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Mucho se ha especulado sobre los medicamentos para combatir el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19. Cada nuevo hallazgo es interpretado como algo de potencial uso inmediato para el tratamiento de la infección. Muchos de estos resultados que se promocionan en las redes y en los medios de comunicación son originados en ensayos iniciales in vitro, del latín “dentro del vidrio”, para referirse a ensayos experimentales de laboratorio. Son experimentos básicos, muy importantes y necesarios que se realizan principalmente en cultivos celulares, los cuales tienen condiciones controladas como las ambientales, los reactivos del cultivo y las concentraciones de medicamentos, entre otros. (Lea Esto es lo que debe saber para entender el mundo de las vacunas)
En los cultivos celulares se adaptan los agentes infecciosos para que estos se multipliquen y puedan ser estudiados como, por ejemplo, los coronavirus. Se determina la cantidad de virus que causa una infección que pueda ser detectable, pero sin afectar del todo los cultivos celulares. Una vez establecido el ciclo de crecimiento del virus, se puede evaluar moléculas con potencial de alterar o inhibir el proceso de infección. Muchas moléculas candidatas han sido previamente estudiadas con otros agentes infecciosos; otras también son obtenidas de bases de datos de potenciales inhibidores, cuya probable actividad ha sido determinada por bioinformática.
Las moléculas son estudiadas a diferentes concentraciones sobre el cultivo de células infectadas, esto con el fin de determinar la de mejor capacidad inhibitoria y sin afectar la vitalidad de las células; no obstante, la situación es más compleja cuando se aplica en animales o humanos, ya que en este último operan mucha más variables que las de un cultivo in vitro.
Es así que hemos visto desfilar moléculas candidatas para el tratamiento SARS-CoV-2 como la hidroxicloroquina y la ivermectina o más recientes, los cuales fueron inicialmente publicitados ya que demostraron tener una actividad anti-viral in vitro.
¿Qué pasa después de los estudios in vitro? Parte de los ensayos preclínicos se realizan en modelos animales, los cuales son un puente hacia al factible uso en humanos. En los animales se pueden estudiar variables como la disponibilidad de la molécula y su distribución en tejidos; además en algunos donde hay posibilidad de usar el microorganismo, se evalúa el efecto directo sobre la infección. Dada la premura de la pandemia, muchos de estos compuestos pasaron rápidamente de los estudios in vitro a pruebas clínicas de humanos, especialmente medicamentos que ya eran usados para tratar otras enfermedades. En la actualidad, hay más de 4,500 estudios clínicos sobre tratamientos para COVID-19 registrados en la base de datos del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, incluidos 42 que se realizan en Colombia.
Mucha información sobre los candidatos o medicamentos en proceso de estudio se conoce por comunicados o despachos de prensa de las instituciones de investigación o empresas farmacológicas. Pero los hallazgos científicos deben ser validados por pares expertos, cuyos resultados son evaluados en publicaciones científicas que son categorizadas de acuerdo con el prestigio de cada revista. No obstante, en los últimos años ha aumentado el número de publicaciones rápidas sin evaluación inicial por pares, aunque se mantienen ciertos estándares, las cuales son conocidas como pre-prints o pre-impresos. La idea detrás de estos pre-prints es diseminar rápidamente los hallazgos que puedan ser importantes o útiles, mucho antes de pasar por el largo y dispendioso proceso de evaluación en revistas científicas.
Dada la velocidad con que se mueve la comunicación y el acceso libre a éstas, se crea un frenesí dentro en la comunidad que busca ansiosamente un tratamiento efectivo. Durante la difusión de dicha información, en muchas ocasiones se cambia completamente el sentido, dando origen a algo parecido como el “chat roto” en redes sociales. El problema radica en que la información es tomada como un hecho definido, a veces solamente basados en el títulos o resúmenes de la información. Incluso se quedan con las publicaciones iniciales, sin hacer seguimientos posteriores de otros datos arrojados por los mismos u otros grupos científicos. La ciencia está en constante movimiento y cambio: lo que puede ser un hecho hoy no lo puede ser mañana, especialmente estos momentos de aprendizaje con la pandemia.
Es por lo tanto menester de docentes e investigadores llevar a cabo dos acciones educativas básicas: la enseñanza de la lectura crítica de artículos científicos en las universidades y diseminar este conocimiento en un lenguaje sencillo y amable para la comunidad general. Adicional a ello es fundamental leer informaciones provenientes de fuentes creíbles y fidedignas.
*John M. González, MD, PhD. - Profesor Titular de la Facultad de Medicina de Universidad de los Andes.