después, a ganar el Nobel de Medicina 2024. Ruvkun vive en el área de Boston con su esposa, Natasha Staller, profesora de historia del arte en el Amherst College, y su hija, Victoria. Ha recibido muchos honores y premios, incluidas membresías en la Academia Nacional de Ciencias, la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias y el Instituto de Medicina.
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Los científicos Victor Ambros y Gary Ruvkun, reconocidos “por el descubrimiento del microARN y su papel en la regulación genética postranscripcional” fueron galardonados este lunes con el premio Nobel de Medicina 2024. Ambos son originarios de Estados Unidos y tienen una larga y rica trayectoria académica.
Victor Ambros nació en Hanover, New Hampshire, en 1953. Durante sus primeros años de educación, se interesó por las biografías de científicos e inventores. “Recuerdo en particular haber leído sobre Clyde Tombaugh, quien descubrió Plutón”, recuerda Ambros en un perfil que realizó de él la Fundación Gruber, una organización sin fines de lucro establecida en 1993 por el empresario y filántropo Robert Gruber y su esposa, la doctora Margaret Gruber, con una misión: apoyar a la comunidad científica y fomentar la investigación innovadora. “Era un chico de granja que se dedicó a la astronomía como aficionado y terminó convirtiéndose en astrónomo profesional. De niño me identifiqué mucho con eso y me cautivó la idea de intentar unirme a esa tradición y ser científico”, recordaba Ambros. A pesar de eso, su investigación se inclinó por otro lado.
Ambros ingresó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), unas de las instituciones academicas más renombradas e importantes de Estados Unidos. Allí se licenció en Ciencias, obtuvo un doctorado en Biología y trabajó como asistente de investigación de posgrado del biólogo y premio Nobel, David Baltimore, reconocido por sus contribuciones al estudio del virus del VIH y su papel en la regulación de los genes. Con Baltimore, Ambros estudió las propiedades moleculares del virus de la polio. Sin embargo, en 1979 aceptó un puesto posdoctoral en el laboratorio del biólogo H. Robert Horvitz, también Premio Nobel por sus investigaciones en el campo de la biología del desarrollo y la apoptosis (muerte celular programada).
“Bob estaba usando un gusano nematodo llamado Caenorhabditis elegans como modelo genético para estudiar el desarrollo, y me cautivó la posibilidad de descubrir cosas nuevas sobre el desarrollo de los animales usando un animal realmente simple”, recuerda Ambros para la Fundación Gruber. De esta manera, se interesó en el estudio de dos genes, lin-4 y lin-14, que hemos explicado con más detalle en esta nota y en esta otra y que, más de cuarenta años después, lo hicieron merecedor del premio Nobel de Medicina 2024.
En 1984 aceptó un puesto de profesor en la Universidad de Harvard. Allí trabajó como colaborador postdoctoral de Gary Ruvkun. Ambos identificaron dos genes clave involucrados en ese ritmo: lin-4 y lin-14. Investigaciones posteriores revelaron que lin-4 regula negativamente a lin-14, pero los mecanismos moleculares detrás de esa actividad seguían siendo desconocidos. En 1992, Ambros se trasladó al Dartmouth College, una de las instituciones de educación superior más antiguas y prestigiosas de Estados Unidos.
Allí continuó su estudio sobre lin-4, que incluyó el aislamiento y clonación con éxito del gen. Con sus estudios, Ambros contribuyó de manera decisiva al descubrimiento de una molécula llamada microARN que que juega un papel crucial en la regulación de la expresión genética, controlando cómo y cuándo se producen las proteínas en las células. Desde 2008, ha estado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, donde es profesor Silverman de Ciencias Naturales y codirector del Instituto Terapéutico del ARN. Vive en el área de Worcester, Massachusetts, con su esposa, Rosalind Lee. Tienen tres hijos adultos.
Ambros es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y ha recibido varios premios, más allá del Nobel de Medicina. Entre ellos, se encuentra el Premio Newcomb Cleveland de la AAAS, que reconoce sus importantes avances en ciencia y tecnología; el Premio Lewis S. Rosenstiel de Brandeis, otorgado a investigadores que han realizado contribuciones excepcionales en biología, especialmente en el ámbito de la genética y la biología molecular; y la Medalla de la Sociedad de Genética de Estados Unidos, que premia a quienes han hecho aportes sobresalientes en el campo de la genética.
Mientras Ambros estudiaba el gusano y los genes lin-4 y lin-14, leyó el artículo científico que Ruvkun publicó en el 2000. En él, Ruvkun anunció el descubrimiento de un segundo microARN, let-7 , en C. elegans . También demostró que let-7, a diferencia de let-4, se conservaba evolutivamente en todo el reino animal. Ahora estaba claro que los microARN no eran solo una peculiaridad de C. elegans.
Gary Ruvkun, el segundo galardonado
Gary Ruvkun nació en Berkeley, California, en 1952, pero creció en las ciudades cercanas de Oakland y Piedmont. “Su padre, ingeniero civil, alimentó su naciente interés por la astronomía hasta convertirlo en una curiosidad permanente por el mundo natural. Su madre dio un buen ejemplo de perseverancia al graduarse de la universidad a la improbable edad de 50 años”, reseña un perfil de Ruvkun que se publicó en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, una de las publicaciones científicas más importantes y prestigiosas en el mundo.
Se licenció en Biofísica en la Universidad de California en 1973 sin saber muy bien qué camino tomar. “Muchos de mis compañeros de la época querían estudiar los males de la sociedad, y terminar la carrera en ciencias era bastante raro. Había una sensación predominante de que había que adherirse a las normas de la sociedad radical, por lo que la polarización era moneda corriente”, recuerda Ruvkun en ese perfil. Se mudó al norte y trabajó en una cooperativa de plantación de árboles en Eugene, Oregón. Allí duró un año, cuando se embarcó en un viaje de un año a Tierra del Fuego, ubicada en el extremo sur de América del Sur.
El viaje, dice Ruvkun en el perfil de la revista norteamericana, “lo ayudó a cultivar habilidades sociales, explorar otras culturas y ampliar su perspectiva antes de limitar su enfoque”. Hasta que un día, mientras estaba en un club de amistad boliviano-estadounidense, se topó con una pila de revistas Scientific American. “De vez en cuando, extrañaba la ciencia, así que pasé un día leyendo esas revistas”, recuerda el científico en otro perfil que realizó de él la Fundación Gruber. “Cuando terminé, pensé: ‘Vaya, esto es genial. Creo que volveré ahora”. En 1976 regresó a Estados Unidos y se matriculó en la Universidad de Harvard para estudiar un programa de doctorado en Biofísica.
En esta universidad tuvo varios mentores. Primero se topó con Fred Ausubel, biólogo molecular de plantas de Harvard. Durante los siguientes seis años, acota la Fundación Gruber, “Ausubel y Ruvkun desvelaron muchos de los misterios genéticos de la fijación de nitrógeno, trabajo por el que Ruvkun recibió una prestigiosa beca junior de la Sociedad de Becarios de Harvard”. En 1982 Ruvkun recibe su doctorado en biofísica y decide cambiar su enfoque de investigación. “En ese momento, la biología del desarrollo animal parecía el gran misterio que la gente estaba empezando a resolver, y la genética parecía la forma de hacerlo”, recuerda.
En esta etapa de su vida se encontró entonces con el biofísico y premio Nobel, Walter Gilbert, en Harvard y con el biólogo (y futuro premio Gruber y premio Nobel), H. Robert Horvitz, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el mismo que también colaboró con Victor Ambros. En estos años, su investigación se centró en el gusano Caenorhabditis elegans, “cuyo cuerpo adulto transparente con una precisión asombrosa de 959 células ofrece a los investigadores una ventana panorámica al funcionamiento de los genes en las células”, se explica en Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Mediante técnicas de clonación molecular, Ruvkun y Victor Ambros identificaron dos genes clave involucrados en ese ritmo: lin-4 y lin-14. En artículos consecutivos de 1993, la pareja anunció el descubrimiento del primer microARN y describió cómo regulaba la síntesis de proteínas, lo que los llevaría, cuarenta años después, a ganar el Nobel de Medicina 2024. Ruvkun vive en el área de Boston con su esposa, Natasha Staller, profesora de historia del arte en el Amherst College, y su hija, Victoria. Ha recibido muchos honores y premios, incluidas membresías en la Academia Nacional de Ciencias, la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias y el Instituto de Medicina.
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