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Un nuevo estudio publicado en Nature Metabolism ha examinado los cambios en el gasto total de energía y sus componentes en los últimos 30 años en la humanidad. Pero, ¿qué es el gasto energético total?
Hay una forma fácil de entenderlo: todo lo que usted hace día a día requiere energía. Esto es sencillo de asimilar si piensa en caminar o hacer ejercicio, claro, pero algunas funciones que su cuerpo hace sin que usted siquiera sea consciente de ello, como la respiración o la circulación, también demandan energía.
Ese último gasto energético (el de las funciones vitales del cuerpo) es lo que se conoce como gasto energético basal. Conocer cuánta energía gastamos en esos procesos es clave para saber, por ejemplo, a qué se debe el aumento global de condiciones como la obesidad. Hasta ahora se ha asumido que la epidemia de obesidad ha sido causada por estilos de vida cada vez más sedentarios o inactivos y una actividad física reducida durante las últimas décadas, combinados con una mayor ingesta de alimentos.
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Pero un grupo de científicos acaba de encontrar algunas pistas que apuntan a otro escenario. Investigadores del Organismo Internacional de Energía Atómica encontró que el gasto total de energía ha disminuido tanto en hombres como en mujeres en los últimos 30 años. Sorprendentemente, para los investigadores, esto se debió a una reducción en el gasto de energía basal y no en el gasto de actividad diaria.
En realidad, el gasto energético de la actividad, reportó el estudio, ha aumentado significativamente. “Esto significa que la tasa metabólica en reposo de una persona que vive en 2023 es inferior a la de una persona de su misma edad y composición corporal de finales de los años 90. Eso es bastante inesperado. Y no sabemos muy bien a qué se debe”, explicó, citado por la ONU, John Speakman, autor principal del estudio.
Los investigadores encontraron que el gasto total de energía había disminuido desde la década de 1990 en aproximadamente un 7,7 por ciento en los hombres y un 5,6 por ciento en las mujeres. “Existen varios factores potenciales que contribuyen a que el gasto de energía basal haya disminuido, incluidos los cambios en la dieta que pueden afectar el gasto de energía. Se necesita más investigación para que podamos entender cómo revertir esta disminución, potencialmente cambiando lo que comemos”, dijo Speakman.
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A pesar de que esta investigación (y otras de su estilo) podrían ser la base de una estrategia útil en el tratamiento de la obesidad, los investigadores señalan que hasta ahora la mejor forma de evitarla es no comer en exceso y evitar el sedentarismo.