Se vencieron un millón de vacunas. Detrás hay una historia con muchos protagonistas

El congresista por el Centro Democrático, Andrés Forero, denunció en las últimas horas el vencimiento de poco de más de un millón de vacunas pediátricas en Colombia. Según él, el 24 de abril y el 9 de mayo de 2023 llegaron al país 1.201.900 dosis de la vacuna pediátrica de Moderna (la única autorizada en el país para aplicarse a niños y niñas a partir de los 6 meses de edad). Pertenecían a los lotes 043A23A y 044A23A y, de acuerdo con el Ministerio de Salud, vencían el 16 de noviembre de ese año.

El congresista por el Centro Democrático, Andrés Forero, denunció en las últimas horas el vencimiento de poco de más de un millón de vacunas pediátricas en Colombia. Según él, el 24 de abril y el 9 de mayo de 2023 llegaron al país 1.201.900 dosis de la vacuna pediátrica de Moderna (la única autorizada en el país para aplicarse a niños y niñas a partir de los 6 meses de edad). Pertenecían a los lotes 043A23A y 044A23A y, de acuerdo con el Ministerio de Salud, vencían el 16 de noviembre de ese año.

Pese a que llegaron en abril y marzo, la resolución (la 1116) que las distribuyó entre los departamentos y ciudades de Colombia solo fue expedida por el Ministerio de Salud hasta el 12 de julio de 2023. Se “perdieron 3,5 meses con el riesgo de vencimiento a la vista”, dice Forero. De las1.175.500 dosis que se distribuyeron con la resolución, el departamento que más recibió fue Antioquia (120.000 dosis) y Bogotá le siguió, con 133.900 dosis. Todas ellas tenían que administrarse a la población de 6 meses a 2 años, en una serie de dos dosis de 25 microgramos, con un intervalo de 28 días.

Según le confirmaron a Forero las secretarias de salud tanto de Antioquia como de la ciudad de Bogotá, las vacunas comenzaron a llegar días —a veces semanas— después de la resolución 1116. El 14 de julio se enviaron a Bogotá 20.000 dosis; el 18 de septiembre, 12.000; el 3 de octubre, poco más de 23.000, y el 13 de octubre, otras 10.000. Un escenario similar se presentó en Antioquia, que las recibió todas entre el 18 de julio y el 10 de octubre. Todas vencían el 16 de noviembre. El Ministerio de Salud le confirmó al congresista que entre el 25 de junio y el 22 de diciembre de 2023 se aplicaron 121.484.

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Es decir que, si en julio de 2023 se repartieron poco más de 1.175.500 dosis, y con corte al 22 de diciembre de ese año se habían aplicado solo unas 121.484, es de suponer que no se aplicaron alrededor de 1.080.416. Y si todas vencían el 16 de noviembre, poco más de un millón de dosis ya se vencieron.

Si bien es cierto que la población infantil no es tan vulnerable al covid-19 como lo es, por ejemplo, la de adultos mayores, los niños pueden trasmitir el covid-19 y su vacunación no solo los protege a ellos sino a todo su entorno. Es una de las razones por las que los críticos de Minsalud creen que el vencimiento de las dosis es una oportunidad perdida. Pero, ¿se demoró el Ministerio de Salud en repartir las dosis? ¿Es el Minsalud el único responsable de esa pérdida?

¿Cuestión de tiempos?

La crítica más importante al Ministerio de Salud es la supuesta demora en repartir las vacunas, conociendo que se vencían el 16 de noviembre. Como detalla el congresista Forero, el Minsalud se demoró 3,5 meses en distribuirlas. Colombia lleva haciendo este proceso (recibir biológicos contra el covid-19, repartirlos y aplicarlos) desde que se formuló el Plan Nacional de Vacunación contra el SARS-CoV2 y llegaron las primeras dosis, a inicios de febrero de 2021. Desde entonces, esos tiempos de entrega han mutado.

Por ejemplo, el 26 de diciembre de 2021 se recibieron 2.100.000 dosis de la vacuna contra el covid-19 del laboratorio Sinovac para niños de entre 3 y 11 años, bajo los lotes B202108113, B202108114, B202108115, C202108155 y C202108156. La gran mayoría se repartió entre esa fecha y el 12 de enero, es decir, en menos de 15 días. Sin embargo, al rastrear las resoluciones que distribuyeron vacunas entre enero y julio de 2022, también es posible encontrarse que algunos lotes de dosis de Sinovac como el B202109143 o el C202109194 se recibieron el 31 de diciembre de 2021 y aparecen con dosis disponibles para repartir hasta el 26 de julio de 2022 (resolución 1266). Es decir, estuvieron en poder del Minsalud poco más de seis meses.

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No es el único caso de ese tipo. Por ejemplo, los lotes de vacunas de Pfizer PCA0074, PCA0076, PCA0075 y PCB0019 aparecen con más de 1.5 millones de dosis disponibles desde el 31 de marzo hasta el 21 de julio (resolución 1241 de 2022). Esos lotes, por ejemplo, tenían una fecha de vencimiento del 31 de julio de 2022, según le confirmó el Ministerio de Salud de entonces a Alejandro Gómez López, secretario de Salud de Bogotá, pero su vida útil fue ampliada hasta el 30 de noviembre de ese mismo año (gracias a que se mantuvieron en condiciones de ultracongelación, de -60°C a -90°C).

Más adelante, en la resolución 2067 del 26 de octubre de 2022, todavía aparecen disponibles 453.762 dosis de los lotes PCA0076 y PCB0019 (de los que se asignaron 334.986 dosis). Esos lotes vencían el 30 de noviembre. Es decir, se repartieron a un mes de su fecha de caducidad. Si aún hace falta un ejemplo más, basta ver el caso de los lotes 076M21A, 060M21A y 037M21A de Moderna, que aparecen con 1.829.730 dosis disponibles en la resolución 071 del 4 de mayo de 2022, y de los que se informa que todavía hay dosis disponibles en la resolución 1241 del 21 de julio 2022, es decir, más de dos meses después.

“No podemos hablar de un tiempo óptimo estándar de entrega, aunque el tiempo óptimo es el menor tiempo posible”, resume Clemencia Mayorga, quien estaba en la subsecretaria de salud pública de la ciudad de Bogotá en los peores momentos de la pandemia (2021). Y entonces, ¿cuál es el menor tiempo posible? “El proceso logístico, desde la producción, la compra, la entrega, la distribución hasta la aplicación del biológico, es un proceso complejo y que requiere mucha precisión, como un reloj”, dice Mayorga.

Es, agrega, una cadena que involucra a varios actores del sistema de salud y cuyos fallos, en este caso, pueden ayudar a explicar la pérdida de las vacunas, pero también un problema más profundo.

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Culpas repartidas

Cuando comenzaron a llegar las vacunas había mucha demanda y una gran necesidad. En aquellos días, era clave garantizar el orden en el acceso a las dosis: las poblaciones priorizadas, los puntos de vacunación, quién vacunaba y cómo. El decreto 109 de 2021 organizó las obligaciones de acuerdo con el nivel de competencia: Ministerio de Salud, departamentos, aseguradores y prestadores. Esas responsabilidades se mantienen y es clave saberlas para establecer la cadena sobre el millón de vacunas que se perdieron.

La ruta es relativamente clara: el Minsalud negocia, compra las dosis, desarrolla las directrices técnicas para aplicarlas, establece los indicadores y estrategias para monitorear su aplicación y proporciona las vacunas, jeringas y carnés necesarios. Luego, las secretarías de Salud de los departamentos y municipios solicitan y reciben las vacunas del Minsalud, desarrollan el plan y garantizan su aplicación. Esto último lo hacen, por ejemplo, contratando personal, abriendo puntos de vacunación y coordinándose con la red pública de prestadores y con las EPS para que también participen y ayuden en la aplicación. Eso es, a grandes rasgos, lo que Mayorga denomina como un “reloj que tiene que funcionar perfecto”.

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Cuando ella estaba en la secretaría de salud de Bogotá en 2021, el Minsalud avisaba con varios días, o incluso semanas de antelación cuándo llegaban los lotes de vacunas, y la ciudad organizaba su plan de aplicación incluso antes de recibirlas. Las recibía y, de inmediato o al día siguiente, las repartía a los puntos seleccionados. “Es una cadena. Comienza en la nación, sigue con la asignación a los territorios departamentales y distritales y, si no es distrito, el departamento después se encarga de distribuir las vacunas a los municipios, según su población, para que logre la efectividad requerida, y según como han estado en los reportes de manejo de inventarios y cadenas de frío”, detalla Silvana Zapata Bedoya, magíster en epidemiología y quien ha trabajado y conoce en detalle el sistema de salud.

“Todo eso tiene que funcionar perfecto. Y para eso la comunicación es clave: tengo que saber como ente territorial cuando me van a entregar el biológico, cuantas dosis, y debo estructurar el plan de aplicación. El Ministerio debe cumplir con la entrega y yo con el plan. Lo que me parece evidente es que, además de las demoras, aquí hay un problema de coordinación muy grande. Si yo no estoy comunicando, y las entidades territoriales no están comunicando sus capacidades, esa coordinación no existe”, señala Mayorga.

Durante el 2021 Bogotá llegó a aplicar un pico de 76.000 dosis diarias. “Si eso fue en Bogotá, imagínese en Colombia”, dice Mayorga. En julio de ese año, el país alcanzó una cifra récord de 550.832 dosis aplicadas por día, como lo recuerdan algunas notas de prensa. Si un ritmo similar de vacunación se hubiera conservado, el millón de las dosis que se perdieron por vencimiento se habrían aplicado en un par de semanas.

Pero no es justo comparar los ritmos de vacunación de hoy, con los de 2021. De hecho, en pocos países el ritmo se ha mantenido igual. En Chile, que ha sido un ejemplo de vacunación, los medios reportaron a inicios de este año la pérdida por vencimiento de poco más de 2 millones de dosis, debido a una baja aplicación.

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Precisamente, el Ministerio de Salud respondió a la denuncia de Forero señalando que distribuyó las vacunas que se vencieron “considerando la capacidad de almacenamiento de cada territorio, para garantizar su aplicación a la población infantil en cada departamento y distrito”. Agrega que el vencimiento se presentó porque en las regiones (y en Bogotá no se dio una “aplicación con la diligencia debida”. Es decir, para el Gobierno las autoridades locales no llevaron a cabo la vacunación con la rapidez y prontitud requerida.

¿Qué razones explican el ritmo de vacunación y quién es responsable? “Era relativamente esperable que bajara el ritmo de vacunación, por varias razones. En un momento de crisis, como el que se vivió en los momentos más álgidos de la pandemia, la percepción de riesgo es diferente y motiva a las personas a acudir a la vacunación. Cuando esa percepción cae, las personas tienen menos deseo de vacunarse. Por otro lado, cuando las personas se han vacunado, volverse a vacunarse es más complicado. Hay una especie de cansancio social”, dice Carlos Arturo Álvarez Moreno, médico infectólogo y quien, además, fue asesor del Gobierno de Colombia en el manejo de la pandemia del covid-19.

Esos problemas tienen un impacto en la capacidad que tiene el Estado (Minsalud y también los entes territoriales). Es sencillo, ejemplifica Álvarez: si la gente no está yendo en masa a vacunarse, se ve como innecesario tener puntos de vacunación distribuidos de la manera tan masiva como se quisiera y sucedió en 2021; pero si la gente no percibe que hay puntos de vacunación en todos lados, reduce aún más su percepción de riesgo. “Si yo garantizo como Ministerio que legalizo y distribuyo rápido las vacunas, los departamentos deben distribuirlos igual de rápido, y los municipios tienen que continuar la cadena, garantizando la repartición a las IPS que tienen puntos de vacunación”, explica Zapata.

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Pero eso es más fácil en la teoría que en la práctica. “¿Qué nos pasó el año pasado? Todo mundo estaba en campaña en los municipios, que es el último eslabón de la cadena. Muchos PAI (Programa Ampliado de Inmunizaciones) se quedaron sin personal, incluso desde noviembre, o solo con el personal básico. Además, la situación de los empalmes fue compleja. Siempre lo hemos dicho, todos los programas de prevención y vigilancia epidemiológica se ven afectados por estas situaciones, sobre todo cuando hay cambio de gobierno. Entonces claro, si se disminuyó la capacidad municipal. Y en ese sentido, todos comparten culpas. Pero si el biológico no se distribuye efectivamente a los municipios del país, y si las IPS donde llega no los ponen o no ingresan la información, comienza a retrasarse todo”, dice Zapata.

Respecto a lo primero (que los biológicos sí lleguen), ciudades como Medellín le reportaron a El Espectador que no tienen vacunas para aplicar. “Durante el segundo semestre del 2023, las IPS vacunadoras del Distrito de Medellín han aplicado 5.207 dosis en población pediátrica y 9.688 en adultos. La dinámica de la vacunación para este biológico depende de la disponibilidad del mismo, el cual es abastecido por la Secretaría Seccional de Salud de Antioquia, quien a su vez, requiere de la entrega de por parte del Ministerio de Salud y Protección Social”, nos dijo la Secretaría de Salud de esa ciudad.

Según agrega ese distrito, la última entrega de biológicos covid-19, a las IPS fue el 01 de diciembre de 2023. “Desde finales de ese mismo mes, no se cuenta con dosis disponibles. Se ha venido gestionando este bien de gran valor social con el Ente Departamental, pero aún no conocemos fecha para una próxima entrega de vacunas”. En promedio, y siempre y cuando se cuente con existencias, Medellín dice que tiene 80 IPS distribuidas en todo el territorio, “qué se suman a la prevención de enfermedades y a la protección de la población, a través de las vacunación covid 19 y el resto de vacunas del programa permanente”.

Ahora, lo segundo que tiene Zapata respecto al reporte de esa vacunación es un poco más complejo. Se refiere a algo llamado PAIWEB. Básicamente, es una plataforma que se utiliza para sistematizar la información y el control de la inmunización de la población en Colombia, con la aplicación de las vacunas que forman parte de los esquemas. Permite controlar, por ejemplo, que una persona no se ponga más dosis de las que necesita. Para la repartición de las dosis se tiene en cuenta la información que se sube a ese sistema, algo que, según la epidemióloga antioqueña, no siempre se hace igual de bien en todos lados.

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Lo otro, agrega Álvarez, es que puede haber un cambio de prioridades en lo que tiene que ver con políticas de salud. “Hay menos promoción y eso complica todo un poco más”. Precisamente, y frente a estos retos, es donde un sector de la salud está reclamando acciones más concretas. John Mario González, coordinador del Laboratorio de Ciencias Básicas Médicas de la U. de los Andes, nos decía hace unas semanas que han faltado llamados más claros. “Deberíamos ser más agresivos con la campaña de comunicación”.

¿Qué se hacía antes que hoy no se está haciendo? “Las campañas. La respuesta es clara, porque si no hay directrices nacionales que se dirijan a todos, si no hay campañas en publicidad, redes sociales y demás, a nadie se le va a pasar por la cabeza irse a vacunar. Las campañas son muy importantes. Se redujo mucho la visibilidad de las campañas de vacunación, solo fueron visibles las que son coordinadas por la Organización Panamericana de la Salud, pero en covid-19 no se hizo tanto eso”, finaliza Zapata. Y es ahí en donde todos concuerdan en pedirle al Minsalud (y a los entes territoriales), una política más clara de prevención.

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