Riesgo en la salud pública, otra consecuencia del terremoto en Siria y Turquía
El hacinamiento en albergues temporales, la falta de agua potable y los daños en infraestructuras podrían complicar el acceso a los servicios de salud.
El riesgo sanitario en Siria y Turquía sería otra de las amenazas tras el terremoto que se reportó en esos países el pasado 6 de febrero. Así lo afirmó María Elisa Calle Purón, médica especialista en epidemiología y medicina preventiva de la Universidad Complutense de Madrid, quien publicó un artículo en la agencia Sinc sobre las consecuencias en la salud pública que ha dejado la tragedia en la que, hasta ahora, se han contado más de 46 mil personas fallecidas y miles de heridos.
Fracturas, lesiones por aplastamiento y heridas diversas son algunas de las problemáticas más visibles que, por lo general, se llevan el foco de los grupos de rescate. También las condiciones climáticas, como el invierno, que pueden agravar la situación y generar, por ejemplo, lesiones por hipotermia e incluso congelación. Las infraestructuras sufren daños totales o parciales, y esto afecta la capacidad para prestar ayuda sanitaria.
Pero Calle considera que las amenazas a la salud pública podrían ser mucho más graves e incluso llegar a ser más duraderas en países como Siria que, al estar en guerra, tiene hasta la fecha un aproximado de 3 millones de desplazados (Lea: Alerta de tsunami en Turquía tras nuevo terremoto).
Primeramente, las fracturas y heridas que presenten las personas heridas podrían complicarse. Esto podría conllevar secuelas crónicas como amputaciones, colapso sistémico en las personas que sufrieron aplastamiento, e incluso aparición de gangrena en lesiones existentes.
Además, el colapso de las infraestructuras y los servicios sanitarios podría generar, según Calle, la falta de atención en enfermedades de larga duración como las cardiovasculares y respiratorias, así como la diabetes y el retraso en la detección -o tratamiento- del cáncer.
La transmisión de enfermedades infecciosas de transmisión fecohídrica o fecal-oral también podrían aumentar, y enfermedades como el covid-19, la gripe y otras de propagación aérea como el sarampión se complicarían, por un lado, por el hacinamiento de los supervivientes en albergues o casas de paso, y por la falta de agua potable. Esto último también podría aumentar los riesgos de propagación de hepatitis A (Lea también: Vladimir Putin retira a Rusia del tratado de desarme nuclear).
Temor por un resurgimiento de cólera
Siria está en riesgo por otro posible brote de cólera que ya había surgido en septiembre del 2022. En ese momento, organizaciones como Unicef y World Vision mencionaron que, también por la escasez de agua y el recrudecimiento del conflicto que vive ese país, más de 2.500 personas se habían infectado.
Ahora, tras el terremoto del pasado 6 de febrero, se teme a un resurgimiento de esta enfermedad que podría representar una amenaza especialmente para los niños y ancianos (Lea también: Inseguridad alimentaria puede incrementar el deterioro cognitivo en adultos mayores).
“Además de lo anterior, existe también riesgo de aparición de disentería por causa de la bacteria shigella que afecta sobre todo a las áreas con peores condiciones higiénicas y a los niños menores de 10 años y cuyos brotes se ven favorecidos por las situaciones de hacinamiento con escaso nivel de higiene como es el caso que nos ocupa”, dice Calle.
La salud mental también sufre
La experta agrega que, además de los riesgos comentados, aparecen problemas de salud mental por estrés postraumático que son de difícil cuantificación. El duelo por la pérdida de familiares y amigos, la incertidumbre sobre el futuro, y preguntas sobre la posibilidad de una mejora que repercuta en la vida personal de los afectados son algunas situaciones que podrían generar estrés, ansiedad y depresión.
El riesgo sanitario en Siria y Turquía sería otra de las amenazas tras el terremoto que se reportó en esos países el pasado 6 de febrero. Así lo afirmó María Elisa Calle Purón, médica especialista en epidemiología y medicina preventiva de la Universidad Complutense de Madrid, quien publicó un artículo en la agencia Sinc sobre las consecuencias en la salud pública que ha dejado la tragedia en la que, hasta ahora, se han contado más de 46 mil personas fallecidas y miles de heridos.
Fracturas, lesiones por aplastamiento y heridas diversas son algunas de las problemáticas más visibles que, por lo general, se llevan el foco de los grupos de rescate. También las condiciones climáticas, como el invierno, que pueden agravar la situación y generar, por ejemplo, lesiones por hipotermia e incluso congelación. Las infraestructuras sufren daños totales o parciales, y esto afecta la capacidad para prestar ayuda sanitaria.
Pero Calle considera que las amenazas a la salud pública podrían ser mucho más graves e incluso llegar a ser más duraderas en países como Siria que, al estar en guerra, tiene hasta la fecha un aproximado de 3 millones de desplazados (Lea: Alerta de tsunami en Turquía tras nuevo terremoto).
Primeramente, las fracturas y heridas que presenten las personas heridas podrían complicarse. Esto podría conllevar secuelas crónicas como amputaciones, colapso sistémico en las personas que sufrieron aplastamiento, e incluso aparición de gangrena en lesiones existentes.
Además, el colapso de las infraestructuras y los servicios sanitarios podría generar, según Calle, la falta de atención en enfermedades de larga duración como las cardiovasculares y respiratorias, así como la diabetes y el retraso en la detección -o tratamiento- del cáncer.
La transmisión de enfermedades infecciosas de transmisión fecohídrica o fecal-oral también podrían aumentar, y enfermedades como el covid-19, la gripe y otras de propagación aérea como el sarampión se complicarían, por un lado, por el hacinamiento de los supervivientes en albergues o casas de paso, y por la falta de agua potable. Esto último también podría aumentar los riesgos de propagación de hepatitis A (Lea también: Vladimir Putin retira a Rusia del tratado de desarme nuclear).
Temor por un resurgimiento de cólera
Siria está en riesgo por otro posible brote de cólera que ya había surgido en septiembre del 2022. En ese momento, organizaciones como Unicef y World Vision mencionaron que, también por la escasez de agua y el recrudecimiento del conflicto que vive ese país, más de 2.500 personas se habían infectado.
Ahora, tras el terremoto del pasado 6 de febrero, se teme a un resurgimiento de esta enfermedad que podría representar una amenaza especialmente para los niños y ancianos (Lea también: Inseguridad alimentaria puede incrementar el deterioro cognitivo en adultos mayores).
“Además de lo anterior, existe también riesgo de aparición de disentería por causa de la bacteria shigella que afecta sobre todo a las áreas con peores condiciones higiénicas y a los niños menores de 10 años y cuyos brotes se ven favorecidos por las situaciones de hacinamiento con escaso nivel de higiene como es el caso que nos ocupa”, dice Calle.
La salud mental también sufre
La experta agrega que, además de los riesgos comentados, aparecen problemas de salud mental por estrés postraumático que son de difícil cuantificación. El duelo por la pérdida de familiares y amigos, la incertidumbre sobre el futuro, y preguntas sobre la posibilidad de una mejora que repercuta en la vida personal de los afectados son algunas situaciones que podrían generar estrés, ansiedad y depresión.