Salud mental en tiempos de vacunación: ansiedad y exceso de información
Las noticias falsas, sumadas a la incertidumbre en los procesos de vacunación, aumentarían los índices de ansiedad y síntomas depresivos.
Juan Pablo Correa/Pesquisa Javeriana
Que las palabras cuarentena, virus y confinamiento hayan sido las más buscadas, según la Real Academia de la Lengua (RAE), durante la etapa del confinamiento provocado por la COVID-19, puede hablar acerca del tipo de dudas que surgieron en la humanidad cuando inició la pandemia.
A la par que creció la búsqueda de palabras como asintomático, mascarilla e intubar, también lo hicieron conceptos como resiliencia, esperanza y resistir. Esto quizás hable del deseo por conocer, enterarse y estar informados sobre esta nueva realidad que se enfrentó con incertidumbre.
En ese afán de búsqueda de respuestas se han creado olas desinformativas que podrían elevar los niveles de ansiedad en las personas. “La pandemia y lo que han implicado las cuarentenas han sido importantes detonantes de ansiedad y de síntomas depresivos. Sobre todo porque han sido un ejercicio de incertidumbre”, expone Lina María González, especialista en psiquiatría y MSc. en epidemiología clínica, líder de salud y bienestar de la Fundación Saldarriaga Concha y docente de la Pontificia Universidad Javeriana.
Lea: Cuarentena ha afectado la salud mental de los colombianos, revela encuesta de Profamilia
De hecho, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), presentó un informe que demuestra que la salud mental de las mujeres, los adultos jóvenes entre los 18 y los 29 años y las personas con bajos ingresos en Colombia, ha sido afectada.
El problema de la sobreinformación
Como la COVID-19, la información también se propaga con gran velocidad. Según la Organización de las Naciones Unidas, en un informe que presentó en abril del 2020, el 40 % de las publicaciones sobre la COVID-19 fueron realizadas por bots (perfiles automatizados disfrazados de personas).
Para González, tanta información termina en miedo y rechazo hacia la vacuna, además de elevar los niveles de ansiedad y depresión en las personas.
“La vacuna nuevamente dispara las incertidumbres. Existe una angustia de si voy o no a ser priorizado, cuál vacuna me van a poner, si voy a tener efectos secundarios, incluso si voy a llegar a ser vacunado. Hay un grupo de personas muy escépticas que están asustadas porque no saben en qué creer”, explica la profesora javeriana.
El acceso a las vacunas, el orden de inmunización y los posibles efectos secundarios son temas que generan grandes controversias, por eso es importante acudir a fuentes verificables y documentos oficiales.
“Lo que necesitan las personas en este momento es información clara. Los medios deberían promover una comunicación asertiva y acertada: decir lo suficiente, sin excesos de información y en el momento que se requiera”, propone la especialista en psiquiatría y epidemiología.
Un llamado a la calma y a vacunarse
El orden de vacunación genera ansiedad, pues en Colombia, para alcanzar la inmunización de 35 millones de personas (de un total de 48 millones), se tienen proyectadas dos fases y cinco etapas con poblaciones priorizadas, es decir que hay una parte de la población que tendrá que esperar hasta el final de la distribución.
Aunque según el Ministerio de Salud y Protección Social, el país ya logró comprar 20 millones de dosis a través de la iniciativa Covax, y 41.5 millones por mecanismos bilaterales (Pfizer, AstraZeneca, Janssen, Moderna y Sinovac), aún no hay fechas exactas de la llegada de todas estas dosis al país.
Adicionalmente, se siguen resolviendo dudas sobre la eficacia de las vacunas frente a las nuevas cepas y los posibles efectos secundarios, así que, según expertos como la profesora González inmunizarse podría reducir los niveles de ansiedad y estrés.
“Vamos a poder sentarnos a comer más tranquilos con los que queremos sin sentir esa sensación de riesgo”, expone.
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Salud mental durante la pandemia en el mundo
Un estudio publicado en noviembre por The Lancet Psychiatry expuso que, en Estados Unidos, el 18 % de las personas contagiadas por COVID-19 fueron diagnosticadas con un problema de salud mental, como trastorno de ansiedad, insomnio o demencia entre 14 y 90 días después de dar positivo.
La revista científica Psychiatry Research publicó una investigación liderada por un grupo de expertos de la Universidad de Ottawa que expuso el aumento de enfermedades mentales en los trabajadores de la salud, el grupo reportado con mayores índices de insomnio.
A través del análisis de 55 estudios internacionales encontraron la prevalencia de insomnio en un 24 % de los más de 190.000 participantes, depresión en 16 % y ansiedad en un 15 %. También revelaron que los problemas de salud mental derivados de la COVID-19 afectan de igual forma en todos los países y sin importar el género.
Según la misma organización, algunas de las razones del incremento de estas enfermedades son el duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo. También expuso que las personas que padecen trastornos mentales o derivados del consumo de drogas están más expuestas a contraer la enfermedad.
Así fue el caso que reveló el doctor Milton Murillo en la Clínica de Nuestra Señora de la Paz, en Bogotá. En abril de 2020 ocurrió un brote de COVID-19, de los 110 pacientes contagiados, 46 tenían un diagnóstico existente de esquizofrenia.
La Organización Mundial de la Salud declaró en octubre de 2020 que la pandemia perturbó y paralizó los servicios de salud mental esenciales del 93 % de los países. El mismo estudio expuso que desde el inicio del brote se ha incrementado la demanda de servicios de salud mental.
¿Qué hacer al respecto?
“Tenemos que aprender a leer lo necesario, de las fuentes oficiales y confiables y sin excesos”, explica la doctora González. De igual forma, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se debe minimizar el tiempo que se dedica a leer, mirar o escuchar noticias que causan estrés, ansiedad o angustia.
Para esta misma organización, el estrés y la preocupación son respuestas normales en los momentos de incertidumbre que atravesamos y se pueden mitigar haciendo buen uso de la información que se dispone.
En esta misma línea, la OPS recomienda buscar información que ayude o promueva la protección de las personas de la COVID-19, así como fuentes de contenido que aclaran mitos y promuevan buenas prácticas, como la OPS y la OMS y el nuevo especial de Pesquisa Javeriana y la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, llamado SinMitos.
Que las palabras cuarentena, virus y confinamiento hayan sido las más buscadas, según la Real Academia de la Lengua (RAE), durante la etapa del confinamiento provocado por la COVID-19, puede hablar acerca del tipo de dudas que surgieron en la humanidad cuando inició la pandemia.
A la par que creció la búsqueda de palabras como asintomático, mascarilla e intubar, también lo hicieron conceptos como resiliencia, esperanza y resistir. Esto quizás hable del deseo por conocer, enterarse y estar informados sobre esta nueva realidad que se enfrentó con incertidumbre.
En ese afán de búsqueda de respuestas se han creado olas desinformativas que podrían elevar los niveles de ansiedad en las personas. “La pandemia y lo que han implicado las cuarentenas han sido importantes detonantes de ansiedad y de síntomas depresivos. Sobre todo porque han sido un ejercicio de incertidumbre”, expone Lina María González, especialista en psiquiatría y MSc. en epidemiología clínica, líder de salud y bienestar de la Fundación Saldarriaga Concha y docente de la Pontificia Universidad Javeriana.
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De hecho, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), presentó un informe que demuestra que la salud mental de las mujeres, los adultos jóvenes entre los 18 y los 29 años y las personas con bajos ingresos en Colombia, ha sido afectada.
El problema de la sobreinformación
Como la COVID-19, la información también se propaga con gran velocidad. Según la Organización de las Naciones Unidas, en un informe que presentó en abril del 2020, el 40 % de las publicaciones sobre la COVID-19 fueron realizadas por bots (perfiles automatizados disfrazados de personas).
Para González, tanta información termina en miedo y rechazo hacia la vacuna, además de elevar los niveles de ansiedad y depresión en las personas.
“La vacuna nuevamente dispara las incertidumbres. Existe una angustia de si voy o no a ser priorizado, cuál vacuna me van a poner, si voy a tener efectos secundarios, incluso si voy a llegar a ser vacunado. Hay un grupo de personas muy escépticas que están asustadas porque no saben en qué creer”, explica la profesora javeriana.
El acceso a las vacunas, el orden de inmunización y los posibles efectos secundarios son temas que generan grandes controversias, por eso es importante acudir a fuentes verificables y documentos oficiales.
“Lo que necesitan las personas en este momento es información clara. Los medios deberían promover una comunicación asertiva y acertada: decir lo suficiente, sin excesos de información y en el momento que se requiera”, propone la especialista en psiquiatría y epidemiología.
Un llamado a la calma y a vacunarse
El orden de vacunación genera ansiedad, pues en Colombia, para alcanzar la inmunización de 35 millones de personas (de un total de 48 millones), se tienen proyectadas dos fases y cinco etapas con poblaciones priorizadas, es decir que hay una parte de la población que tendrá que esperar hasta el final de la distribución.
Aunque según el Ministerio de Salud y Protección Social, el país ya logró comprar 20 millones de dosis a través de la iniciativa Covax, y 41.5 millones por mecanismos bilaterales (Pfizer, AstraZeneca, Janssen, Moderna y Sinovac), aún no hay fechas exactas de la llegada de todas estas dosis al país.
Adicionalmente, se siguen resolviendo dudas sobre la eficacia de las vacunas frente a las nuevas cepas y los posibles efectos secundarios, así que, según expertos como la profesora González inmunizarse podría reducir los niveles de ansiedad y estrés.
“Vamos a poder sentarnos a comer más tranquilos con los que queremos sin sentir esa sensación de riesgo”, expone.
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Salud mental durante la pandemia en el mundo
Un estudio publicado en noviembre por The Lancet Psychiatry expuso que, en Estados Unidos, el 18 % de las personas contagiadas por COVID-19 fueron diagnosticadas con un problema de salud mental, como trastorno de ansiedad, insomnio o demencia entre 14 y 90 días después de dar positivo.
La revista científica Psychiatry Research publicó una investigación liderada por un grupo de expertos de la Universidad de Ottawa que expuso el aumento de enfermedades mentales en los trabajadores de la salud, el grupo reportado con mayores índices de insomnio.
A través del análisis de 55 estudios internacionales encontraron la prevalencia de insomnio en un 24 % de los más de 190.000 participantes, depresión en 16 % y ansiedad en un 15 %. También revelaron que los problemas de salud mental derivados de la COVID-19 afectan de igual forma en todos los países y sin importar el género.
Según la misma organización, algunas de las razones del incremento de estas enfermedades son el duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo. También expuso que las personas que padecen trastornos mentales o derivados del consumo de drogas están más expuestas a contraer la enfermedad.
Así fue el caso que reveló el doctor Milton Murillo en la Clínica de Nuestra Señora de la Paz, en Bogotá. En abril de 2020 ocurrió un brote de COVID-19, de los 110 pacientes contagiados, 46 tenían un diagnóstico existente de esquizofrenia.
La Organización Mundial de la Salud declaró en octubre de 2020 que la pandemia perturbó y paralizó los servicios de salud mental esenciales del 93 % de los países. El mismo estudio expuso que desde el inicio del brote se ha incrementado la demanda de servicios de salud mental.
¿Qué hacer al respecto?
“Tenemos que aprender a leer lo necesario, de las fuentes oficiales y confiables y sin excesos”, explica la doctora González. De igual forma, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se debe minimizar el tiempo que se dedica a leer, mirar o escuchar noticias que causan estrés, ansiedad o angustia.
Para esta misma organización, el estrés y la preocupación son respuestas normales en los momentos de incertidumbre que atravesamos y se pueden mitigar haciendo buen uso de la información que se dispone.
En esta misma línea, la OPS recomienda buscar información que ayude o promueva la protección de las personas de la COVID-19, así como fuentes de contenido que aclaran mitos y promuevan buenas prácticas, como la OPS y la OMS y el nuevo especial de Pesquisa Javeriana y la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, llamado SinMitos.